El Señor, en su altar mayor
pUERTA DEL MAR
Jesús de la Pasión vuelve a presidir la parroquia mayor de San Pedro en su centenario
Las nuevas generaciones no conocían esta portentosa imagen
El Señor de Pasión está en el altar mayor, donde ha permanecido siempre en el corazón de quienes antaño lo tuvieron en su mirada. Estas ausencias de pasadas cuaresmas, de muchas cuaresmas, se ven ahora recompensadas cuando, por fin, el Señor está donde tiene que estar. Lo hace en el centenario de la fundación de la hermandad de penitencia; una efemérides que mueve todos los sentimientos pasionistas.
El Señor de Pasión aparece a nuestros ojos integrado en el altar mayor, con su dorado barroquismo, como tantas cosas del arte puesto a disposición del culto. En esta adelantada Cuaresma Él lo preside todo en un montaje espectacular, de la mayor belleza, único e irrepetible en toda Huelva, porque hoy la parroquia mayor guarda lo mejor del arte de nuestros templos. Es, lamentablemente, la única parroquia que tiene un retablo barroco de estas características, recompuesto y consolidado, que no restaurado. Testimonio de la memoria de la Iglesia, donde se debería reponer lo que falta (si Cultura lo tiene a bien).
Un centenar de cirios para una conmemoración importante en la vida de la devoción al Señor de Pasión, que se ancla en rezos que nacieron al amparo del sagrario, en la capilla del Señor. Una imagen que representa la fe de un pueblo en la divina madera.
Este gozo de arte cofrade está integrado en un altar realizado en el siglo XVIII, como reflejo de la cultura al servicio de la fe cristiana. Un altar entre angelotes que asoman en roleos vegetales de sus columnas.
Cera alta, cirios rojos de su vínculo sacramental por la fusión con la más antigua hermandad sacramental de la provincia de Huelva, la de la parroquia mayor de San Pedro, que le alumbran en candeleros. Cirios como los que portarán luego los hermanos acompañándolo el Martes Santo, dando vida al cortejo penitencial.
En este momento de sus cultos, el Señor de Pasión no está solo en el altar mayor, le acompaña la Virgen Inmaculada y San José, todo superado por el Padre Eterno.
La Virgen del Refugio no se olvida en estos días; preside la capilla de la hermandad, la de la Inmaculada, esperando de nuevo la llegada del Señor. Alumbrada por la luz de la fe, en un altar especialmente hermoso para esta ocasión.
Jesús de la Pasión muestra en su altar de cultos todo su poder de Dios, aparece avanzado en su zancada, como queriendo arrancar su caminar para ponernos a todos en esta Cuaresma que ya se vislumbra, en una Semana Santa permanente, en un camino para llegar a la Pascua de la Resurrección.
El Señor se muestra con sencillez y con el poder de Dios hombre, en un a ocasión única que la hermandad está viviendo. No se ha dejado ningún detalle sin cuidar. Hay sobriedad y solemnidad, monumentalidad y amor sincero en cada uno de los candeleros que se le ha puesto, o en su exorno floral, en cuatro jarras a sus pies.
El altar de cultos lo tiene todo. Es un cañaveral de luz, de fe. Cirios encendidos y alimentados por tantas plegarias de los devotos pasionistas que vivieron la hermandad en estos cien años, que se renovó en muchas generaciones. Cirios encendidos por quienes se fueron y dejaron viva la llama cofrade en este Martes Santo eterno.
En los cinco días de quinario se han vivido momentos muy íntimos al lado de Jesús de la Pasión, de cercanía, de convivencia, de hermandad y, sobre todo, de parroquia. El Señor ha unido los deseos de todos para que este sea un tiempo de gracia en el que lo mejor es aprovechar cada instante, disfrutarlo y retenerlo.
El arte a través de los siglos ha servido, como lo hace ahora, para que entren por nuestros ojos tantas verdades. Eso es a lo que el Señor de Pasión invita.
La espera durante tantos años ofrece ahora un tiempo excepcional para el gozo. El arte al servicio de un culto que se mantiene hoy día, que en la calle tiene multitudes en las cofradías, pero que también hay que acercar al templo y esta es una forma de hacerlo, con Jesús de la Pasión.
Unos cultos para recordar y repetir cada año
La convocatoria de estos cultos es para guardarla como un documento de gran valor por lo que supone la vuelta Jesús de la Pasión a presidir el templo como lo hacía en los años cuarenta del siglo pasado. Lo que no es para mantener siempre vivios son los sentimientos de tantos devotos que desean que esto no sea efímero; que cada año se pueda honrar esta devoción con la misma fuerza y belleza que ahora. Son elementos que unen y hacen parroquia. Hoy será la función principal que, a las 12:30, preside el obispo José Vilaplana.
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