¡Alerta, huelvanos! El Puerto de Pesca del Sur
Crónicas de otra Huelva
Ponce consideraba que Huelva tenía un puerto con una ubicación inmejorable, una gran actividad pesquera y una industria conservera que la hacían digna de ser la elegida para ubicar ese proyecto
La introducción
La prosperidad de la provincia | Alejar a Huelva del peligro de verse postergada
En abril de 1928, Blanqui-Azul puso en alerta a los onubenses para que elevaran el nivel de su empeño y lograr que el puerto de Huelva fuera designado como el puerto pesquero de referencia del Sur de Europa, tal era el rango que se ventilaba en esos momentos. No era Huelva la única provincia que aspiraba a ello porque otros puertos cercanos también gozaban de buen emplazamiento para acoger el trasiego de mercancías y el movimiento económico que iba a suponer el proyecto. Sevilla, con su importante y legendario puerto y la salida directa al mar a través del río Guadalquivir, era una seria competidora para Huelva. Cádiz, tradicionalmente pesquera, con una localización privilegiada a orillas del Atlántico y a poca distancia del Estrecho de Gibraltar, era, sin duda, otra opción a tener en cuenta. Por tanto, dependía de lo que cada provincia lograra. Había leído en la prensa gaditana que sus representantes habían viajado a Madrid para pelear el propósito.
Huelva, con su industria transformadora (resaltó que Ayamonte podía alardear de ser el puerto español en que la industria conservera había llegado a su mayor perfeccionamiento) y las muchas familias que vivían de este sector era merecedora de ser la elegida. Argumentó, pues, la necesidad de que desde las instituciones y los gobiernos se realizara una gestión que alejara de la provincia el peligro de verse postergada. Si el puerto pesquero del Sur no se concedía a Huelva, los pescadores podían hacer almoneda de sus artes y buscar nueva orientación de vida porque la crisis tomaría carácter de permanencia y entonces el mal no tendría remedio. Tratar de evitarlo sin hostilidad hacia Cádiz era la obligación de los onubenses y albergó la esperanza de que por una vez nadie ganara a Huelva en diligencia ni en actividad.
Como bien lo explica Ana María Mojarro Bayo en su Historia del Puerto de Huelva 1873-1930, la propuesta se había presentado en 1927, después de varios años de gestación. La obra suponía más de 500 metros de línea de atraque, la construcción de varios edificios, un establecimiento para la fábrica de hielo y cámaras frigoríficas, además de prever terrenos para la construcción de industrias y depósitos. Se presupuestó en 7.643.555,64 pesetas y el Puerto propuso, incluso, ejecutarlo con fondos propios. Finalmente, el proyecto de Puerto e instalaciones pesqueras en la margen izquierda del Odiel se aprobó por Orden de la Dirección General de 4 de febrero de 1930, con un presupuesto de ejecución inmediata de Andalucía por la Ley 29 de agosto de 1931 (Leg. 217 del Archivo de la Autoridad Portuaria de Huelva), pero la liquidación no se firmó hasta 1945. A pesar, pues, de contar con el apoyo gubernamental, el plan no se inició hasta la década de 1940.
Para hoy, domingo, a las tres está convocada en el Ayuntamiento una reunión extraordinaria de las fuerzas vivas de la ciudad. La convocatoria tiene por único y trascendental motivo el tratar de la instalación del Puerto Pesquero del Sur en nuestra capital.
La ocasión es propicia para dejar correr libremente el comentario y por ello nos será permitido decir que en el Ayuntamiento se va a ventilar hoy casi el porvenir de Huelva.
El momento es decisivo y trascendental. Nos encontramos en el momento culminante de una gestión consagrada casi exclusivamente a este fin. Lo menos que puede pedirse es que el acierto máximo presida las resoluciones de la reunión magna de hoy en bien de los altos intereses de Huelva.
Se trata de un problema fundamental para la ciudad, y en este momento vital no caben partidismos ni apasionamientos, ni maquinaciones de ninguna índole, sino el cometimiento pleno y sincero al interés de la ciudad. El paso que ya va a darse merece que la Corporación Municipal y la opinión pública obren con clara conciencia de sus funciones y de sus responsabilidades.
La lectura de la prensa gaditana nos informa de la salida para Madrid de algunos señores que van a gestionar lo que choca con nuestra legítima aspiración: la designación de Cádiz para puerto pesquero del Atlántico.
