Bernardo Montoya reitera su inocencia y sostiene “hasta la muerte” que no violó a Laura Luelmo

Juicio por el asesinato de Laura Luelmo

El acusado mantiene que padece impotencia para evitar la pena por agresión sexual

Las pruebas que se recogieron en su momento contradicen su versión

Bernardo Montoya a su entrada a la Audiencia Provincial en el día de ayer. / Julián Pérez / Efe
Óscar Lezameta

17 de noviembre 2021 - 06:05

Huelva/Al comienzo del segundo día del juicio que se sigue contra Bernardo Montoya, acusado del secuestro, violación y asesinato de la joven Laura Luelmo en diciembre de hace tres años, se pudo escuchar de nuevo la voz del único encausado. Fue breve, en los escasos segundos que transcurren desde su salida del vehículo policial que le traslada todos los días hasta la Audiencia Provincial desde la prisión de La Ribera y la entrada de los detenidos. “Soy inocente”, gritó. No habrá más al menos hasta hoy, ya que los medios de comunicación siguen vetados en la sala. Nada de lo que dijeron los 18 testigos –cinco de ellos por viodeoconferencia–, siete de ellos guardias civiles en la jornada de mañana (por la tarde no hubo sesión) trasciende al exterior.

El abogado de Montoya, Miguel Rivera, el único que hasta el momento se detiene a compartir públicamente lo escuchado en la sala y siempre según su propia opinión, reiteró nada más finalizar las sesiones de la mañana que Bernardo “sostiene hasta la muerte” que “él no violó” a Laura Luelmo, ya que mantiene su versión de la “impotencia” de Montoya y que así seguirá siendo “salvo que sea desbaratado y desmontado” este extremo.

No es la primera vez que el acusado alega problemas de impotencia para tratar de evitar la acusación de agresión sexual, algo que mantiene desde el mes de septiembre cuando salió de la prisión de Morón a la que fue trasladado para someterse a unas pruebas médicas en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Se trató de una visita autorizada por la titular del Juzgado de Instrucción número uno de Valverde y que consistió en una ecografía. No obstante, según las pruebas realizadas en el cuerpo de la joven, el hallazgo de trazas de ADN del acusado desmontarían su versión de los hechos.

Su abogado defensor también continuó desgranando lo dicho por su cliente ante las preguntas de las partes y que básicamente consistió en determinar “a qué hora estaba él en la calle y a la que vio a la chica”, algo que según señaló a las puertas de la Audiencia, “todos sabemos ya”.

Miguel Rivera en un descanso en la causa que se sigue contra su cliente, Bernardo Montoya. / M. G.

Sobre la acusación de asesinato que pesa sobre Bernardo Montoya, Rivera afirmó que “de eso todavía no se ha hablado” pero que “se irá hablando”. No obstante sí respondió a la cuestión de si está prevista una nueva declaración de Bernardo en el juicio –algo no previsto en ningún caso– para lo que apuntó directamente al criterio del magistrado que preside la causa como el que debería autorizarlo.

Tampoco se explayó sobre si expareja de Montoya, a quien acusó el primer día de ser la autoria material del crimen, sea llamada a declarar a lo largo de los dos días que quedan de juicio y señaló que “no le consta” que eso se haya solicitado por ninguna de las partes, por lo que también puede descartarse. Hay que tener en cuenta que sobre la autoría del crimen, el único acusado es el propio Bernardo Montoya.

Tal y como adelantó ayer Huelva Información, la señalada por Bernardo ya había testificado sobre dicha implicación ante la jueza instructora de Valverde y durante la misma, aportó documentación que probaría que no se encontraba en El Campillo el día de los hechos. Además, recordó que no había visto a Bernardo desde hacía tiempo. Habrá que esperar previsiblemente a la última jornada del juicio cuando se expongan las conclusiones finales, para comprobar qué camino sigue la defensa del encausado, si presenta alguna prueba de que Josefa sí se encontraba esos días en la localidad de El Campillo y si tuvo algún tipo de relación con los hechos tal y como sostiene Bernardo. A pesar de que en un primer momento sí estuvo imputada, con posterioridad se la excluyó de participar, ni como testigo, en la causa que se sigue por el crimen de Laura Luelmo.

Rivera también se pronunció sobre la decisión de que las sesiones del juicio sean a puerta cerrada. El abogado considera que ha sido una decisión “correcta”, argumentando que “todos nos sentimos un tanto agobiados y atosigados” dada la expectación mediática del caso.

El juicio se reanuda esta mañana a las 10:00. Ayer no hubo sesión de tarde ya que se habían practicado todas las testificales previstas en la jornada. Para la tercera sesión está previsto que comparezcan seis médicos forenses y agentes de distintos grupos de la Guardia Civil que tomaron parte en la investigación del caso. Quedará únicamente la sesión de mañana con otros seis agentes de la Benemérita, cuatro médicos forenses y un psicólogo que será el encargado de evaluar el estado mental del acusado, otra de las líneas de defensa que se esgrimieron en su momento y que habrá que esperar a comprobar cuál es su recorrido.

Miguel Rivera atiende a los medios de comunicación a la salida de la Audiencia Provincial. / M. G.

El auto justifica la puerta cerrada en todos los casos

El magistrado que preside la causa, Florentino Ruiz Yamuza, justifica la decisión de celebrar la vista a puerta cerrada en la necesidad de evitar “una victimización secundaria” de las víctimas tanto directa como indirectas. En su auto, el magistrado precisa que la regla general en el ordenamiento jurídico español es publicidad de las actuaciones judiciales, como se consagra en Constitución Española, la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Enjuiciamiento Criminal, si bien recuerda que estas normas también contemplan la posibilidad de limitar la publicidad de los debates del juicio oral cuando concurran razones de orden público o de protección de los derechos y libertades. Tras citar además doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, precisa Ruiz Yamuza que en este caso “concurre un interés digno de protección” que es “la preservación de la intimidad y dignidad de las víctimas”, tanto directa como indirectas, que indican la exclusión de la publicidad de las sesiones del juicio. “La protección del derecho a la memoria e intimidad de las víctimas justifican en este supuesto la celebración del juicio a puerta cerrada a fin de evitar para las mismas una victimización secundaria que se seguiría de la celebración ordinaria del plenario”. Añade que la difusión del contenido de las pruebas a practicar y del debate a desarrollar puede tener “un impacto indeseable” en los derechos fundamentales de quiénes se insertan en el procedimiento como víctimas y que protege la ley del Estatuto de la Víctima. Lo realmente grave de este auto es que los mismos argumentos se pueden esgrimir para justificar la puerta cerrada en cualquier juicio.

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