"Ahí empecé, en el corral de mi casa leyendo en voz alta para perfeccionar"

La Huelva de...

Comenzó en Radio Popular y Radio Nacional en Huelva, de ahí recorre un largo trayecto, con El loco de la colina, Cuerda de presos, El vagabundo o Ratones coloraos

Jesús Quintero pegado al micrófono en Ratones coloraos de Canal Sur.

03 de mayo 2009 - 01:00

NACí en la caseta de la luz, crecí a la intemperie, jugando en las calles, viendo parir a las yeguas, morir a lo viejos, observando la vida y la muerte con mis curiosos y asombrados ojos. El hijo de José y María, fue inevitable que me bautizaran en la iglesia de San Juan Bautista con el nombre de Jesús". Aquel niño era Jesús Quintero, hoy instalado en esa colina del loco en la que habla a los que se dicen cuerdos.

Esos años en San Juan del Puerto fueron de hambre, de intolerancia, de miedo y de miseria, pero nada era un obstáculo para que su imaginación infantil volara con los pájaros y creara mundos de ensueño y de fantasía, "sólo en eso era rico, en ilusión, por lo demás, mi padre electricista, mi madre ama de casa, se las ingeniaban para que comiera todos los días y saliera a la calle limpio y vestido, que no era poco".

Hoy en su pueblo tiene un centro cultural que lleva su nombre, para él es un templo de cultura, de arte, de humanidad, de enseñanza, que está siendo muy útil. "Me parece estupendo que todo el día esté entrando y saliendo gente, y creando, que tenga su propia emisora de radio, el taller de radio Jesús Quintero, y que se comunique con sus paisanos. Que sea un faro de solidaridad con los hombres, mujeres y niños de esta tierra. Espero que algún día esté en su archivo lo mejor que he hecho en la Radio y la Televisión".

Aún recuerda cuando con su padre cogía cada día el tren para ir a Huelva. "Él a trabajar y yo a estudiar o haciendo auto-stop por una carretera llena de árboles. Hasta que llegó el hombre blanco, arrancó los árboles, las moreras, e impuso un olor y un color terrible y cancerígeno. Después el Polo Químico, ahí sentí la necesidad de huir". Tiene todavía grabados en la memoria "los atardeceres desde el Balneario La Cinta y ese paseo marítimo de la Punta del Sebo como no he visto otro. Ahora, en la noche parece una película de Speilberg".

Mientras se entretenía en mesas de juego y correrías por los pueblos de la redonda, buscando amores, besos, bailes, aventuras… soñaba con ser actor o locutor o piloto. Un maestro de escuela maravilloso, Juan Pérez, le llevó al Teatro. Después en Sevilla, en la Mili, conoció a un coronel de Aviación que era presidente de la Agrupación Álvarez Quintero. A cambio de no hacer guardia ensayaba para actor. Interpretó en el Teatro Lope de Vega Inquisición de Diego Fabri. Al final del espectáculo un famoso locutor, Rafael Santiesteban, se acercó y le dijo: "Tienes muy buena voz, por qué no te dedicas a la Radio".

Así que empezó "en la Radio Popular del cura, con Vicente Quiroga, Fernando Onega, Manolo Peral, Santiago Cotán-Pinto". Y ahí le tenemos "en el corral de mi casa leyendo en voz alta perfeccionando para la perfecta dicción de las 'eses' con las que había que dar los partes informativos".

Luego entra en Radio Nacional de Huelva tras el suicidio de "un maravilloso locutor y persona", Nicasio Fernández, salió su plaza y fue para Jesús Quintero. Más tarde el Centro de Emisores del Sur de Radio Nacional de España en Sevilla, Radio Nacional de España en Madrid, Cadena Ser, Televisión Española, Antena Tres, "y el deseo de volver a mi tierra, desde entonces estoy pegado a un micrófono de radio y de televisión procurando siempre que mi voz siga llegando a la última fila, a la de los solitarios, los perdedores, los impares, los rebeldes, los nadadores contracorriente, los que se resisten a aceptar el juego sucio de esta vida superficial, frenética, y mercantilista, que no es vida, y que nos venden como la única posible".

