Adictos al póquer: la mano perdedora

La Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación detecta un rápido e imparable incremento de enfermos con patologías relacionadas con el juego de cartas, practicado en timbas ilegales u 'on-line'

Una mesa de póquer, durante la celebración de un campeonato internacional.
Raquel Rendón / Huelva

15 de septiembre 2011 - 01:00

La fiebre del póquer se ha instalado en Huelva pero, como todos los excesos, también va dejando víctimas por el camino. La modalidad más extendida del popular juego americano es el Texas hold 'em, en la que es necesiario conocer bien las reglas si no se quiere perder el bote rápidamente. En los últimos años han resurgido las timbas ilegales en locales y bares de toda la provincia -sea estableciendo un precio por un determinado número de fichas u otorgándoles valor real-, pero también hallan su espacio en internet, donde proliferan como hongos miles de páginas de juego on-line.

El póquer y sus apuestas enganchan y generan problemas de ludopatía si uno no sabe ponerse límites. La Asociación Onubense de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aonujer) alertó del incremento que ha registrado en la cifra de personas que han solicitado ayuda al colectivo para desengancharse del juego de cartas.

El presidente de Aonujer, Jorge Barroso, indicó ayer a este diario que "si el año pasado tuvimos en tratamiento a unas 40 personas desde enero a septiembre, este año tenemos a 60", un imparable avance de los casos que preocupa y mucho.

Actualmente, diez jóvenes -todos ellos menores de 30 años- tratan su adicción al póquer en la asociación. Barroso criticó además la presencia de peñas clandestinas en las que se juega a los naipes "sin ningún tipo de control y en las que cualquier menor puede acceder a ellas". En muchos de estos lugares -precisó- se lleva a cabo un proceso de captación de personas con buenas aptitudes para el juego, de modo que desarrollen esta actividad de forma profesional, provocando así una grave dependencia al juego, especialmente en adolescentes".

Los padres de algunos de estos ludópatas han puesto en conocimiento de Aonujer en repetidas ocasiones que sus hijos apuestan "grandes cantidades de dinero que les facilitan otras personas para que participen en timbas clandestinas, entrando en un mundo de mafia" que escapa a su control. Jorge Barroso dejó claro que la cruzada de la asociación que preside no es contra el póquer en sí, sino contra "su mal uso", motivo por el que abogó por un "juego moderado en espacios totalmente legalizados".

Actualmente, Aonujer atiende a 231 personas en Huelva por patologías relacionadas con los juegos de azar. El perfil mayoritario entre los beneficiarios de sus tratamientos es el de un hombre de entre 31 y 40 años, de clase media-baja y con estudios universitarios finalizados.

Los adolescentes son víctimas perfectas de la adicción al juego. La asociación ofrece ayuda a día de hoy a niños de hasta 14 años que "juegan iniciados a las cartas y máquinas tragaperras, esencialmente". Barroso apuntó en este sentido que "los suelen dejar entrar en los salones de juego con total impunidad". Asimismo, criticó con dureza que las autoridades permitan que exista un local en Pablo Rada "donde una tragaperras ofrece hasta 18.000 euros de premio, algo muy tentador para todo el mundo en los tiempos que corren", un reclamo que puede acabar enganchando a las máquinas a muchos ciudadanos.

El tratamiento de un jugador patológico tiene una duración entre dos y cinco años y, en líneas generales, en el caso de los hombres son sus madres las que les apoyan en esta situación. Sin embargo, en lo que se refiere a las mujeres, suelen ser ellas mismas las que acuden en busca de ayuda y, normalmente, no reciben tienen el respaldo de sus familiares.

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