Del 'txoko' a la aldea
Un grupo de cuatro jubilados de Llodio llega a El Rocío tras un duro trayecto en un carro tirado por dos mulas. Destacan la devoción a la Virgen y el buen trato recibido.
Aún le saltan las lágrimas cuando recuerda la fuerte devoción que hay por la Virgen del Rocío. "Es muy grande..., único, impresionante", asegura Andrés Gamilla, un jubilado vasco que a sus 70 años ha atravesado toda España para llegar a los pies del Blanca Paloma. Lo ha hecho en compañía de José Ramón Larisgoitia, Adolfo Guerrero y Pedro Zayas (de entre 61 y 68 años) y sus dos mulas que tiraban el carro en el que han ido montados durante 41 días.
La experiencia, irrepetible, pero también muy dura, "durísima". Más de lo que esperaban. Les ha nevado, llovido, granizado y casi hasta helado. De 41 jornadas, tan sólo han tenido 7 sin llover y eso "es terrible", pero aún así compensa. Sobre todo por la oportunidad de ver "lo buena que es la gente y la devoción tan grande que hay". No les ha faltado comida, ni cuidados, ni detalles. Son muchas las estampas que se les quedan grabadas, pero la que a Andrés le hace aún temblar la voz es la de un taxista de Cáceres que se bajó corriendo de su vehículo y les dio 30 euros para que hicieran una ofrenda a la Virgen al llegar a la aldea.
Ellos insistieron en que lo hacían sin necesidad de recibir ese dinero, pero el taxista "salió corriendo. Sólo quería que encendiéramos una vela a la Virgen", relata. En el camino, que arrancó el pasado 2 de abril desde la localidad alavesa de Llodio, ha recibido el apoyo "de todo el mundo". Los han grabado, les han sacado fotos, les han animado y les han puesto de ejemplo de "cómo unir España". Eso les gratifica y les lleva sin dudar un segundo a pensar que volverán al Rocío, "claro que sí". Detrás hay una preparación de años.
La cuadrilla de jubilados pertenece a la Cofradía de San Roque y tras la jubilación del último integrante del grupo, decidieron sacar el estandarte de su ermita. "Nos lo concedieron y lo traemos con la bendición de la cofradía". Lo habían pensado cinco años antes, pero hasta ahora no se habían puesto manos a la obra. Compraron el carro en la localidad navarra de Tafalla y las mulas... "Eso fue lo más complicado". Miraron por internet y dieron con unas en Sahagún (León).
El vendedor les advirtió que no tenían idea de cómo manejar los animales, pero ellos siguieron adelante con el plan. Era el 5 de diciembre del año pasado y desde entonces, prácticamente cada día, ensayaron para poder realizar el camino. Casi cuatro meses.
No han dejado nada para la improvisación y durante año y medio han supervisado el recorrido, con comprobaciones in situ. Nada podía quedar a la improvisación. No podían permitirse el lujo de equivocarse de trazado porque no podían dar la vuelta. Ganas no faltaban y tampoco experiencia, ya que uno de ellos es mecánico y otro está familiarizado con los animales porque conoce de cerca el mundo de la hípica. Los otros dos se encargaron de la intendencia en un viaje para el que habían previsto invertir entre 12.000 y 14.000 euros.
Sabían que necesitaban de alguien para poder entrar con mayor facilidad en la aldea y contactaron con la hermandad cordobesa de Lucena gracias a unos conocidos de su txoko (sociedad gastronómica o lugar privado de encuentro para los amigos). Antes del encuentro, el pasado día 9, pasaron duras jornadas en las que hubo que dormir en el carro o en una pequeña tienda de campaña. "El día que dormí en un pajar fue como estar en la gloria", explica Gamilla. El encuentro con su hermandad cordobesa fue "especial", aunque no exento de dificultad porque las mulas "estaban acostumbradas a ir a sus anchas y no en fila india".
El miércoles llegaron ante la Virgen después de etapas de unos 30 kilómetros al día con algunas jornadas de descanso. "Fue especial y ahí sentimos cómo nuestras mulas triunfaron porque llegaron, cansadas como nosotros, pero consiguiendo el objetivo".
En el camino les ha dado tiempo a escuchar sevillanas, la salve rociera y a sentir la alegría de los romeros, aunque reconocen que aún no están preparados para cantar, "pero sí para decir algún olé, aunque a veces -admite- nos equivocamos y todo". Hoy visitarán a la Virgen y mañana se presentarán a Ella de la mano de Lucena, que les ha arropado en su camino. A partir del lunes, la vuelta, "pero con las comodidades de la Alta Velocidad".
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