Esta es la historia de la aparición de la Virgen del Rocío
EL ROCÍO
La leyenda atribuye el hallazgo de la imagen a un cazador o ganadero
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La Virgen del Rocío es hoy día el motivo de una de las devociones marianas más universales de cuantas se conocen, capaz de concentrar en la aldea almonteña a más de un millón de personas durante la celebración de la Romería de Pentecostés y con hermandades y asociaciones rocieras distribuidas por todo el mundo. Pero, ¿cómo comenzó esta devoción?
La Hermandad Matriz de Almonte advierte que “son escasísimos los descubrimientos de imágenes bajomedievales que dejaron huella escrita de modo coetáneo al momento en el que se produjeron” y señala que “casi todos redactaron sus respectivas leyendas de invención, una vez que sus titulares adquirieron alguna celebridad durante los siglos XVI, XVII o XVIII”.
En este sentido, “la historia mitificada de Nuestra Señora de las Rocinas es una ingeniosa leyenda que cuenta el descubrimiento físico de la talla, y lo presenta como si a través de la imagen encontrada hubiese hecho acto de presencia la propia Virgen María, en el paisaje periférico donde luego se levantaría su ermita, que atribuye la hazaña del hallazgo a un cazador o ganadero y trata de justificar la presencia de la imagen en aquel paraje fronterizo del término, convirtiendo así a Santa María de las Rocinas en un importante símbolo de identidad comunitaria”.
La versión más antigua de la aparición de la Virgen del Rocío es la impresa en 1758 y “recoge el contenido básico de la tradición oral legado de generación en generación, que siempre explicó la aparición de esta Virgen”. El texto habla de un “hombre que apacentaba ganado, o había salido a cazar, hallándose en el término de la villa de Almonte en el sitio que llamaban de la Rocina”.
Según la leyenda, esta persona “enmedio de las Espinas halló la Imagen de aquel sagrado Lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las Zarzas el simulacro de aquella Zarza Myistica ilesa en medio de los ardores del Original delito miró una imagen de la Reyna de los Ángeles de estatura natural colocada sobre el seco tronco de un Árbol. Era de talla, y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica de lino entre blanca, y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aun para la imaginación más libertina”.
En el texto se explica que el hombre sacó a hombros a la imagen con la intención de llevarla a la villa de Almonte, pero cayó dormido fruto del cansancio y la fatiga. “Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero y allí la encontró como antes. Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido, con la cual noticia salieron el Clero y Cabildo de esta villa y hallaron la Santa Imagen en el lugar, y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos del Sol, y tempestades. Poseídos de la devoción, y del respeto, la sacaron de entre las malezas, y la pusieron en la Iglesia Mayor de dicha Villa entre tanto que en aquella Selva se le labraba Templo”, describe la leyenda
“Hízose en efecto una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el Altar para colocar la Imagen de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana. Adorándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen de las Rocinas (título que con el tiempo, y no sin mystica alusión se ha mudado en el admirable del Rocío)”, se puede leer en la versión impresa.
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