Álvar Sánchez: "Trabajamos para los demás porque compartir es nuestra mayor riqueza"

Secretario General de Cáritas en Marruecos

El jesuita se encuentra estos días en Málaga impartiendo charlas en colegios e institutos, en las que difunde su mensaje, a propósito de la campaña contra el hambre de Manos Unidas

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Álvar Sánchez en la iglesia de San Juan, en Málaga. / JAVIER ALBIÑANA
Luis Vertedor

06 de febrero 2025 - 06:59

Málaga/Álvar Sánchez es secretario general de Cáritas en Marruecos. Anteriormente, ha liderado proyectos como el Centro Baraka, ubicado en Nador, dedicado a asistir a jóvenes en riesgo de exclusión y en la protección de los derechos de la mujer. Además, ha trabajado como coordinador de educación con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en la República Democrática del Congo, Ruanda y Sudán del Sur, dirigiendo la intervención a favor de desplazados. Estos días se encuentra en Málaga impartiendo charlas en colegios e institutos, en las que difunde su mensaje, a propósito de la campaña contra el hambre de Manos Unidas. Este viernes tendrá lugar el día del Ayuno Voluntario, mientras que el domingo las iglesias de todo el país llevarán a cabo las colectas.

Pregunta.Las aduanas de Ceuta y Melilla empiezan ahora a funcionar con cuentagotas después de seis años cerradas. ¿Cómo se ha vivido todo esto en Nador?

Respuesta.De una manera dramática. El comercio irregular, que estaba aceptado y tolerado, dejó de existir. Aquello proporcionaba el sustento a muchas familias vulnerables. El impacto en las economías domésticas se ha traducido en que muchas personas han dejado los lugares más próximos para volver a los pueblos de sus ancestros y recuperar otros trabajos tradicionales. Pero no todos han podido hacer eso. Recuerdo el testimonio de uno de nuestros trabajadores que nos decía: soy el único padre de familia en todo el vecindario que trabaja. Las fronteras generaban un dinamismo económico muy grande y eso ha dejado de existir.

P.¿De qué manera afecta esto a su labor? Quiero decir, ¿han detectado un aumento de la vulnerabilidad en los usuarios a los que atienden en el Centro Baraka?

R.Sí, este escenario ha hecho que el centro, que cumple una función social y es un referente en Nador, se nos quede pequeño al recibir más solicitudes. También hemos querido salir a zonas rurales a las que se llega menos. Nuestro trabajo consiste en proporcionar una capacitación a jóvenes y personas de perfil vulnerable, como mujeres que tras haber enviudado, haberse divorciado o porque tuvieron a sus hijos en una situación de familia monomarental se encuentren con una responsabilidad muy importante y pocos medios para salir adelante. A todos ellos tratamos de asistirlos y enseñarles actividades: cursos de formación profesional, lenguas... Al final el trabajo que hacemos se resume muy bien en el lema de la campaña contra el hambre de Manos Unidas, que dice que compartir es nuestra mayor riqueza.

P.¿Recuerda alguna historia que le haya marcado?

R.Muchas. Tratamos con personas que creían que su futuro parecía condenado y que van descubriendo que son portadoras de un gran capital humano. Ahí están los testimonios de quienes trabajan en estas redes de hospitalidad. Son bellísimos. También destacan los ejemplos de resiliencia de muchas mujeres que han sufrido una violencia tremenda a lo largo de las rutas migratorias y que vemos cómo son capaces de salir adelante y apostar por la vida de sus hijos. Eso nos recuerda que la naturaleza humana a pesar de la adversidad puede abrirse paso y ofrecer lo mejor a los demás.

P.Además, se dedican a informar de los riesgos ligados a la migración irregular

R.No podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se escriban en nuestro globo con trazos de muerte. Porque eso es lo que vivimos en algunas fronteras. Por ello, llevamos a cabo proyectos tanto en Senegal como en otros países de origen. Nuestras intervenciones van dirigidas a decirles a los jóvenes que lo que les han vendido es mentira, que no es cierto eso de juntar 4.000 euros para dárselos a alguien y al cabo de una semana estar en Europa enviando dinero a casa. Se lo contamos tanto a ellos como a sus familias. Y, claro, se quedan atónitos cuando ven que ese viaje consiste en embarcaciones neumáticas atestadas de gente, en vallas con concertinas, en cruzar el desierto más grande del planeta en condiciones precarias y que el número de personas que se queda por el camino es altísimo. Este año pasado las compañeras de Caminando Fronteras nos recordaban que casi 10.500 fallecieron en las rutas de acceso a España.

P.Son hechos que conocemos, pero sobre todo a través de cifras. ¿Cómo se vive esa realidad a la otra orilla de Alborán?

R.No es sencillo. Acompañar esa fragilidad se hace complicado, duro, sobre todo en el plano del alimento, por eso tratamos de ir a las causas que generan hambre en el mundo. La campaña de Manos Unidas de este año es especialmente significativa: nos recuerda que otro modelo de prosperidad es posible. Hace 30 años la ONU cifró que el sustento diario de 3.000 millones de personas era facilitado por cooperativas. Nosotros tratamos de avanzar aplicando lo que llamamos el modelo de Francisco, porque está inspirado en San Francisco de Asís y en el Evangelio, que se basa en un modelo de progreso y prosperidad comunitaria.

P.¿Cómo cree que podemos hacer visible esto en España?

R.Volviendo a los testimonios de quienes han experimentado la hospitalidad y la acogida. Tenemos que descubrir que aquellos que llaman a nuestras puertas están muy lejos de ser una amenaza o algo de lo que debamos defendernos. No sólo son una oportunidad, sino un bálsamo para nuestras heridas. Son verdaderos ejemplos de superación que contrastan con la fragilidad de nuestras sociedades. No entendemos por qué el número de suicidios por miles sigue aumentando, o por qué las personas se ven tan necesitadas de ansiolíticos y antidepresivos. Algo no termina de funcionar en nuestras sociedades desarrolladas, tiene que ver con el sentido de nuestras vidas. Este capital humano que viene se presenta como semilla de una nueva sociedad que está emergiendo y que ya vemos en nuestras ciudades. Poco a poco iremos favoreciendo su integración.

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