Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
Por qué se calienta el Mediterráneo
Rocío 2024
A las 2:56 se ha parado el tiempo. En ese momento ha querido la Virgen del Rocío que sus hijos, los almonteños, saltaran la reja y se reencontraran con ella. Cuando el Simpecado de la Hermandad Matriz entraba por el dintel del santuario.
Almonte ya porta sus andas con el repique de campanas y ya la llevan por las calles de la aldea al reencuentro de cientos de miles de peregrinos, rocieros del mundo que han llegado hasta Huelva para asistir a esa procesión anual del Lunes de Pentecostés, el momento más esperado por todos en la romería.
Como el año pasado, de nuevo antes de las tres de la madrugada, apenas cuatro minutos antes, a la misma hora, las 2:56, que es la más temprana tras el paréntesis por la pandemia, después de que en 2022 se produjera el salto a las 3:13.
Ha sido este año un salto ordenado y, sobre todo, desde el comienzo, muy organizado. Como el propio rosario, que da pie a la procesión. Ya antes de la medianoche estaban dispuestos los hermanos almonteños a favorecer este año un desenlace más calmado. Y así se han vivido las primeras horas de la noche en el interior del santuario.
De nuevo, el pasillo central abierto, esta vez en su totalidad, con exquisita tranquilidad. Y hermanos sentados ante la reja, aguardando pacientemente el momento de reencontrarse con la Madre. Aunque no tanto con el paso de los minutos. Al filo de las dos de la madrugada, ni el pasillo era tan ancho ni la espera era tan calma como hasta ese momento. Y pocos minutos después, en torno a las 2:10, se produjo un primer conato serio de salto, anulado sin más consecuencias.
No ha habido más antes de las tres de la madrugada, aunque se fuera alcanzando el final del Rosario, aún con más organización en el interior, paciente como pocas veces se recuerdan, y con el pasillo central ensanchado, esperando que se asomara el Simpecado con una calma extraordinaria.
Fuera, el Rosario discurría desde su comienzo con mucha más agilidad de la habitual. Incluso para adelantarse 20 minutos sobre el horario del año pasado. Era un propósito claro marcado por la Matriz para este lunes, para evitar parones en el paso de los simpecados de las 127 filiales ante el Santuario. Para evitar que se dilatase en el tiempo y no alimentar la impaciencia ante la reja.
Pero la emoción es tan incontenible como inexplicable. Y es la que ha llevado a ese salto para el reencuentro con la Virgen, generoso siempre Almonte para llevar a la Blanca Paloma por toda la aldea para que los rocieros del mundo puedan rezarle a su paso.
No se sabe cuándo volverá a su altar, pero hay por delante varias horas, sobre la decena, seguro, para tener esa oportunidad única, vibrante, de ver a la Virgen del Rocío fuera de su ermita, por las calles de su aldea, fundida con un mar de devoción que encuentra en sus hijos peregrinos.
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