Uno de los nombres más raros de España lo tiene una playa de Huelva
Quienes escuchan su nombre por primera vez se quedan patidifusos, y es de esperar porque este es, cuando menos, peculiar.
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Existen diversas teorías sobre el origen de su nombre, pero en Huelva, tu destino hemos elegido las dos que más próximas podrían estar a la realidad: la primera de ellas refiere que desde el siglo XIX las personas que visitaban este rincón onubense lo llamaban de tal forma por el cauce de agua irregular que rompía la línea de dunas, abriéndose camino hacia la playa. Al haber muchos desniveles en el mar, las barcas encallaban al acercarse a la orilla rompiéndose el culo. La segunda, mucho más de andar por casa, dice que el nombre proviene de su anterior acceso. Hace algunos años para bajar a la playa habría que descender un pequeño montículo con una gran pendiente. Para hacerlo era necesario arrastrar el culo por la cuesta para no caerse. Aviso a nuevos visitantes: ya no es necesario, ahora existe una pasarela de madera que te permite bajar con seguridad mientras disfrutas de las maravillosas vistas.
Sea como fuere, lo que está claro es que el nombre se ha quedado y la ha convertido en una de las playas más famosas de Huelva a nivel nacional, no solo por su belleza paisajística sino también por estar siempre en los primeros puestos de los rankings de lugares de España con nombres curiosos.
De acuerdo, ya lo desvelamos, se trata de la Playa de Rompeculos, ubicada entre el Parador Nacional y el Camping Doñana. Este enclave guarda una serie de sorpresas para los auténticos amantes de la naturaleza en su estado más primitivo. ¡Ah! y también para los amantes del arte, pues recientemente ha aparecido un rostro dibujado en sus acantilados aparecido un rostro dibujado en sus acantilados que le da un aire al Monte Rushmore de los Estados Unidos. Allí, con un semblante serio y divisando el océano Atlántico, se encuentra la cara tallada en la arena de quienes algunos afirman podría tratarse de Poseidón, el Dios del Mar.
Para llegar a este singular rincón, en el corazón del Parque Natural de Doñana, el visitante puede acceder desde Huelva o Sevilla por la A-494. A pie de carretera, tras atravesar el carril bici que une los núcleos costeros de Mazagón con Matalascañas, existe un gran aparcamiento, de pago. Desde aquí, a través de una gran pasarela de madera, rodeada de una vegetación de zarzas y romero, con grandes y esbeltos pinares, se baja hasta llegar, por fin, al litoral atlántico.
Desde los acantilados cercanos se puede otear el océano en toda su plenitud, así como los barcos pesqueros, el espigón de Huelva, la centenaria Torre del Oro o las localidades costeras próximas, además de una gran perspectiva de las pocas personas que caminan por la orilla.
Si visitas Huelva, este paraíso merece la pena ser descubierto (y etiquetado en su correspondiente instantánea en tus redes sociales).
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