Ésta es la historia de la particular sede de la Hermandad del Rocío de Gibraleón
EL ROCIO
La ermita del Cristo de la Guadaña se edificó a mediados del siglo XVIII
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Gibraleón es un pueblo que cuenta, entre sus muchas tradiciones, con una gran y devoción rociera. La Hermanad del Rocío de esta localidad es la filial número 24 y su fecha de fundación está datada en 1935, lo que da muestra de la antigüedad de una corporación que se aproxima al siglo de vida, si bien fuentes de la hermandad apuntan que ya en 1928 había constancia de que partían carros desde el municipio hasta la aldea almonteña.
Pero si hay una particularidad en esta hermandad es su sede, tanto por el nombre de la misma como por su origen. Y es que la ermita del Cristo de la Guadaña se erigió en a mediados del siglo XVIII, casi 200 años antes de que la Hermandad del Rocío de Gibraleón se fundara.
La propia filial cuenta en su página web la historia de esta edificación y esta advocación, el Cristo de la Guadaña, que se apareció en torno al siglo XVIII, y que no era una talla sino un lienzo de pintura, ante cuya presencia acudían personas, no solo de la comarca sino también de sus alrededores, como Portugal, para traerle limosnas en gracia por sus milagros.
La pintura se habría aparecido en una carnicería ubicada en una de las plazas de la localidad, llamada entonces Vieja. El lienzo mostraba la imagen de un cristo crucificado con una imagen de una muerte a sus pies con una guadaña en la mano y un letrero en el que podía leerse la frase ‘Mira que te mira Dios’.
La carnicería sería trasladada a otro punto del municipio y el Arzobispado de Sevilla concedió licencia para construir una ermita en este lugar para la veneración del Cristo de la Guadaña, que se edificó a mediados del siglo XVIII. Mientras las obras se hacían, la pintura fue trasladada a la iglesia de San Juan Bautista, donde seguían acudiendo multitud de devotos.
Al igual que otras edificaciones de carácter religioso, la ermita sufrió las consecuencias de la Guerra Civil y la capilla fue saqueada sufriendo numerosos daños, entre ellos la imagen del Cristo de la Guadaña que fue destrozada. Un retablo de azulejos colocado en la fachada lateral de la ermita recuerda en la actualidad su imagen.
Tras la Guerra Civil, la ermita pasó a ser sede de la Hermandad del Rocío de Gibraleón y así ha continuado hasta nuestros días. En 2001, la sede fue sometida a un proceso de restauración. Hoy es uno de los lugares emblemáticos del centro de la localidad olontense, situada en la Plaza de España frente al Ayuntamiento.
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