La llegada de la Hermandad Matriz de Almonte marca el inicio de la romería del Rocío

El camino almonteño

Almonte emprende el camino al encuentro de su Patrona tras la misa de romeros y un recorrido por la localidad. Es la primera en llegar a la aldea para aguardar a las filiales

El Simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte en la parroquia de la Asunción. / Canterla
C. Sáez

06 de junio 2019 - 05:25

Almonte/Fiel a su tradición, la Hermandad Matriz de Almonte realizó ayer el camino hasta la aldea de El Rocío para postrase a los pies de su Patrona, la Blanca Paloma, en la romería de este año. Desde ayer, espera la llegada de las filiales que comenzarán a rendir pleitesía a la Virgen desde hoy, cuando comiencen a llegar desde distintos puntos de Andalucía y otros lugares de España de manera escalonada. La jornada para la Hermandad Matriz comenzó con la celebración de la misa de romeros, para realizar después un recorrido por las calles de la localidad almonteña.

Almonte volvió a hacer grande su romería con su peregrinar al santuario marismeño, al que llegarán estos días miles de devotos de la Virgen del Rocío. De nuevo su caminar hasta la aldea fue especial: no en vano es su romería y por ello sienta cátedra. Con independencia de la expresión mariana de la fe, en la que se festeja el júbilo del encuentro de los rocieros con la Virgen, la Hermandad de Almonte es la que mejor refleja la devoción universal hacia la Reina de las Marismas. La jornada volvió a mostrar la esencia de la devoción de la que estos días se hacen eco los medios de comunicación.

Tras el traslado del Simpecado desde la parroquia de la Asunción hasta el Alto del Molinillo en El Chaparral de la localidad almonteña, se celebró la misa de romeros, a la que asistió la Hermandad Matriz con su presidente, Juan Ignacio Reales, a la cabeza arropada por cientos de almonteños.

Un grupo de tamborileros abrió la marcha del Simpecado de camino hasta El Chaparral, con el hermano mayor, José Manuel Medina, a la cabeza. Una vez allí se celebró la misa de romeros oficiada por el párroco Francisco Martín.

Cientos de almonteños despiden a la comitiva romera, con el hermano mayor a la cabeza

Después la misma tuvo lugar el recorrido por la localidad almonteña, para iniciar después el peregrinar por el Camino de Los Llanos en dirección a El Rocío, donde los almonteños llegaron al anochecer para depositar el Simpecado a los pies de la Virgen.

Así, tras la eucaristía la comitiva inició un recorrido por el núcleo urbano, donde se agolpaban centenares de personas en las calles para contemplar la majestuosa partida de la hermandad y despedir a la misma.

De nuevo, el grupo de tamborileros abría la comitiva. Después decenas de caballistas ponían las estampas costumbristas a la partida de la hermandad junto a los sones de la flauta y el tamboril, que reinaban por donde pasaban. Entre los caballistas podían verse algunos pequeños jinetes a lomos de los equinos, que en ocasiones acompañaban a pie su progenitores.

La comitiva realizó una primera parada en la capilla de Jesús del Gran Poder, donde se rezó la salve y donde se lanzaron los primeros vivas a la Virgen del Rocío y al hermano mayor. Después continuó el recorrido por las céntricas calles de la localidad almonteña, siempre repletas de gentes para fomentar el ambiente de júbilo que iba a vivirse durante unas horas.

Fieles de la Virgen del Rocío en el santuario marismeño. / Canterla

El grupo de caballistas lo cerraban el Simpecado y los miembros de la junta de la Hermandad Matriz, romeros a pies y una banda de música que animaba aún más con sus sones. A los romeros a caballo se fueron sumando charrés y carriolas en fila india por las distintas calles y avenidas por donde pasaba la comitiva. A las órdenes del hermano mayor, el Simpecado realizó varias paradas en distintas casas de personas que por diversos motivos no podrán este año peregrinar a la aldea.

Sobre el mediodía la Hermandad llegó a la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en la Plaza de la Virgen del Rocío, abarrotada de personas que no quisieron perderse el momento que allí se iba a vivir, de nuevo con el rezo de la salve, y en esta ocasión por parte de todos los allí presentes.

Fue uno de los momentos más emotivos de la jornada en los que se dejaron ver esos detalles que hablan de la devoción de los almonteños hacia su Patrona, lo que a su vez conforma la grandeza del Rocío. La magia del momento provocó que entre el público afloraran las primeras lágrimas de emoción.

El hermano mayor de Almonte, José Manuel Medina. / Canterla

Fue el último acto antes de emprender el camino hacia la aldea y tras producirse la concentración de los romeros de nuevo en El Chaparral. Desde ahí el camino de Los Llanos iba a permitir a la comitiva acercarse poco a poco al santuario de la Blanca Paloma, con una meteorología favorable, que contribuyó a mejorar el ambiente en el peregrinar de Almonte por las arenas.

Durante el trayecto por las tres leguas que separan Almonte de la aldea se realizó una parada para la suelta y el sesteo, mientras crecían los deseos para reunirse con la Virgen. Finalmente se produjo la recompensa de contemplar el rostro de la Patrona, complacida de tener a sus hijos junto a Ella y a la espera de la procesión por una aldea marismeña que será el Lunes de Pentecostés.

La Hermandad Matriz, organizadora de la romería, es tradicionalmente la que llega primero a la aldea y la última en marcharse, como anfitriona. Desde ayer espera a las filiales que participarán este año en la romería, que se celebrará este fin de semana. Y allí sus miembros esperan a las miles de personas que se acercarán hasta la ermita de la Virgen del Rocío para participar de los actos de esta multitudinaria cita religiosa, considerada la romería mariana más populosa del mundo. Mañana viernes será el primer acto oficial con el inicio de la presentación de las hermandades.

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