Paloma San Basilio: "Sevilla es la causante, en buena medida, de lo que soy"
La cantante se despedirá de la capital andaluza el 28 de marzo con su espectáculo 'Gracias'
"Ahora se queman muy pronto los proyectos artísticos. No hay tiempo de desarrollarlos ni de madurarlos"
Pastora Soler: "Me atrevería también con el reggaeton"

Con un pelo rojo cobrizo y un conjunto de traje-pantalón a juego. Paloma San Basilio nos recibe sobre el escenario del Cartuja Center, donde el próximo 28 de marzo se despedirá de Sevilla con su espectáculo Gracias, con el que celebra los 50 años de artista.
Será una gran fiesta. Con suma alegría. Sin caer en la nostalgia. El camino continúa por otros senderos: el teatro y la escritura.
Paloma embriaga con la elegancia que la caracteriza. En los posados de las fotos y en sus declaraciones. Una madrileña de cuna que pasó su infancia en Sevilla. Años que no olvida.
Pregunta.-Después de 50 años, ¿mantiene la ilusión intacta del primer día?
Respuesta.-Son ilusiones distintas. Al principio, cuando te subes por primera vez a un escenario, existe una gran incógnita. Luego ya no hay ese miedo. Disfrutas de todo y sacas partido de cada rincón. Aún así, sigue siendo para mí una gran curiosidad el escenario y un gran estímulo.
P.-El respeto a las tablas siempre permanece...
R.-El respeto hay que mantenerlo al escenario, al público y a uno mismo. Estás ahí para hacer algo que valga la pena, con la mayor perfección posible e intentado no engañar, es decir, entregándote a la gente para que sepan que no estás ahí porque pasabas, sino porque hay un propósito de vínculo y de crear emociones, que es lo que más atrae del escenario.
P.-¿Qué se va a encontrar el público en este espectáculo?
R.-Es un acto de agradecimiento puro. Tenía claro desde el principio que quería que fuera una fiesta. No dar la sensación de que se trata de un adiós y, por tanto, provocar nostalgia. Todo lo contrario. He hecho un repertorio en el que incluyo autores de habla hispana de todos los tiempos. Es un agradecimiento a todos los que permitieron poner mi voz a una historia, a una partitura. Hay canciones de la época de mis abuelos, de mis padres, coetáneos míos. Y, por supuesto, mi repertorio. He querido hacer un trabajo distinto. Sinfónico. Con unos arreglos muy importantes, donde la cuerda adquiere un protagonismo especial. Los coros también tienen cabida. En ellos participa mi hija, que es coach. La puesta en escena es, de igual modo, muy atractiva. Es un trabajo muy meticuloso. La respuesta está siendo maravillosa. Está gustando mucho. Es una forma muy bella de decir adiós. Y por lo alto.
P.-¿A la hora de decir adiós le invade la nostalgia?
R.-Es un ciclo muy bien cumplido. Lo que quiero hacer a partir de ahora como artista y persona es seguir investigando, descubriendo, apostando por nuevos proyectos. Tengo mucha ilusión por mi nuevo libro: Uxoa, el secreto del valle. Y también con una obra de teatro que estrenaré en noviembre. Se llama Dulcinea. Cuenta lo que este personaje del Quijote nunca dijo y ahora va a decir.
P.-Esta profesión le ha permitido encarnar a grandes figuras femeninas...
R.-Siempre he mantenido un sentido del feminismo vital y activo. No tanto teórico. Soy una mujer de mi generación, donde hubo grandes avances, pese a las importantes dificultades. Pero mi generación universitaria de Madrid, que fue donde yo viví mi adolescencia, no fue tan rebelde como luchadora para conseguir espacio propio. Rompimos muchos tabúes. Nos interesamos por muchas cosas: el tener autonomía, el no depender de un matrimonio para sacar adelante un proyecto de vida. Ésa ha sido mi forma natural de ser. De ahí he tomado a muchas mujeres para mis canciones, como por ejemplo Libre, Cariño mío...Temas donde hay mujeres que se plantean opciones, las cuales, en ese momento, eran difíciles de aceptar. Estoy hablando de los 80.
P.-En la sociedad actual, tan digitalizada, ¿los nuevos artistas lo tienen complicado para permanecer 50 años? ¿El mercado lo quema todo al instante?
R.-Eso lo veremos con el paso del tiempo. Pero todo se ha convertido, incluidas las redes sociales, en una gran trituradora. Hay excesiva exposición. Se queman muy pronto los proyectos y no existe tiempo para desarrollarlos y madurar en plenitud. Yo he tenido 50 años para crecer y arriesgar también. Ahora, además, hay un gran sometimiento a las pautas que se dictan desde el exterior. Por ejemplo, en el musical. ¿Qué es lo que se lleva? Pues todo el mundo hace lo mismo. Creo más en la invidualidad. En la genialidad de quien hace algo distinto y lo comunica. El arte debe ser desde dentro hacia fuera. No al revés.
P.-¿Le hubiera dado por bailar reggaeton, ahora que se lleva tanto?
R.-Lo habría bailado porque me encanta bailar. Recuerdo que en la época de mis padres había un baile, el bayón, que era muy lento. El reggaeton se parece mucho. Ahora, como música, a la hora de contar historias, no me identifico. Ni con la modulación de la voz, muy sometida a la rítmica, ni con los textos, que no me aportan demasiado. Venía oyendo ahora por el camino una canción de Serrat sobre el otoño y decía: ¡qué manera más bonita de juntar palabras!
P.-Hábleme un poco de su nuevo libro.
R.-Viene con la editorial HarperCollins. Es una novela ambientada en la pandemia del Covid, en una de las tantas pérdidas que hemos sufrido en esta etapa. La protagonista pierde a su hermana mayor y hay una huida al caserío familiar, abandonado en el valle del Batzán. Es una huida, pero también una forma de reencontrarse. Es una mezcla que suma historia, el camino de Santiago y misterio. Es una novela que nos habla de enfrentarnos a la verdad, de búsqueda, de esperanza y de amor. Ya está en preventa en Amazon y en las librerías, a comienzos de abril.
P.-¿Qué ha supuesto Sevilla en su vida?
R.-Sevilla es la causante de todo lo que soy, en una medida muy importante. Vengo de una familia de clase media, sin vínculo con Andalucía, que de pronto se instaló en esta ciudad, en la calle Pastor y Landero, donde viví los ocho primeros años de mi vida. En mi casa siempre ha habido gran amor a la música. Pero mi pasión desde pequeña era ir a ver a las nuevas artistas a la academia de Adelita Domingo... Este espacio de libertad que es Sevilla, donde la expresión ni se controla, ni se juzga, simplemente se comparte, era una maravilla para una niña como yo. En otro sitio hubiera sido mucho más difícil. Aquí aprendí la libertad del cuerpo a la hora de bailar.
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