La Matriz ya preside El Rocío

Almonte desafía la lluvia para reencontrarse con su Patrona Los vecinos se vuelcan para despedir a su hermandad y desearle una buena romería de Pentecostés

La Hermandad Matriz de Almonte, en el Chaparral, poco antes de iniciar su camino, ayer.
Carlos López. Almonte

16 de mayo 2013 - 01:00

La Hermandad Matriz ya duerme a la vera de su Virgen; El Rocío como Romería ya cobra nombre. Ni las intempestivas temperaturas ni la tenue lluvia que quiso hacer acto de presencia poco antes de mediodía medraron a unos romeros que pusieron calor en su gargantas, entonando vivas y cantes durante toda la jornada.

La mañana se despertó fría. Desde la calle Zurbarán la comitiva de la Hermandad iniciaba su paso, trasladándose a la Plaza Virgen del Rocío, más concretamente, a la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, de donde partía el Simpecado de Camino que, siguiendo la tradición, es trasladado a caballo.

Los sonidos regalados por la Escuela de Tamborileros abrían un cortejo que llegaba con media hora de retraso (10:30) al Alto del Molinillo en el Chaparral, donde se celebró la misa de romeros; bajo el mismo templete floreado que hace escasamente cuatro días acogió en su seno a la Virgen de Pastora antes de su partida a su Ermita.

Allí se reunían centenares de almonteños y la Matriz, con su presidente, Juan Ignacio Reales, y el Hermano Mayor, Gregorio Camacho; a lomos de un caballo a cuya grupa le acompañaba su esposa, Fali Bejarano. Al llegar a su destino, el equino giró sobre sí mismo sorprendiendo a la mujer que cayó al albero, con la suerte de que los cascos del caballo no golpearon ni su rostro ni su cuerpo, por lo que no sufrió heridas de consideración.

Tras el susto y el pequeño revuelo que provocó el percance, la eucaristía dio comienzo, a la par que las esporádicas e imperceptibles gotas de lluvia se fueron intensificando con un leve chaparrón que aguantaron estoicamente los romeros.

Frente a las amenazas del tiempo, el cura párroco de Almonte, José García, condensó el sermón en la importancia de este día y como, al igual que hace milenios hizo María, "hoy el pueblo de Almonte continúa proclamando la grandeza del Señor".

La lluvia deslució en cierto modo las magníficas estampas que siempre regala la Matriz en su paseíllo por la treintena de calles que recorre antes de partir al Camino de los Llanos. La ingente caballería que luce el municipio se vio reducida este año debido a que muchos regresaron a sus casas por un capote para resguardarse de una lluvia que de modo intermitente acechaba desde los cielos.

Aun así, los exornos florales, templetes y bóvedas que decoraban las calles, a propósito de los nueve meses que la imagen ha permanecido en Almonte convertían este ritual en algo único.

Los ciudadanos tampoco desecharon la posibilidad de despedir a su hermandad a las puertas del templo, donde hasta hace escasos días permanecía su patrona.

Superado el medio día, los tamborileros tocaron la Salve de la Virgen del Rocío, partitura que creó Manuel Pareja Obregón, inspirándose en la melodía del toque del alba y reinterpretando bajo su sello un tema mítico que los músicos eligieron como banda sonora de partida a la aldea. Frente al templo religioso, los ciudadanos tararearon la letra que firmó Rafael de León y tras cuyos sonidos, el párroco procedió al rezo de la salve.

Fue el momento en que el sol asomó tibiamente sus rayos por primera vez en toda la mañana. Después de los aplausos y vivas a la Virgen, el Simpecado arrancó su paso; esta vez, ya con destino a la Ermita para recorrer ese trayecto ampliamente trillado, que conecta dos espacios físicos, unidos por un único cordón de fe.

Ya en las arenas, la Hermandad volvió a sentar cátedra de cómo vivir 15 kilómetros de peregrinación de la forma más intensa y emotiva. No en vano, es la romería de su Virgen del Rocío, más allá de ser hoy día una advocación universal del orbe católico, equiparable a la Virgen de Lourdes para los franceses, y Fátima para nuestros vecinos portugueses.

Con estos mimbres peregrinó el municipio condal. Con menor número de caballos, incluso quizás con menos alimentos en las neveras, si bien con la misma medalla en el pecho y una fe que siempre se muestra inquebrantable a azares económicos, cuando de disfrutar de una romería se trata y para la que ayer se descorcharon los primeros brindis.

Tras la presentación, frente al Santuario, la aldea volvió a cobrar vida, las plegarias y la música por sevillanas se extendieron durante gran parte de la noche, retomando su fulgor hoy con la llegada de las nuevas filiales que, en continuo goteo, irán colonizando unas marismas ávidas de romería.

Tras vivir la belleza del camino, el presidente de la Hermandad Matriz, Juan Ignacio Reales, deseaba a los romeros que todos lleguen "sin ningún tipo de percance y se preparen para su encuentro con la Virgen", que ya aguarda la madrugada del lunes para vivir su día grande.

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