Santiago Carbó: "Si el poder económico no logra parar a Trump, se habrá echado al monte"

El catedrático y director del Servicio de Estudios Financieros de Funcas sostiene que el presidente de Estados Unidos podría adentrarse en reformas constitucionales si no lo detienen las grandes corporaciones del país

La economía española lleva el viento de cola: una inmigración productiva, una tarta energética más barata, unos servicios competitivos y una política monetaria que ayuda

Pekín acusa a Trump de volver a "la ley de la jungla"

Santiago Carbó, Lorena Garrido y José Ignacio Castillo, en la Facultad de Económicas y Empresariales. / José Ángel García

Incertidumbre. Esa es la palabra que define las primeras semanas del segundo mandato de Donald Trump. Un día anuncia nuevos aranceles a las mercancías que llegan desde México a Estados Unidos; otro, los suspende y, al siguiente, amenaza con la madre de todas las barreras definitiva, que finalmente debe ser levantada porque los grandes fabricantes de coches norteamericanos necesitan piezas mexicanas. Y como esto, una docena de ejemplos que, cuanto menos, son el peor escenario para la inversión. "Creo que esto terminará en semanas, terminará cuando las grandes corporaciones norteamericanas le digan que pare y, si no lo hace, se habrá echado al monte y hasta son posibles reformas constitucionales". Así lo ha advertido Santiago Carbó este lunes en la Facultad de Económicas de Sevilla.

Carbó es uno de los economistas más reputados del país. Catedrático de Análisis Económico y director del Servicio de Estudios Financieros de Funcas, uno de los grandes think tank españoles, ha intervenido este lunes en un acto de la Academia Andaluza de Ciencia Regional. Su tesis que es que los anuncios y contra anuncios de Donald Trump inquietan al mundo económico y que su alianza con empresarios del tipo de Elon Musk añaden más incertidumbres a un país donde se producirá una reacción del poder económico.

Si no fuese así, si Trump soslayase estas presiones, que a buen seguro ya se están produciendo como se ha puesto de manifiesto con los aranceles a México, Santiago Carbó cree que entraría en una senda peligrosa en la que estaría tentado de hacer reformas constitucionales en Estados Unidos. Sin citarlo, en su mente está el asalto al Capitolio de hace cuatro años o un posible cambio para volver a presentarse un mandato más.

Carbó cita los descensos del Nasdaq -esta bolsa tecnológica ha vivido su peor semana en dos años y medio- o la recesión que el Financial Times cree posible como ejemplos del clima de desconfianza que ha creado Trump en sus primeros meses. "Donald Trump es un hombre transaccional -ha indicado Carbó-, y eso no tiene por qué ser malo, así actuó en su primer mandato, pero lo está llevando al extremo todos los días. Todo es aparatoso, con ruedas de prensa desde el Despacho Oval, porque en parte quiere recompensar a su electorado, pero al final les será decepcionante, el mundo no sabe qué atenerse".

El nuevo mandato de Trump coincide con un estancamiento de la economía europea y la necesidad de recurrir a inversiones mayúsculas, que incluye endeudamiento, para reforzar la defensa militar del continente. En este panorama sobresale España, con un crecimiento económico notable y con buenas perspectivas. "La economía española -ha indicado Carbó- está bastante bien, la macroeconomía está bastante bien. ¿Se ve eso? No tanto. Por ejemplo, el precio de la vivienda no ayuda a esa percepción".

A pesar de esta visión, Carbó se ha mostrado optimista sobre la economía española porque, en su opinión, lleva el viento de cola. El primer factor es el de la inmigración. La población activa española está creciendo gracias a una inmigración que, además, es muy susceptible de ser asimilada, debido a su componente hispanohablante. Hasta 700.000 personas se han subido al mercado laboral sin que se hayan creado los problemas sociales que sí se notan en otros países.

Más allá de si Trump consigue detener el flujo migratorio a su país, el anuncio de las deportaciones terminará por provocar que esos migrantes prefieran España y Europa y, en estos términos, eso es bueno para las economías continentales.

El segundo componente del viento de cola es el mix energético, la tarta de generación eléctrica de España, que ha hecho que los precios sean más baratos que en el resto del continente. El tercero es la competitividad del sector servicios, y no sólo el turismo. Los menores precios y los salarios más bajos están haciendo que también funcionen bien el de la abogacía y el financiero.

Carbó considera posible que España se convierta en la primera potencia turística mundial, por encima de Francia y de Estados Unidos. Ello se debe en parte a los menores precios, que también observa en las compras masivas de viviendas en grandes capitales como Madrid, Barcelona y Valencia. Y el cuarto componente no es, puramente, español, sino europeo: la política monetaria que viene aplicando el Banco Central Europeo. Su previsión es que Lagarde debería seguir bajando tipos hasta llegar al 2%.

¿Nubarrones? Sí, claro. La Unión Europea tiene que hacer frente a un aumento de su gasto de defensa, que obligará a un mayor endeudamiento por parte de los Estados miembros, España incluida, y a una reformulación de los objetivos de los fondos Next Generation. Es posible que los que aún no se han gastado se deriven ahora hacia objetivos relacionados con la defensa.

En el horizonte pueden surgir problemas con la deuda soberana, pero Carbó cree que no se corre el riesgo, de momento, en acercarse a los momentos más difíciles de la Gran Recesión.

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