"Tener cáncer me hizo cambiar mi manera de hacer las cosas como oncólogo"
Jesús Corral. Presidente de la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM)
![El presidente de la SAOM, Jesús Corral.](https://static.grupojoly.com/clip/71e32334-aa8a-4d97-8ec7-4f77f09892c8_source-aspect-ratio_1600w_0.jpg)
El sevillano Jesús Corral es jefe de Servicio de Oncología Médica en el Hospital Universitario de Jerez y, desde el pasado noviembre, presidente de la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM). Una institución que ya conocía por dentro, en su papel de vicepresidente años atrás, pero a la que llega con la intención de dejar su propio sello con una clara línea estratégica basada en tres pilares: llegar a todo el personal que interviene en el proceso oncológico, mejorar la comunicación y hacer investigación independiente.
Médico por el “empeño” de su madre y oncólogo por ser la oncología la especialidad “más completa”, a Corral le tocó enfrentarse a la enfermedad a la que ha dedicado su vida en sus propias carnes en 2019 cuando un linfoma de Hodgkin le cambió la vida y su forma de afrontar sus consultas. Un aprendizaje que hoy aplica en el día a día con sus pacientes.
–Aterrizando en la presidencia de la SAOM, ¿cómo se ha encontrado la entidad y qué espera que se encuentre su sucesor dentro de cuatro años?
Me he encontrado una sociedad renovada. He estado cinco años trabajando fuera de Andalucía y en ese tiempo he visto un gran cambio, sobre todo, en tres aspectos: el mayor sentimiento de pertenencia a la Sociedad de los oncólogos, con un incremento importante del número de miembros; el mayor apoyo institucional, donde hay que destacar el trabajo para la humanización de las salas de espera de Oncología; y, una gran capacidad de formación. Por otro lado, mis líneas estratégicas van a ir desde mantener ese sentimiento de pertenencia ya potenciado, con campañas para llegar a enfermeros de Oncología y todo el personal que nos apoya, a mejorar la estrategia de comunicación e intentar crear una estructura que fomente la investigación clínica independiente.
–¿Siempre quiso ser oncólogo?
Mi dedicación a la medicina no fue inicialmente vocacional. Yo quería ser abogado, pero cuando tuve que decidirme entre ciencias o letras me decanté por lo primero. Dentro de las ciencias, me gustaba lo biosanitario y me hubiera gustado hacer fisioterapia, pero mi madre se empeñó en que hiciera medicina y le hice caso. Luego, la Oncología es la especialidad que recogía las tres facetas que a mí me gustaban de la medicina, la asistencial, la investigación clínica de nuevos fármacos y la docencia.
–El destino quiso que hace unos años tuviera que plantar cara al cáncer en primera persona...
Para mí fue una etapa difícil. Para cualquier persona supone un cambio en su vida, pero, particularmente en mi caso, fue complicado el vivirlo de cerca como oncólogo porque tenía, probablemente, más información que otros y me adelantaba a lo que iba a ocurrir con los tratamientos que me planteaban. Eso me hizo sufrir de manera doble. Pero también esa faceta me ha hecho cambiar mi manera de hacer las cosas y darme cuenta de lo importante que es el personal sanitario que acompaña al oncólogo para tratar mejor a los pacientes. Por ejemplo, a dar valor a la enfermería oncológica, a ver lo importante que es el apoyo psicoemocional y el conocer a otros pacientes y el redescubrir lo espiritual y recurrir a la Fe.
–¿Tener mucha información es positivo en pacientes con cáncer?
Yo creo que hay que tener información, pero información siempre adaptada. Cuando nos enfrentamos a un paciente, obviamente, tenemos que dar información, pero el oncólogo tiene que tener esa habilidad comunicativa de adaptar la información que tiene que darle al paciente a las necesidades de cada uno.
–¿Cómo era especialidad en sus inicios y cuánto ha cambiado?
Era una especialidad donde las opciones de tratamiento para los pacientes eran muy limitadas y donde la supervivencia de estos pacientes, por las pocas opciones de fármacos que tenían, también eran limitadas. Yo, de hecho, me dedico prácticamente desde que terminé la residencia al cáncer de pulmón, que hoy día sigue siendo el tumor de mayor mortalidad. Pero de lo que yo he tenido la suerte y el privilegio es de vivir cómo la Oncología ha cambiado la vida de la gente. Es verdad que sigue siendo una enfermedad en la que aumenta su incidencia, pero lo que claramente hemos vivido los oncólogos es una revolución en el diagnóstico y en las opciones de tratamiento que tienen nuestros pacientes, lo cual ha hecho que la supervivencia en global se haya duplicado y, en concreto, en el cáncer de pulmón hemos pasado de muy pocas opciones de tratamiento, prácticamente sólo la quimioterapia, y de una supervivencia que no superaba el 10% a los cinco años a una auténtica revolución farmacológica.
