Aracena cumple con la quema de los rehiletes

Una de las típicas candelas se realiza en la Plaza Alta, entre la parroquia y el Cabildo Viejo, justo en la subida al castillol costumbres La tradicional quema de los rehiletes tendrá lugar el viernes en distintos barrios de la localidad serrana.

Una de las candelas ardiendo en la noche de los rehiletes.
Javier Moya / Aracena

04 de diciembre 2012 - 01:00

La Sierra se inunda durante el puente de la Inmaculada de actividades y tradiciones ancestrales. Una de las más curiosas, por el cariño de los protagonistas y perplejidad de los foráneos, es la quema de los rehiletes, en otros pueblos de la comarca conocidos como avelorios. La noche de Rehiletes en Aracena, que acontecerá el viernes, sirve para rememorar tradiciones pasadas, secundadas con fervor desde sus orígenes sin llegar a perder su esencia actual. El paso de los años provoca avances y cambios, pero no deja de ser una noche especial, de ahí que muchos visitantes no se la quieran perder.

Entre los cebolleros, vecinos de Aracena, es una de las tradiciones más queridas por perdurar tanto en barrios y calles de la ciudad pese al paso del tiempo. Una de las candelas más conocidas se ubica en la Plaza Alta, en un marco incomparable entre la parroquia y el Cabildo Viejo. La candela se coloca justo en la subida hacia el castillo. Muy cerca de allí, en el barrio de Santo Domingo se prepara otra de las candelas de mayor dimensión junto a la fachada de la ermita y, al tener también el tostón, seguramente la más multitudinaria y popular.

Además hay, entre otras, en la calle Alegre, en torno a la Plaza de Toros, en el Recinto Ferial y en la calle Cantarrana, dentro del barrio de San Roque, así como en otras zonas del pueblo, donde surgen de forma esporádica. Una de las costumbres más modernas es que cada vecino aporta los productos típicos de la Sierra, principalmente en torno al cerdo ibérico, y son asados al calor de la candela junto a un buen vino.

Los rehiletes se hacen las semanas antes en los castañares más cercanos con numerosas hojas de castaño prensadas sobre una vara de olivo y sujetadas en la punta por una castaña para que no se salgan. Después son prendidos gracias al fuego antes de darle vueltas constantemente en círculo con el brazo extendido para que nunca pueda rozar sobre el cuerpo. Tanto para mayores como jóvenes la atención y el cuidado al prender los rehiletes debe ser máxima. Una tradición arraigada, los niños tienen una ilusión especial y los mayores recuerdan tiempos pasados.

Bajo estos consejos sólo queda pasar una buena noche en torno a la candela con conocidos y desconocidos dentro del mejor entorno como la noche otoñal en la Sierra. Y sobre todo prender todos los rehiletes guardados de forma que no se apaguen con la velocidad del brazo en el giro del mismo para formar auténticos arcos de fuego llenos de magia y simbolismo cristiano.

La fiesta de los Rehiletes hace muchos años tomó un matiz religioso con la Inmaculada Concepción y las candelas sirven como purificación en torno al fuego de la noche serrana. En el ámbito religioso el sábado al mediodía, tras la función en honor a la Inmaculada, después de celebrarse una novena, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, saldrá en procesión por segundo año consecutivo la imagen por las calles del barrio de la Plaza Alta portada por un valiente grupo de jóvenes costaleras.

Horas antes, a partir de las siete de la tarde, volverá a hacerse en la plaza de Santo Domingo el Tostón Solidario, donde un gran número de kilos de castaña son asados en un enorme tostador para ayudar cada año a alguna causa social que bien lo merece. Colaboran muchas asociaciones y colectivos del pueblo a través del Consejo de Bienestar Social municipal que por consenso ha decidido que este año sea destinado a Cáritas para ayudas de emergencia social.

Desde las cinco de la tarde muchas personas, mayoría de mujeres, estarán en la plaza preparando el tostón y rajando castañas.

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