Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
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EL ROCÍO
La Hermandad del Rocío de Huelva es hoy día la más numerosa de cuantas realizan el camino hasta la aldea del Rocío, por lo que es, sin lugar a dudas, una de las filiales más importantes. Fundada en 1880, es la filial número 9 en orden de antigüedad y fue la última corporación en crearse en el siglo XIX.
Pero antes de esa fecha, la devoción hacia la Virgen del Rocío ya era una realidad en Huelva. Así lo recoge la propia filial onubense, en su página web, donde pueden leerse extractos de la ‘Historia de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Huelva’, de Antonio José Martínez Navarro.
Las primeras noticias de la devoción onubense por la Virgen del Rocío datan de 1747, donde hay referencias de donativos para una “misa rezada a nuestra Señora del Rocío de la villa de Almonte”. La leyenda dice que, estando unos barcos pescando en las marismas del Rocío, los marineros vieron un resplandor y unos fuegos artificiales que les llamaron la atención, y al aproximarse vieron la fiesta a la Virgen, no cesando de ir desde entonces cada año, según explica la filial.
“Desde 1813 ó 1814 parece ser que iban familias por su cuenta, cada vez más numerosas, pasando después a ser grupos que se reunían en la Iglesia Mayor de San Pedro y en la de la Concepción. A mediados de siglo comienza la futura Hermandad a hacer acto de presencia en el Santuario de Almonte con recogimiento mariano, alegría y gran amor hacia la Blanca Paloma”, puede leerse.
Una figura importante en los orígenes de la hermandad es Francisco Carrasco Ortiz, conocido como ‘El Polaco’, “ya que como su padre José sería seguidor de la facción llamada polaca del partido moderado, liderado por José Luis Sartorius, conde de San Luis, de supuesto origen polaco”.
Nacido en 1845, se dedicó a las faenas de la mar, “y en su casa de la calle Sevilla (hoy Berdigón) siempre tuvo una imagen de la Virgen del Rocío, alrededor de la que se reunían regularmente amigos de su padre y suyo, como Juan Hernández Toscano, Juan García García y Juan de la Corte y Mora, acaudalado terrateniente”. Fue Francisco Carrasco Ortiz quien en “1878 ó 1879 plantea la organización de una Hermandad con el propósito de peregrinar todos los años al Santuario, para allí rendir pleitesía a la Reina de las Marismas”. Sin embargo, falleció poco tiempo después en trágicas circunstancias en noviembre de 1883.
Fue en 1880 cuando Juan de la Corte y Mora, Juan García García y otros rocieros elaboran unos estatutos que fueron trasladados a Almonte para, en 1881, hacer su primera presentación oficial en la Romería del Rocío.
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