La era Trump 2.0

Su vuelta a la Casa Blanca, sea el inicio de un nuevo orden o el fracaso y la osbsolescencia del establecido los últimos 80 años, va a supone un enorme cambio geopolítico y geoestratégico

La era Trump 2.0
La era Trump 2.0

25 de enero 2025 - 05:59

EL acceso de Donald Trump a la presidencia de EEUU se está presentando por todos los medios como el inicio de un nuevo orden económico y geopolítico mundial y como el fin del orden liberal y multilateral prevaleciente desde la segunda guerra mundial. Otra manera de verlo es que el acceso de Trump a la presidencia de la primera potencia mundial es la consecuencia de la obsolescencia y fracaso de un orden económico y geopolítico operante durante los últimos 80 años, soporte de un proceso de globalización, que ha creado mucha riqueza y renta a nivel global, pero que a su vez ha fomentado la desigualdad entre naciones y ciudadanos y que ha sido fomento de la polarización de las sociedades, de la proliferación de los populismos y nacionalismos y del descontento de la ciudadanía a nivel global. Sea como fuere, causa o consecuencia, estamos asistiendo al ocaso del orden económico geopolítico y social que han impulsado las elites durante los últimos 80 años.

El discurso de Donald Trump en el foro de Davos fue amenazante y desconcertante. Trump no cree en el orden liberal nacido tras la guerra fría, no cree en el orden que propulsó y amparó el propio EEUU. No cree en el multilateralismo, ni en las organizaciones internacionales como la ONU, la Organización Mundial de Comercio (OMC), la Organización Mundial de la salud (OMS), ni en la Agenda 2030. De hecho, entre las primeras ordenes ejecutivas que ha firmado tras su nombramiento como presidente están la salida de EEUU de la OMS y del Acuerdo de París. Aunque Trump no es la causa del ocaso del orden económico geopolítico mundial, si es el catalizador y precipitador de su trágico desenlace.

Para Donald Trump la mejor manera de aumentar el bien común global es potenciar los intereses individuales de cada país. Perseguir el bien común olvidando los intereses individuales de cada país no deja de ser un sueño inalcanzable, una entelequia. Para Trump la cooperación no es una buena herramienta para el progreso mundial, el American First de Trump es un slogan, valido para cualquier líder político que vele por los intereses de su país.

Lo cual no obsta para que su programa este lleno de contradicciones. En su intervención en el foro de Davos, Donald Trump invitaba a todas las multinacionales del mundo a que trasladaran su centro de producción a EEUU, ya que de lo contrario tendrían que pagar altos aranceles. Sin duda alguna si Trump lleva a cabo esta amenaza desatará una guerra comercial a nivel global que reducirá el crecimiento mundial, con el riesgo de provocar una recesión mundial. En una guerra arancelaria todos pierden. Por otra parte, los aranceles harán aumentar el precio de los bienes importados en EEUU, lo cual acabara provocando inflación, reducción del consumo y también del crecimiento. Sin embargo, la reducción de la inflación y el aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos americanos es uno de los primeros objetivos de su programa. No obstante, la amenaza arancelaria, no deja de ser una estrategia de negociación para conseguir otros objetivos, como ya ocurrió en su primer mandato.

La amenaza de las deportaciones masivas de emigrantes es otra de las medidas en las que mayor énfasis ha hecho Trump, que no obstante son de difícil ejecución y que en el caso de realizarse tendría efecto muy perverso sobre el potencial de crecimiento de EEUU y también sobre la inflación a través del incremento de los salarios que provocaría esta medida.

Pero quizás la medida mas desconcertante y dañina desde un punto de vista global es la decisión de salirse del Acuerdo de París y su apuesta por los combustibles fósiles y su renuncia a la inversión en energías renovables. Donald Trump es un negacionista del cambio climático.

Una de las medidas más aplaudidas por inversores y empresarios es la prometida reducción de impuestos a las empresas y a los ciudadanos. Esta medida aplaudida por los mercados se enfrenta a la realidad de que EEUU tiene un déficit público de los más altos de la OCDE, que alcanzara el 5% a final de año y también una deuda pública que sobrepasa ampliamente el 100% del PIB. Pero a Donald Trump la deuda le trae sin cuidado, ya que hoy por hoy, es sostenible y además es financiada por el resto de países, como China. No obstante, su impacto en una mayor inflación podría llevar a la Reserva Federal de EEUU a mantener altos los tipos de interés, lo cual perjudicaría el objetivo de crecimiento y de mejora de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos americanos. Uno de los deseos de Donald Trump es limitar la capacidad de Reserva Federal en el manejo de los tipos de interés, legalmente no lo puede hacer, dada la independencia de la Reserva Federal del Gobierno. No obstante, lo intentara por todos los medios posibles.

La llegada de Trump a la Casa Blanca, de momento, ha traído una revalorización del dólar. Lo cual no le interesa a Trump ya que hace menos competitivas las exportaciones americanas y reduce el crecimiento. Desde ese punto de vista una subida de los tipos de interés fortalecería más el dólar, aumentando su déficit comercial y dañando el crecimiento. Una razón mas por la que Trump quiere limitar el poder y la independencia de la Reserva Federal de los EEUU.

Una de sus iniciativas más novedosas es la creación de un departamento dirigido por Elon Musk cuyo objetivo principal es en reducir el gasto publico y mejorar la eficiencia de la administración gubernamental. Objetivo de difícil cumplimiento habida cuenta del objetivo de aumento en gastos de defensa y la rigidez de la mayoría de las partidas presupuestarias.

Donald Trump no es un político, es un empresario con experiencia en la negociación y en la transacción para conseguir sus objetivos empresariales, hasta ahora con éxito. Desde este punto de vista va intentar dirigir EEUU como si fuera una empresa. y ahí está su equivocación: la política y la gestión empresarial no son homologables.

Sea como fuere, causa o consecuencia, la era Trump va suponer un cambio geoestratégico y geopolítico de gran magnitud. El mundo cambiara radicalmente. Desde un mundo monopolar presidido y dirigido por EEUU a un mundo tripolar con China, Rusia, EEUU y un conjunto de potencias emergentes, entre las que destaca India por su creciente valor geoestratégico político y económico, que crearan alianzas fluctuantes con los distintos bloques.

En esta trayectoria incierta el dólar ira declinando en su poder como moneda central reduciendo su peso y ponderación en las reservas de divisas de los distintos países y en las transacciones económicas internacionales. Con un acceso progresivo, aunque lento del papel de otras monedas como el yuan. Sin duda alguna este proceso será lento y alargado en el tiempo. Probablemente durante varias décadas.

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