Acusación y defensa esgrimen el ADN como la clave de los asesinatos

Baena Bocanegra cita como testigo al hermano y tío de las víctimas

La sala estuvo ayer atestada de periodistas y familiares del inculpado y de las víctimas.
La sala estuvo ayer atestada de periodistas y familiares del inculpado y de las víctimas.
R. Rendón

08 de septiembre 2017 - 02:09

Huelva/El ADN hallado por el Instituto Nacional de Toxicología en tres toallas de la escena del doble crimen de Almonte se reivindicó en la mañana de ayer como la prueba de cargo clave para imputar los hechos al único acusado por los asesinatos de Miguel Ángel Domínguez y su hija María, Francisco Javier Medina, que negó constantemente con la cabeza a lo largo de toda la mañana durante esta segunda sesión del plenario celebrada en la Audiencia de Huelva.

Si Fiscalía y acusaciones particulares esgrimieron la prueba genética como epicentro de la vinculación de Medina a los crímenes, la defensa también hizo uso de ella para exculpar a su cliente: "El ADN no nos dice cómo, cuándo ni dónde se ha producido la trasferencia", señaló el letrado de la defensa, Francisco Baena Bocanegra. Él insiste en que su cliente es inocente hasta que se demuestre lo contrario: "No hay peor víctima que un inocente condenado", advirtió al jurado, al que pidió, como todas las partes, que se aferren "al sentido común" para valorar la prueba y emitir su veredicto.

El letrado propuso a varios testigos en las cuestiones previas, entre ellos al hermano y tío de las víctimas, al que pretende preguntar sobre los hechos pero también sobre una entrevista en la que arremetía contra la defensa. Con ello consiguió además un objetivo paralelo: apartar a Aníbal Domínguez de toda la fase de testificales de la vista, ya que los testigos no pueden estar presentes en las declaraciones hasta que realicen la suya. Por último enfatizó que la investigación de los hechos ocurridos aquella noche del 27 de abril de 2013 en el número 3 de la avenida de los Reyes de Almonte "ha sido una auténtica chapuza". Como guinda de su intervención dejó entrever que es posible que el doble asesinato no fuera sólo obra de una persona, sino de alguna más.

El abogado de las víctimas, Gustavo Arduán, fue muy gráfico cuando explicó a los miembros del jurado con el símil de un hombre ordeñando una vaca que su intención es "mostrarles hechos y pruebas". El sentido común "les dice que es leche, pero luego vendrá la defensa y les dirá que dónde está la prueba organoléctica que demuestre que es leche; que no les líen".

Desde su prisma, "se trata de un crimen pasional y el autor es el hoy acusado". Arduán subrayó que lo acontecido fue "una auténtica carnicería", obra de alguien que conocía bien a Miguel Ángel Domínguez. "Esto no es obra de un loco, porque aunque un loco sí puede tener este ensañamiento, un loco no prevé, no maquina y deja huella porque no actúa con premeditación". En este caso el asesinato de padre e hija fue "pasional y planificado" y el asesino tomó "todas las medidas y precauciones".

La letrada de Marianela Olmedo, Inmaculada Torres, quien también ejerce la acusación, compendió en su intervención los indicios y pruebas que señalan a Medina como presunto autor de los hechos justiciables. Ella se preguntó que "quién garantiza los derechos de esas víctimas y de una madre que no va a volver a ver ni a su hija ni a su marido: protejan a las víctimas".

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