–Hay expertos que dicen que el cáncer sigue siendo uno de los mayores misterios de la medicina. ¿Qué opina?
Yo creo que la que es una enfermedad muy difícil de tratar desde el punto de vista científico. En la mayoría de enfermedades que hoy día se curan sabemos que se curan porque son enfermedades que celularmente son homogéneas. Todas las células se comportan de una misma manera y tienen alteraciones moleculares o genómicas muy similares por lo que ponemos un medicamento y ese mata a la totalidad de las células y el paciente se cura. El problema del cáncer es que no es una enfermedad molecularmente o celularmente homogénea. Son enfermedades heterogéneas. Dentro del desarrollo de la propia enfermedad ya hay células que se comportan de manera completamente distinta por lo tanto necesitamos de fármacos que sean capaces de alterar ese crecimiento desordenado, que supone el desarrollo de un cáncer a nivel celular, en muchos niveles.
–¿Qué diría que es lo que no acaba de entenderse del cáncer?
La complejidad del cáncer en sí. Yo creo que se ha avanzado mucho en cómo lo conocemos hoy día molecularmente. De hecho, en muchos tumores, antes de empezar un tratamiento, lo que hacemos es un análisis del ADN del tumor para conocerlo molecularmente y dar opciones de tratamiento diana o tratamiento dirigido, lo que se llama medicina personalizada, pero, desgraciadamente, hay todavía muchos casos que no conseguimos encontrar ese gen que es la diana para tratar el cáncer y por lo tanto se complica llegar a la curación o a la larga supervivencia. En esos casos tenemos que recurrir a otras opciones, que son la quimioterapia y la inmunoterapia para tratar de controlar a la enfermedad, y es mucho más difíciles de tratar, con células que acaban siendo resistentes y las posibilidades de curación o cronificación de la enfermedad son menores. El cáncer es una enfermedad a la que tenemos mucho todavía que estudiar desde el punto de vista biológico.
–¿Por qué afecta cada vez a gente más joven?
Eso es una sensación real, pero también es cierto que cada vez lo diagnosticamos de una manera más precoz. Somos capaces a través de los programas de screening o de diagnóstico precoz de diagnosticar algunos tumores antes y en edades más jóvenes, lo cual también permite que curemos a más pacientes. En Andalucía contamos con los sistemas de cribado en cáncer de mama, en cáncer de colon y, más recientemente, en cáncer de cuello uterino. Por otro lado, hay tumores como el de pulmón, que sí estamos viendo que cada vez hay personas más jóvenes que lo desarrollan y aquí vemos que hay factores de riesgo que no son del todo conocidos por lo que tenemos que mejorar mucho para conocer por qué se desarrolla en ese perfil.
–Sobre tratamientos, da la sensación de que nunca hubo tanto arsenal terapéutico como ahora...
Ha habido una revolución con la terapia dirigida, que es la aplicación de fármacos en base a una alteración molecular detectada en el tumor y a través de la cual se aplica una terapia diana que es de máxima eficacia y con un perfil de toxicidad muy mínimo, es decir, que no impacta en la calidad de vida de los pacientes y que permite que puedan hacer una vida normal durante el tratamiento. Por otro lado, la otra gran revolución, que ya es una realidad en la mayor parte de los tumores, es la inmunoterapia, que lo que hace es activar a nuestro sistema inmunitario que no ha sido consciente de la existencia de un tumor para que sea el propio organismo el que a través de los linfocitos ataquen directamente al tumor y lo maten o lo mantengan parado.
–¿Tendremos vacunas contra el cáncer?
Hoy día no hay ninguna vacuna que usemos en la actualidad para tratar el cáncer. Hay una gran línea de investigación al respecto, y hay datos en algunos tipos de tumores que han sido prometedores, como pueda ser el cáncer de próstata, pero hoy día hay una gran línea de investigación, pero no es una realidad. En cáncer de pulmón de hecho hay muchos ensayos clínicos sobre vacunas ejecutadas en función del perfil molecular y celular de cada paciente, pero ahora mismo todas ellas están en fases de ensayos clínicos precoces. Es algo muy alentador, pero es un futuro todavía lejano para que se traduzca en una realidad para nuestros pacientes en todos los tumores.
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