Y Huelva ante la Blanca Paloma

La llegada de la hermandad a la ermita del Rocío debe ser lo más parecido a estar en la gloria misma · La inmensidad de la puerta, nuestra carroza y un ¡adelante la Hermandad de Huelva! que se nos clava en el alma

El Simpecado de Huelva, a las puertas mismas de la ermita del Rocío.
El Simpecado de Huelva, a las puertas mismas de la ermita del Rocío.

26 de mayo 2012 - 01:00

CONVENCIDO estoy que el momento del sábado, cuando hacemos nuestra presentación oficial ante María Santísima del Rocío es lo más parecido a estar en la gloria misma. La inmensidad de la puerta, nuestra carroza y un ¡adelante la Hermandad de Huelva! que se nos clava en el alma. Nuestro corazón que se dispara otra vez y siempre como si fuera la primera... ¡Qué buena caballería!, ¡cuántos romeros andando!, la carroza, ¡la más bella!... ¡Cómo viene de flores¡, que para eso sus camaristas no han dormido, que para eso se han afanado esas mujeres, para que una vez más sea la más bella que se presente. Y los carros, ¡qué sería de la Hermandad de Huelva sin sus carros! Quisiera reconocer que si tuviera que elegir un momento de mi Rocío, sin dudar elegiría éste, cuando Huelva se presenta ante la Blanca Paloma. Y allí sin vergüenza alguna reconozco que mis ojos se nublan por el llanto, pero un llanto de alegría, de satisfacción y de puro orgullo.

Y luego la fiesta y la alegría del rociero; en las casas de la gente de Huelva todo es jolgorio y armonía. Quisiera brindar en este rato de alegría en una casa cualquiera de cualquier amigo, por aquéllos que nos enseñaron a querer a la Virgen del Rocío y a su Hermandad de Huelva. Un recuerdo que Huelva como hermandad cabal tiene siempre en su memoria. Recuerdo de rocieros grandes, de gente buena, recuerdos de una romería que sin duda hay en el cielo y que poco a poco, porque así nos va llamando la Blanca Paloma, se va forjando con gente de Huelva.

Fijaros, ahora me viene a la imaginación cómo será ese camino que sin duda recorren por el cielo todos aquellos hermanos que gozan de su maternal mirada. Se me antoja florido, verde, tranquilo, ilusionado, hermoso, lleno de historia y de buenos rocieros. Quiero pensar en esa caravana celestial con sus abanderados, con su tamborilero al frente, con la vara dorada que pasa de mano en mano de todos los hermanos mayores que están en el cielo, con guayaberas de blanco lino y sombreros de ala ancha y copa alta, con pañuelillos al cuello, con medallas redondas con cinta verde en el pecho o con la de ahora, con el cordón desgastado de tantos y tantos caminos… y ellas llenas de colores y volantes, a la grupera y en los carros, con amplias panderetas y castañuelas, se me antojan, cantando alegres el "Huelva brillaba". Cortejadas por mocitos a caballo, preparadas para pasar por Candón, San Juan del Puerto, Niebla, Rociana… Almonte y llenar El Chaparral de la gloria, de amor a la Pastora. Así, así imagino la celestial caravana de rocieros de Huelva. Los que avivaron este idilio que no tendrá fin entre la Blanca Paloma y nuestra tierra.

Y luego dos días para estar en el mismo cielo que es su aldea. Días en que el rociero vive la fiesta generosa de ofrecer cuanto se tiene, de abrir sus puertas de par en par, de convivir en armoniosa plenitud con aquellos a los que quieres. De baile y cante por sevillanas, de paseos a caballo, de visitas a los amigos, de risas. De Rocío, en definitiva.

Pero de vez en cuando, no podremos resistirnos al ir a verla otra vez. A contemplar su cara, sus manos, su mirada. Allí con Ella un ratito y en lo más profundo de nuestro corazón, que vive por Ella, le diremos cien mil cosas.

Dios te Salve María, llena eres de gracia y te veneran tus hijos los rocieros como Madre del Redentor, Reina de la Caridad, Reina de la Misericordia, Reina de la Paz, Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de los Confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina Concebida Sin Pecado Original, Reina Asunta a los Cielos, Reina del Mundo, Reina del Cielo, Reina del Universo, Reina de las Marismas, Reina de mi Corazón, Reina de mi Hermandad, María Santísima del Rocío:

Que mis palabras quisieran

morir en tus letanías

o en una oración cualquiera

o en un simple Avemaría.

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