El proyecto de almacén de residuos de Valdelamusa abre un frente entre Matsa y los vecinos
Minería
Los sindicatos piden "entendimiento" ante el rechazo de la población a las instalaciones, que se situarían a 700 metros del núcleo urbano, por encima de la distancia que exige la legislación ambiental
Huelva/Dice el refranero, que para estas cosas es muy suyo, que nunca llueve a gusto de todos. La sempiterna lucha entre progreso y naturaleza (dinero o salud, empresa y trabajadores, administración y ciudadanía, el yin y el yan…) se ha garantizado un nuevo escenario en el humilde municipio de Valdelamusa. En el Casino, que es el único bar del pueblo, el que mira de frente a la (sorprendentemente grande) plaza del pueblo, no se habla de otra cosa. Bueno, en realidad, sí que se hablará de más cosas, pero seguro que, de lo que más, de eso: Que si yo voy a la próxima, que si no te vi por allí, que si de algo habrá que comer, que ya nos lo han explicado, que aquí nadie sabe nada, que si hay alguna novedad, que si alguien ha dicho algo… Los vecinos, los que todavía tienen edad para preocuparse, están con la mosca detrás de la oreja. Unos porque no quieren poner en peligro el trabajo con el que llevaban tanto tiempo soñando tras el esperado regreso de una actividad que ha dado aire a una comarca asfixiada durante décadas. Otros, porque no quieren que ninguna sombra les oscurezca el futuro. Uno porque sí, otros porque no, y todos en un ay por la luz verde ambiental (de momento es solo la ambiental, y aún queda un largo proceso) que el pasado mes de octubre autorizaba a la empresa Sandfire Matsa la puesta en marcha de una IGT (Instalación de Gestión de Tailings). O, lo que es lo mismo, un depósito en el que almacenará los residuos procedentes de su actividad minera en Aguas Teñidas. La balsa se ubicará a unos 700 metros del núcleo poblacional, y pongan el ojo aquí, porque es donde está la clave de todo: 700 metros es una distancia considerable, y desde luego son muchos más metros (200 más, para ser exactos) que los que la ley determina como distancia mínima en la que pueden situarse los residuos de ese tipo, pero los vecinos creen que, aún con todas las bendiciones legales, 700 metros es “demasiado cerca”, tanto que los vecinos han mostrado ya su “total rechazo” en diferentes movilizaciones que tuvieron su último acto el pasado sábado en la propia localidad, donde se celebró una concurrida manifestación en contra del proyecto.
Coinciden todos en que el plan presentado por Matsa es impecable desde el punto de vista legislativo y medioambiental. No hay nada que objetar al respecto, al margen, claro, de la veintena de alegaciones presentadas por la asociación vecinal Valdelamusa Viva. También lo ha dicho la delegación de Medio Ambiente en Huelva, que ha autorizado el plan ambiental, y lo confirma el propio consejero de Minas (también de industria y de energía) Jorge Paraleda, que destaca incluso cómo, en algunos aspectos, la propuesta de Sandfire Matsa supera los límites de la legislación, como de hecho asegura la propia empresa, que ha destacado la “transparencia” del proyecto y ha señalado que continuará “por este mismo camino, brindando información a las comunidades para lograr un mejor entendimiento”. Apunta Matsa que llevan quince años operando una instalación similar “sin haber producido afecciones al medioambiente o a las personas”. La nueva instalación es un proyecto “clave” para el futuro de Sandfire Matsa y en el que la empresa “ha trabajado desde 2012, de la mano de profesionales con experiencia en ingeniería, gestión ambiental y control de calidad de agua”, y ha sido proyectada “de acuerdo con las normas más exigentes en gestión de residuos mineros”. Por supuesto, ha pasado por los requeridos procesos de evaluación medioambiental y de información pública, alegaciones y toda la burocracia que conlleva una autorización ambiental de este tipo.
Sandfire Matsa ha explicado que el estudio se ha llevado a cabo en torno a cinco alternativas posibles de ubicación, y que la seleccionada es “la más cara para la empresa” pero “es la mejor en términos medioambientales”. Además, señala que la ubicación seleccionada se encuentra a más de 700 metros del núcleo urbano de Valdelamusa y que incluye un plan de restauración una vez terminada su vida útil, además de actuaciones de seguimiento y mantenimiento durante al menos 30 años tras el fin de la operación minera. Para garantizarlo, se van a poner sobre la mesa más de 30 millones de euros, que se suman “a los 25 millones que Sandfire Matsa ya ha depositado en concepto de garantías ambientales”.
En cualquier caso, la empresa ha subrayado que “comprende” la preocupación de los vecinos en torno al proyecto y ha subrayado que “respeta profundamente” a sus comunidades locales. Parece, además, que el respeto es mutuo. Ayer mismo, los vecinos y las secciones sindicales de CCOO y UGT en la mina emitieron un comunicado conjunto para pronunciarse, las dos partes, a favor de la minería y el proyecto minero de Matsa y para pedir un "entendimiento". Piden dos cosas. A la empresa, "que se siente con los vecinos afectados y muestre sensibilidad y empatía". A las administraciones (ayuntamientos, Diputación, Junta de Andalucía e incluso al Gobierno), que "propicien caminos de entendimiento” y “velen por la creación de canales de comunicación y participación en la resolución de este tipo de problemas". Que haya paz.
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