Análisis
Santiago Carbó
Tras un buen año en lo macroeconómico, en 2025 hará falta mucho más
Tribuna Económica
Blockchain es la palabra de moda en los últimos tiempos, aunque en general no se sepa bien todavía en qué consiste ni las posibilidades que esta nueva tecnología encierra. Se ha popularizado porque es la tecnología que utilizan las criptomonedas, como el bitcoin, pero éstas son sólo sus primeras aplicaciones de alcance. Para dejar clara la diferencia se suele señalar que "blockchain es a bitcoin como internet es al email". Y, sin entrar en sus complejos detalles técnicos, al menos es posible acercarse a la esencia de este nuevo gran sistema electrónico y a la importantísima innovación que incorpora: blockchain es como un nuevo internet, que permite no sólo compartir información sino que añade valor porque al mismo tiempo se comparte confianza.
En esta confianza reside la clave. Acudamos a un ejemplo. Supongamos que formamos parte de un grupo de Whatsapp. Y decidimos que los que quieran pueden compartir un billete de lotería: sólo tiene que comprarlo y mandar la foto. Imaginemos que muchos participan y que uno de los números sale premiado. El que lo compró, intentando librarse de repartir el premio, borra el mensaje enviado y niega que hubiera participado. Los demás empuñarían sus teléfonos: ¡qué dices, lo tenemos grabado!
Acerquémonos un poco más con una posible aplicación concreta con blockchain. Supongamos que se construye una base de datos con las viviendas españolas mediante esta tecnología. Sería la génesis, el primer bloque. Cada propietario -un nodo- guarda una copia. Entre todos conforman un registro distribuido, descentralizado y sincronizado. Y cada unos diez minutos se actualizaría el bloque con las transacciones realizadas, dando lugar a otro. De ahí blockchain: cadena de bloques. Cada paso parte del resultado anterior. Nadie puede vender algo que no sea suyo porque para que la transacción se valide tiene que contar con el ok del resto: en cada nodo se investiga el pasado para determinar que es correcta.
Todos son notarios, haciendo posible prescindir de intermediarios, y de sus comisiones. Las aplicaciones son inmensas porque nuestros procedimientos en todos los ámbitos están basados en la eliminación de la desconfianza mediante un tercero que dé fe. Las criptomonedas han sido el inicio, pero les seguirán los pagos y transferencias o la compensación y liquidación de valores. Fuera del mundo financiero, puede aplicarse en registros, almacenamiento de datos, seguros o incluso para las votaciones. También para los smart contracts, porque las transacciones pueden ir unidas al cumplimiento de determinados parámetros.
Actualmente hay miles de proyectos basados en blockchain en busca de financiación. No todos saldrán adelante. Al respecto, Miguel Jaureguizar, en la magnífica conferencia Tecnología Bockchain, organizada hace unos días por el Instituto Español de Analistas Financieros en Madrid, recordaba la burbuja puntocom, tras el desarrollo de internet, y cómo grandes empresas, como Yahoo, American online o GeoCities, han terminado desapareciendo. O nuestra Terra. Con todo, internet ha supuesto una total revolución de la información. En el futuro, blockchain habrá transformado nuestras vidas.
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