Pronto comenzará a trabajar también Sevilla. No olvidemos que en estos últimos tiempos todas las aspiraciones onubenses han tenido como meta o tope aspiraciones similares sevillanas. Quizá en algunos casos la insistencia con que nosotros llamamos la atención sobre la actividad con que Sevilla se adelanta a todas nuestras aspiraciones, puede haber llegado a parecer monomanía persecutoria, envidia y disgusto del bien ajeno.
Juramos con toda la solemnidad posible que esto es no es verdad. La prosperidad innegable de Sevilla y su legítima importancia industrial y económica nos parecen cosas merecidas, y en vez de con recelo a la vecina capital, la vemos siempre con ojos de admiración y de cariño.
Pero en el combate de la vida, en que unos y otros estamos empeñados, la necesidad nos impone la diaria pelea, esta escaramuza continua si no queremos que Huelva quede completamente absorbida y anulada, pasando a ser un mero satélite que gire dentro de la órbita de su vecina poderosa, que no reciba más luz que la que ella pueda enviarle de rechazo.
Todos los proyectos, todas las esperanzas de Huelva se frustran porque en Sevilla hay proyectos y esperanzas análogas, y, desde luego, más decisión, más patriotismo, más fuerza para traducirlas en realidades. Cuando nosotros queremos ir, los sevillanos están ya de vuelta. Esta es la triste historia del malogramiento de muchas de nuestras ilusiones. ¿Hará falta recordar lo del ferrocarril de Cádiz?
Sin embargo, Sevilla reclamada toda su atención con las obras de la Exposición Iberoamericana no ha entablado ahora con nosotros la temida competencia por la concesión del Puerto pesquero.
El principal obstáculo está ahora en Cádiz. Esas gestiones que van a realizar a Madrid los elementos representativos de los gaditanos es una nueva amenaza que se cierne sobre nosotros.
Conocemos de sobra la admirable tenacidad, el método y la técnica con que trabajan en Cádiz. No es por lo tanto aventurado presumir que un empeño de tanta importancia también para ello como este del puerto pesquero lo dejen escapar de las manos.
Sobre ello llamamos la atención de Huelva. Para Huelva tiene extraordinario interés el proyecto ese. En las informaciones que estos días hemos estado publicando sobre este asunto se aprecia cuan considerable es el núcleo de población onubense que de la pesca y de las industrias pesqueras depende. Y no nos referimos a la provincia, donde hay pueblos que de la pesca casi exclusivamente viven, como son Ayamonte, Isla Cristina, etc. Tenemos, además, una potente industria de transformación y preparación de pescado y Ayamonte puede alardear con orgullo de ser el puerto español en que la industria de la conserva ha llegado a su mayor perfeccionamiento. Como centro de industrias pesqueras, Ayamonte tiene un crédito universal que se va extendiendo por momentos y que honra y enriquece a España.
Cualquiera de estos motivos sería ya muro suficiente para que el puerto pesquero del Sur fuese necesariamente Huelva.
Concurren además a nuestro favor otros factores importantísimos señalados oportunamente en la Prensa local por nuestro distinguido amigo el presidente de la Junta de Obras del Puerto, don Tomás Domínguez Ortiz. Todas esas razones esgrimidas como argumentos en un estudio sereno y meditado –hay que acabar con el vicio de pedir por pedir y sin saber lo que se pide, en que incurrimos muchas veces–, todos esos argumentos, repetimos, podrían ser base para una gestión que alejara de Huelva el peligro de verse postergada.
Si el puerto pesquero del Sur no se nos concede, entonces sí que los pescadores de Huelva y la provincia pueden hacer almoneda de sus artes y buscar nueva orientación de vida. La crisis por que atraviesa actualmente tomaría caracteres de permanencia. Entonces el mal no tendría remedio.
Tratar de evitarlo, sin espíritu de hostilidad hacia Cádiz, que hace todo lo que debe y que cumple admirablemente con su deber, de pueblo, es una obligación de los onubenses. Suponemos que las entidades directoras y todos los huelvanos que se precien de serlo estarán ya alerta para concurrir hoy a la reunión del Ayuntamiento y que no dejarán que por esta vez nos gane nadie en diligencia ni en actividad.
Blanqui-Azul. Diario de Huelva, 22 de abril de 1928.
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