Armonizar el crecimiento del Rocío
EL Rocío
Un incremento de hermandades y de devotos que ha provocado problemas crecientes, particularmente en la organización anual de la Romería de Pentecostés, incluidos los caminos, que hasta ahora se han ido resolviendo razonablemente, en un contexto de limitación de espacios y de tiempos
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Almonte/Si hay algo que nos enseña la historia del Rocío, especialmente su Romería, ha sido su capacidad de adaptación permanente, manteniendo su esencia. De ningún otro modo puede entenderse que El Rocío haya integrado a más de cien nuevas hermandades filiales en poco más del último siglo. Un logro rotundo y complejo que explica parcialmente su éxito en el tiempo. Y que se resume en constatar que se ha convertido en uno de esos escasos paradigmas, en los que una devoción local se ha convertido en universal. Un caso de estudio para las Escuelas de Fomento de la Vida Espiritual.
Este crecimiento exponencial de sus hermandades es su indicador más evidente, aunque no el único. El cómo la mancha de aceite del Rocío se ha ido extendiendo, primero en el ámbito de las tres provincias hermanas de Huelva, Sevilla y Cádiz; después de oeste a este y de sur a norte por toda Andalucía; Madrid, Cataluña y todos los lugares de acogida de la fuerte emigración andaluza en España d ellos años 60. Una velocidad sostenida entre 1983 y 1994 a raíz de la Visita de S.S. el Papa San Juan Pablo II, el 14 de junio de 1993, a razón de una nueva hermandad filial, de media, por año.
Un incremento de hermandades y de devotos que ha provocado problemas crecientes, particularmente en la organización anual de la Romería de Pentecostés, incluidos los caminos, que hasta ahora se han ido resolviendo razonablemente, en un contexto de limitación de espacios y de tiempos. Es por ello, que contando con esos límites, cada vez más inamovibles, pero también con las posibilidades de crecer fuera de la Romería, durante el resto del año, y de no paralizar un proceso que, a la vez, nos enorgullece como almonteños y rocieros hemos afrontado un proceso de análisis para buscar soluciones de presente y, sobre todo, de futuro para el crecimiento institucional de la devoción rociera. Un activo de vital importancia para la Iglesia de nuestros días. Y lo hemos hecho, a través de sus hermandades; el mejor, por no decir, el único instrumento posible para poder ordenarla.
Es por ello, que hoy, coincidiendo con la Festividad de San Pedro, patrón de Almonte, entran en vigor las nuevas normas de Ordenación y Admisión de Nuevas Hermandades Filiales, en las que hemos venido trabajando en los últimos meses, con audiencia a los interesados, en el afán de que pudieran dar una respuesta del mejor modo posible a esta encrucijada. Un conjunto de normas que pretenden estirar el crecimiento de la devoción rociera con nuevos parámetros hasta nuevos confines, pero sorteando todas esas limitaciones y premiando a aquellas hermandades de pequeño tamaño, hasta ahora denominadas no filiales, después de muchos años de andadura, con nuevos derechos que le permitirán avanzar en sus aspiraciones legítimas. Se suma así, una nueva categoría: Hermandades Agregadas a la Hermandad Matriz, que va a permitir una armonización de posibilidades y aspiraciones, con las que no contábamos hasta ahora; un paso previo y nuevo para aquellas, cada vez más selectivas, que puedan alcanzar el título de filial. Y junto a las Filiales y Agregadas, las de Culto, que son aquellas hermandades ya reconocidas por sus obispos diocesanos que inician su andadura como asociaciones públicas de Iglesia. Y, finalmente, las asociaciones de fieles que son aquellas que están al inicio del inicio del proceso. Se destierra así, el concepto negacionista de “hermandades no filiales”, para distinguirlas de las filiales.
Ello no quiere decir que esté todo resuelto, ni mucho menos, porque la complejidad de su organización se complica a todos los niveles, un poco más, para poder seguir creciendo ordenadamente, y también a otros niveles. Pero si es la respuesta necesaria, responsable y obligatoria, para evitar un estrangulamiento o un freno artificial del proceso por la inacción de sus actores. Se inicia así, un nuevo tiempo para El Rocío, un punto y seguido en esta historia multisecular de veneración y culto a la Reina de las Marismas, Patrona de Almonte, Madre de Dios.
Mi reconocimiento a todos los que han trabajado en ello, incluidas las hermandades interesadas y, especialmente, a nuestra Fiscal, Rocío Corona Acevedo.
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