Al menos 80 Erasmus españoles sin alojamiento en Italia desde hace más de una semana
Italia/Del "prego" ("adelante") al "niente, niente" ("nada, nada") en cuestión de segundos. A ello se reduce el fugaz paso de los Erasmus españoles por las inmobiliarias de algunas ciudades de Italia. Es el caso de Ferrara o Pisa, donde universitarios onubenses ponen de manifiesto la "discriminación" que sufren a la hora de alquilar una vivienda.
"Nos aprendemos un texto en italiano para explicar que estamos interesados en una vivienda para estudiantes durante los meses del Erasmus", pero en el momento en el que el acento español les delata "nos rechazan y nos dicen que no tienen nada para nosotros", explica a este diario Manuel, estudiante onubense de Veterinaria en la Universidad de Valencia, quien subraya que acumula casi 20 días en Pisa topándose con la negativa diaria de las inmobiliarias a alquilar a "universitarios españoles".
Universitarios y España dibujan una ecuación negativa en Italia. Al medio centenar de Erasmus españoles que llevan más de una semana en Ferrara sin conseguir alojamiento, tal y como informó esta redacción el pasado martes, se les une ahora una treintena de estudiantes que sufren la misma odisea para encontrar casa en Pisa.
Desde finales de mayo, Manuel está inmerso en la operación de buscar piso en esta ciudad italiana, donde cursará este año académico como estudiante Erasmus. "La búsqueda en los meses de verano era 'on line' y no recibía ningún mensaje de respuesta desde los portales habituales de alquileres", de ahí que Manuel y su compañero de universidad decidiesen viajar a Pisa con "tiempo suficiente para tener una vivienda antes de empezar las clases".
Las clases del Grado de Veterinaria comenzaron el pasado 12 de septiembre y una semana antes Manuel ya tocaba las puertas de las inmobiliarias italianas. Y "siempre" la respuesta ha sido un "no". Es por ello, que, según explica Manuel, quien expresa la situación de otros 30 Erasmus a modo de portavoz, "lo ideal parece ser decir que, bien somos estudiantes en prácticas, bien que estamos trabajando en Italia" porque "lo que no quieren es a Erasmus españoles, como bien nos han dejado claro en reiteradas ocasiones". En total, Manuel y sus compañeros llevan recibiendo "noes" desde hace casi 20 días y, tras recorrer unos 20 kilómetros diarios "para preguntar en todas las inmobiliarias".
Manuel ha tenido la suerte de encontrar un Airbnb que les ha prolongado la estancia hasta principios de octubre, "dado que nos veíamos en la calle", sostiene. Además, la dueña del Airbnb, una chica argentina, les ha conseguido una cita con un particular para ver un piso, "si bien no nos ha prometido nada". "Sería el primer alojamiento que nos dejan ver en, prácticamente, tres semanas", lamenta Manuel.
Otros no han tenido esa posibilidad. "Una de mis amigas ha llegado a dormir junto a más de 10 personas en literas en una misma habituación", añade Manuel.
El momento en el que más cerca estuvo Manuel de tener una vivienda en alquiler fue al comienzo de sus clases en la Universidad, momento en el que, asegura, "llegamos a pagar la señal de un piso en una inmobiliaria". Sin embargo, todo dio un giro "cuando el propietario se negó a arrendar a Erasmus españoles por, aparentemente, la fama que tenemos", denuncia.
Esta efímera sensación de tranquilidad tras el pago de esta señal le permitió a Manuel asistir a clase los tres primeros días. No obstante, "cuando vi que me volvía a quedar en la calle, mi única preocupación volvió a ser recorrer la ciudad para encontrar alojamiento".
Para los Erasmus, según argumentan, esta situación supone un "perjuicio emocional" al no tener una casa, pero también "cansancio por tantos kilómetros recorridos al cabo del día" y un inconveniente para cuestiones como "tener una red WIFI o la llegada de paquetes desde España" porque no tenemos una dirección para ello.
La duda sobre si volver a España ya asoma en la cabeza de Manuel, quien reconoce que es "insostenible" el gasto de dinero que le supone no tener alojamiento, así como el perjuicio de "ir de casa en casa en busca de una cama", una vez expire su estancia en el Airbnb.
Es la solidaridad de los estudiantes que sí han encontrado vivienda la que permite descansar bajo un techo a los que aún no han conseguido el beneplácito de las inmobiliarias y, por ende, de los arrendatarios.
A unos 200 kilómetros se encuentra en la misma situación otro onubense, Javier Marín, estudiante de Derecho en la Universidad de Huelva. Comenzaba su aventura Erasmus el pasado miércoles 14 de septiembre y lo que no se imaginaba es que todo se volvería cuesta arriba al toparse con los continuos "noes" de las inmobiliarias del país italiano. "En los dos primeros días me recorrí entre 30 y 40 inmobiliarias y todas me decían que ni entrase porque no tenían alquileres para universitarios de Erasmus", explica el joven onubense.
El rechazo impasible de las inmobiliarias no afecta únicamente a Javier. Dos compañeros suyos de Huelva y alrededor de medio centenar de españoles denuncian un "episodio de discriminación" en la ciudad, tal y como recoge Javier. Tanto es así, que "nos han colgado al oír que somos estudiantes e, incluso, cuando leen el prefijo +34 de España", lamenta.
El próximo lunes surge una dificultad más. Javier comienza sus clases en la Universidad y no sabe en que ciudad estará ni si tendrá una cama donde dormir. Es por ello, que este estudiante de Derecho desconoce si podrá sumarse al resto de sus compañeros en las aulas o, si por el contrario, tendrá que seguir invirtiendo sus días en buscar alojamiento.
Tal es la preocupación de Javier, sus compañeros y sus familias, que también contempla regresar a España. Además del perjuicio emocional que supone pasar una semana sin casa en un país extranjero, influye el alto coste de la vida allí. "Pagar un hotel, hostal o Airbnb, comida fuera de casa y transporte les está costando mucho dinero a nuestras familias y esta situación no se puede prolongar mucho más tiempo para ellos", finaliza.
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