Cientos de personas recorren la ciudad reclamando a la pequeña
Familiares, vecinos y ciudadanos recorrieron el camino desde El Torrejón a la Subdelegación del Gobierno · Una falsa alarma creó una conmoción en la comitiva: se creía que había aparecido la niña
"Queremos a Mari Luz". Ese mensaje fue el que llevaron ayer a las calles de Huelva las cientos de personas que se manifestaron para pedir la vuelta de Mari Luz Cortés, casi tres días después de que la pequeña desapareciera sin dejar rastro. Sus compañeros y profesores del colegio, familiares, vecinos, amigos, representantes políticos y ciudadanos anónimos recorrieron el camino entre El Torrejón y la Subdelegación del Gobierno entre lamentos por la desaparición y la petición de que, si alguien la ha secuestrado, libere a la pequeña. Y con una falsa alarma sobre su aparición que conmovió la comitiva en el centro pero que de nuevo se trocó en desesperación al comprobar que no se correspondía con la realidad.
La manifestación se iniciaba como una concentración silenciosa, que salía del Seminario, el colegio de Mari Luz, sólo interrumpida por las voces de sus compañeros de clase. "¿Dónde está la casa de la Mari? ¿Qué ventana es la suya? Quiero que vuelva" eran las frases de los más pequeños ante una situación que entienden aún menos que los adultos, por qué su amiga, a la que "echamos de menos" no ha ido esta semana a jugar con ellos al colegio. Los niños han notado su ausencia, la silla y la mesa vacía y, según explicaba ayer la profesora de la pequeña, María Carmen Feria, "saben que algo ha pasado" y que sus padres no están como siempre, sino con miedo. Un miedo que se ha notado en el colegio y en las calles y que amenaza con hacerse más presente conforme pasan las horas. Igual que el dolor de la familia, que ayer no pudo asistir al completo a la manifestación ya que la madre, una tía y la abuela de la pequeña tuvieron que quedarse en su domicilio atendidas por la Cruz Roja después de días sin dormir, sin comer y sin reposo, y ante la emoción de ver congregados a los compañeros de su pequeña ante la puerta.
A ese dolor se hacía referencia al inicio de la caminata hacia la Subdelegación (ya sin los alumnos) con la lectura de una carta del obispo, José Vilaplana, para la familia. "Como Padre y Pastor de la Diócesis, me solidarizo con los sentimientos de angustia, temor y rabia que embargan a nuestra querida barriada del Torrejón", afirmaba el obispo, que pedía a la Virgen de la Cinta la vuelta de la pequeña y "a Dios que transforme en los secuestradores su corazón de piedra por un corazón de carne". Un mensaje de especial valor para una familia de profundas creencias religiosas que daba paso a la organización de la comitiva que recorrería durante más de dos horas las calles de la ciudad.
Al frente de ella, tras un momento inicial de desorganización, se situaba la familia. El padre, mucho más afectado que en días anteriores, era acompañado por el abuelo de Mari Luz, Juan Cortés, que recordaba como "mi niña me baila flamenco y no hay día que no venga a mi casa y se coma un polvorón, que le gustan" y transmitía una petición unánime en la familia: "Que la devuelvan, que no vamos a tomar represalias". El resto de familiares sostenía también una pancarta en la que un elocuente "Ayúdanos a encontrar a Mari Luz" transmitía el motivo de la manifestación con un objetivo añadido: que el interés por el caso de la niña no decaiga en el tiempo, uno de los mayores miedos de los familiares.
Todo iba según lo previsto hasta la mitad de la Gran Vía. Pero al llegar a este punto saltaba la alarma primero y una alegría incontenible después: se corría el rumor de que habían encontrado a la niña y todos los manifestantes querían estar en el centro de la comitiva, de donde parecía llegar la noticia. En un momento de desconcierto hubo incluso algún desmayo provocado por la emoción, pero la buena nueva se desinflaba: si primero uno de los familiares aseguraba que se estaba interrogando a un sospechoso, posteriormente esta afirmación se veía desmentida para mayor dolor de la familia; la Policía sí había interrogado a alguien, pero no tenía nada que ver con el caso.
Tras unos momentos de silencio ante el Ayuntamiento, porque "a veces el silencio hace más ruido que los gritos", el subdelegado del Gobierno, Manuel Bago, recibía a la familia más directa y le transmitía los avances en la investigación. Además de Bago, una amplia representación de las instituciones onubenses se sumó a la comitiva, como el alcalde de la capital, Pedro Rodríguez; la portavoz socialista, Manuela Parralo; otros concejales y representantes políticos o del Recreativo de Huelva.
Para todos ellos tuvo la familia palabras de agradecimiento a través del padre de la pequeña, Juan José Cortés, quien aseguró que "esto es solo el principio y queremos un final feliz, por favor, sigan con nosotros porque les necesitamos". Y aludía a la recompensa a ese esfuerzo: "La única manera de agradecer este apoyo es que la niña aparezca".
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