El Rocío 2023: La Hermandad de Huelva deja un surco de fe en su llegada a la aldea

Huelva atraviesa el Camino de Moguer donde la devoción por la Blanca Paloma estaba presente en el rostro de los peregrinos

El Rocío 2023: El simpecado de Huelva reza en el charco

La Hermandad de Huelva entra en El Rocío. / Clara Carrasco
Alba Gómez

27 de mayo 2023 - 00:45

Qué estampa más rociera segundo día de camino. Esa sevillana resuena en la mente de todos los peregrinos al alba, y qué razón, despertando con el tamboril y con los ojos aún pegados los romeros comienzan los preparativos para volver a caminar. Los rostros cambian, todos saben que será el día de reencuentro con la Virgen del Rocío y el sonido de los cascabeles ya retumba en el cielo. Una mañana muy distinta a la anterior en la que miles de peregrinos se adentraban en La Matilla hasta llegar al simpecado.

Echa la montura, asegura el bocado y darles de beber, los caballistas se aprietan los sajones y se cuelgan la medalla que durante la noche ha descansado fuera de la cabecera en la que lleva aguardando todo el año. Ponte una flor, el broche del mantoncillo y que no falte de que volvemos al camino. El que sueña con Huelva sabe de lo que se habla y con el corazón en un puño y enjugando las lágrimas se echan a caminar tras la Misa de Romeros que tuvo lugar a las 08:00.

Ya estaban de nuevo en las arenas, los carros se incorporan poco a poco en la caravana y la mañana, en la que las temperaturas agradables de primavera se han respetado, despierta del letargo de una noche larga. Una mañana tranquila, en la que la hermandad ha hecho un surco en el camino dejando la fe en las arenas y ha llegado a tiempo para que Huelva descansara en Gato.

La carroza lucía engalanada por el camino que separa La Matilla de Gato y se adentró en el coto de Doñana, donde huele a romero y los pajarillos cantan de otra forma. ¡Vámonos Manuel!, un día más, que la Blanca Paloma espera y entre sevillanas que rezaban, Huelva brillaba como el lucero en la mañana. Los peregrinos agarrados en la rueda caminaban a su paso cuando la polvareda se comenzaba formar alrededor del simpecado.

En su llegada a Gato la Hermana Mayor, dio los vivas al simpecado y señaló que “ha sido bonito, hemos venido relajados y hemos cumplido los horarios”. Además, “la hermandad venía arropada por miles de peregrinos. Muchas personas nos están acompañando hoy, se han desbordado completamente las estadísticas”, ha añadido.

Los peregrinos comenzaban a salir poco a poco hacia la charca para que las arenas se hicieran más amenas. Los carros engancharon y se echaron a caminar entrando en la vereda donde el sonido de los pinos y los helechos se entrelazaban con los cascabeles de los mulos. Los carreros trabajaban mientras la gente de los carros cantaban por sevillanas. Un caballista con una guitarra, un voz quebrada del polvo y un trago de aguardiente para seguir el camino.

La Hermandad del Rocío de Huelva en el charco. / Josué Correa

El momento en la charca se grabó en la retina de todos los presentes, las tradicionales sevillanas con todos los romeros en silencio erizaron la piel y la salve al compás de una guitarra deshizo en lágrimas a muchos de los peregrinos. Un momento inolvidable, que cada año se repite y cada vez es más especial, la mente de los presentes en sus promesas, en sus peticiones, en los que no están y en la Reina de las Marismas entronizada en su ermita.

Una herencia que los mayores dejan a los rocieros que van formándose, aprendiendo una devoción que discurre de generación en generación. Una hermandad que es conocida por su forma de caminar y que arrastra a miles de romeros que la acompañan cada año ya sea a pie, a caballo o en carro.

La polvareda alrededor del simpecado se intensifica cuando se adentra en la rocina, con las palmas al compás, todos los romeros dan los vivas y se entregan en cuerpo y alma en un camino que te atrapa y te enamora cada día.

La entrada del simpecado al caer la noche ha sido un instante emotivo. Al simpecado le pusieron la corona y las sevillanas se entrelazaron en el barrio de Las Gallinas, los mellizos cantaron y el compás de palmas retumbaba en la calle. El amor por Huelva estaba latente, los cantes a Almonte ante su Casa de Hermandad y la llegada por fin a su refugio, después de un camino largo.

Una cosa queda clara y es que Huelva es diferente, que embelesa con su forma de hacer las cosas y hace de El Rocío una forma de vivir, porque para los rocieros de esta Hermandad, si no es en El Rocío es el cielo.

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