Es de los que dice que la radio es más hermosa, "más individual, y más auténtica, más imaginativa, más soñadora, más instantánea, en definitiva más emocionante, una buena voz diciendo bien las cosas inteligentes y sensibles puede componer una audiencia, y más en la noche, la televisión es lo que se ve, bueno o malo, generalmente muy malo, sin embargo cuando se consiguen documentos como la muerte de Rafael Escobedo, cuando entrevistas a 120 presos en cuarenta cárceles de España y América, cuando consigues grandes exclusivas internacionales, cuando se produce el encuentro apasionado entre dos seres humanos ante seis cámaras, en una noche puede tener más repercusión lo que haces que un año haciendo radio".

Decía Ortega que "las palabras es un sacramento de difícil y delicada administración" y dice El Loco de la Colina que con las palabras se puede matar y se puede curar, se puede sugerir, acompañar, comprender, decir las verdades y crear belleza. "Vivimos un momento del fracaso de las palabras".

Lleva bien lo de ser un loco de la colina, "siempre que todos los que me rodeen sean cuerdos, que todo mi equipo esté cuerdo, cuando ellos están cuerdos puedo ser más el loco, si no, hay manicomio, aunque yo creo en la anarquía creadora". Reconoce que el Loco de la Colina fue una hermosa idea: "Yo soy su cuerpo. La colina era una forma de mirar, una manera de descubrir dónde comienza la esencia y termina la apariencia, dónde comienza el rostro y termina la máscara, dónde comienza el paisaje y termina el decorado. Era la patria de los ciudadanos del mundo de la madrugada, el Coto de Doñana de los pájaros nocturnos, la reserva de todas las especies en peligro de extinción".

Confiesa que el mejor momento para él es cuando se queda a solas con el espectador "hablando de tete a tete, de corazón a corazón, con giro castellano de tú a tú, no me gusta hablar urbi at orbe, me gusta dirigirme a cada uno, yo creo que el creador de un programa es un cazamomentos y yo siempre estoy pendiente en cazar los momentos de emoción, las palabras lúcidas, llegar a los demás por la vía de la emoción".

Siempre ha creído en la persona, "pero cada día me gusta vivir un poco más lejos de ella, con esto quiero recordar a un escritor que decía: 'Amo al pueblo pero quiero vivir lo más lejos posible'. El objetivo final de mi trabajo es la persona, aquí estamos para los demás, en función de los demás, si no la vida no tiene mucho sentido".

Entre sus más de cinco mil entrevistas dice que el personaje más interesante sin duda ha sido Jorge Luis Borges. "No he conocido a nadie más sabio, sé que en el pueblo de mi madre, Moguer, había un tipo tan interesante como Borges, se llamaba Juan Ramón Jiménez y me hubiera encantado entrevistarle. La verdad es que en esa ruta de locos, me hubiera gustado entrevistarle a él, a Colón, al padre Marchena, a Fray Juan Pérez…".

A Quintero también le gustó en su día hacer las Américas y tan apasionante fue la experiencia que al volver creó una emisora de radio a la que puso el nombre de América. Durante dos años estuvo haciendo televisión en Sudamérica, Argentina, Montevideo… Ahí se enteró de que doce de los que estuvieron en el descubrimiento de América se llamaban Quintero, el dueño de La Pinta y el que trató de boicotear la expedición de Canarias. "Recordaba tanto mi paisaje… en mi pueblo hay una cuesta "La Habana", el paseo de Puerto Rico… me explicaron tantas veces el descubrimiento, aquella aventura, para mí, la más grande de la humanidad. Soy de los que de verdad cree en América, como la hermana no como la madre patria".

De Andalucía le gusta sobre todo la alegría. "Cuando nos da el sol en la primavera nos volvemos locos y entonces lo mismo da sacar las vírgenes y los cristos, que la feria, el Rocío, las Colombinas, son las saturnales romanas. Pero hay unos versos de Cernuda, que es el que mejor descubre al andaluz: Sombra hecha luz,/ que temblando repele, / es fuego con nieve./El andaluz.

Enigma al trasluz,/ pues va entre gente solo,/ es amor con odio./El andaluz.

Oh, hermano mío, tú,/dios, que te crea,/será quien comprenda./Al andaluz".

Y Quintero sentencia: "En Andalucía hay dos puertas, una da al paraíso y otra al infierno. Uno no ama a su tierra por ser la más luminosa sino porque es la suya".

Son muchas las colinas a las que ha subido, en Huelva tiene ahora una donde divisa el mar en un horizonte donde busca "que vuelva el Renacimiento".

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