La lluvia no se lleva la magia
Los 12.000 peregrinos onubenses inundaron la aldea sobre las diez de la noche tras cubrir el camino más especial de los últimos años El barrio de Las Gallinas, la puerta de entrada
El Rocío de 2016. Ese de tanta lluvia y frío, el de los cambios de camino y el de los sesteos atípicos. El que cambió el polvo por el barro, el chalequillo por el capote y las camperas por las botas de agua. Esta romería quedará en el recuerdo de quienes la están viviendo de cerca. Aunque como todas. Porque todo el que vive un camino del Rocío lo guarda muy dentro para que forme siempre parte de sí mismo. Y son esos detalles, esas anécdotas, los que hacen que se recuerde de manera singular.
Los peregrinos de la Hermandad de Huelva saben bien de esas sensaciones. De las que tuvieron anoche cuando acompañaron su Simpecado a su llegada a la casa hermandad. Esta vez, para dar más excepcionalidad, un poco más tarde de lo habitual, a las once de la noche, después de varios cambios de itinerario por las inclemencias meteorológicas, tras entrar en la aldea por la puerta de costumbre: el barrio de Las Gallinas.
Hasta allí llegaron los romeros onubenses pasadas las diez y cuarto de la noche. Andaba esta vez el hermano mayor, Manuel Castilla, apurado con los tiempos. Incluso pidió disculpas por la tarde a sus hermanos por el ritmo impuesto para llegar cuanto antes.
"Sólo os pido que cuando entremos en El Rocío lo hagamos al grito de 'Huelva, Huelva, Huelva', para que se enteren todos de que estamos llegando", dijo Castilla antes de dar la salida al Simpecado tras la parada de una hora en el Merendero de Almonte.
Fue un sesteo distinto, tras recorrer el camino de Bonares, "terreno sagrado", que apuntó un peregrino, antes de adentrarse en él, pero inédito para Huelva. Esa última fonda fue pasada por agua, con un enorme aguacero sobre las cinco y media de la tarde que impidió el descanso habitual, encharcó y embarró el terreno para dar un plus de dificultad a las últimas horas de camino.
Pero fue lo de menos. A los truenos que sonaban de fondo siguieron las sevillanas de Manguara al Simpecado. Los vítores y la ilusión compartida entre peregrinos hermanos por la cercanía de la Virgen.
"El camino es siempre especial. Es verdad que éste ha sido duro, más largo, más pesado por el mal tiempo y por el cambio de terreno, pero también esos cambios lo hacen más especial. Hacen que sea otro camino, más bonito y también más gratificante", contaba David Toscano Pardo, quien reconoció, después de "toda la vida" con la Hermandad de Huelva, que los factores externos son secundarios: "A cada uno le engancha la tradición y lo vive a su manera, por el reencuentro con la gente".
Manuel Espinosa es otro peregrino de Huelva, en su caso barcelonés que cada año viene expresamente con amigos y familiares para hacer el camino en un carro. Lo tiene claro: "Da igual que llueva. De hecho venimos más veces sin llover que lloviendo y el camino es siempre bonito".
A fin de cuentas, como dijo Manuel, no depende de nadie que llueva y que haga mal tiempo. No se puede evitar. "Quizá no hemos tenido la fiesta de otras veces al parar a comer, alargando más el café, con la guitarra y el cante, pero estamos aquí con la misma ilusión de siempre. Y cuando acabe, pensaremos ya en el año que viene, en volver con las mismas ganas. Y si vuelve a llover. No pasará nada, nos adaptaremos", añadió.
La jornada de ayer no empezó mal. El sol incluso apretó las primeras horas del día, aunque por la tarde, hacia las 16:30, la lluvia dio el primer aviso, antes del torrente de la merienda.
Peor fue por la noche. Chaparrones y mucho frío en La Matilla. Incluso para quienes venían pertrechados para el temporal. "Había un barrizal tremendo y mucho frío", apuntó Lola Hernández. "No recordamos un Rocío como éste, lloviendo de esta forma", afirmó Fali Fernández. "En el puente de Mazagón había un viento tremendo; teníamos que sujetarnos las flores y las cortinas de las carretas para que no salieran volando".
Los cambios de recorrido y los inconvenientes vinculados a la lluvia provocaron un esfuerzo organizativo que no pasó desapercibido a los peregrinos: "Hemos notado mucha seguridad y mucha organización de la hermandad, de la Guardia Civil y de Protección Civil. Todos han estado muy pendientes de que fuera todo bien", aseguró Sara Robles en pleno camino.
Aunque el paso por la HU-4200, por asfalto en vez de pistas forestales, fue motivo de protesta entre muchos peregrinos ("no es lo mismo; resta encanto"); caballistas como José María Muriel creen que "se disfruta de todas formas". "No nos podemos quejar. Y siempre nos queda el capote para no mojarnos", apuntó en pleno aguacero.
Marisa Hidalgo, leonesa afincada en Huelva, tiene otro punto de vista: "Yo veo incomodísimo el camino este año, aunque a la gente le da exactamente igual", explicó calada de agua, mientras intentaba guarecerse del gran chaparrón de la tarde.
Pero como reconocía el hermano mayor, "no hay nada que pueda parar la ilusión y la fe en la Virgen del Rocío". "La muestra está en que aquí hay 12.000 personas acompañando al Simpecado de Huelva, cada vez hay más gente, y sólo quien no conoce esto no lo podrá entender", aseguró emocionado Manuel Castilla.
ROCÍO 2016
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