Cincuenta años de un cambio en la plaza de las Monjas

Huelva de ayer a hoy

Un lugar emblemático para los onubenses que lo ha hecho suyo y se identifica con sus elementos clásicos que los ha reivindicado siempre

Antiguo kiosco de 'Manué' en la plaza de las Monjas. / Posta De Fiter

La plaza de las Monjas es el espacio más onubense. En estos últimos cinco siglos se ha ganado el convertirse en el corazón de la ciudad.

Un lugar que a finales del siglo XIX dejó de ser el gran espacio terrizo donde se celebraban espectáculos como corridas de toros.

El tiempo le ofreció elementos que fueron conformando la plaza, que se hicieron comunes y, lo que es más, tan familiares que no se entiende la plaza sin ellos.

Un elemento clave fue el templete para la música, porque se deja atrás aquellos escenarios inestables de madera para acoger a la Banda Municipal de Música en sus tardes de conciertos. En sus cuatro esquinas, los kioscos clásicos de chuches y de bebidas, veladores de tertulia y de boniato frito en época difíciles, de lebrillos de chufas y altramuces. Perimetrando el conjunto sus hileras de palmeras y arriates de flores, con setos que aislaban la plaza del tráfico que por entonces le circundaba.

Aquella plaza de las Monjas que había estado formando parte del imaginario de la ciudad un buen día acaba arrasada. Hace ahora de ello cincuenta años. No fue la mejor idea de Alejandro Herrero, después de tantos proyectos acertados para la ciudad.

Una plaza de las Monjas moderna, pero sin encanto y hasta sin alma; con bancos horroroso de piedra, vacía.

Aquella situación la sufrimos hasta que volvieron a ella sus señas de identidad. Los kioscos a las esquinas y el templete de la música, gracias al proyecto de Alfonso Martínez Chacón. Muy distintos los kioscos a lo que antes había, los que no debieron de desaparecer nunca porque le daban singularidad a la propia plaza, lo mismo que la caseta que hoy queda de aquella época frente al templete.

Se intentaron nuevos cambios, algunos con tampoco sentido como quitar una fuente para poner otra que parece más un jacuzzi; afortunadamente los dos chirimbolos acabaron desapareciendo de aquí. Al menos se le escuchó a los onubenses en esa ocasión, porque aquí algunos quieren dejar su ‘meadita’ y para eso siempre tuvo la plaza urinarios públicos.

Ahora se anuncia una nueva actuación en la plaza de las Monjas por parte del Ayuntamiento y no sabemos qué va a ocurrir, pues detrás de la buena voluntad de un equipo de gobierno puede estar el más atrevido de los arquitectos que solo piense en él y no en una plaza que es de todos con unos parámetros que ni falta le hace cambiarlos.

Desde la esquina de las Agustinas

La esquina del kiosco de ‘Manué’

Este ángulo desde las Agustinas ofrece una visión de la plaza de las Monjas antes de la reforma de 1970, la postal es del año anterior.

A partir de ese momento se produce el cambio más drástico, pues aunque el espacio necesitaba rejuvenecerse, desaparecen los elementos clásicos que configuraron su historia, como el templete de la música y los cuatro kioscos en sus esquinas.

La vida en la actual plaza

En los últimos años aunque hubo intentos de volver a desfigurar la plaza de las Monjas, continúa con los elementos clásicos en ella, como son los kioscos y el templete de la música, aunque este ahora ha dejado de tener ese uso cultural que siempre dinamizó la plaza.

En la actualidad continúa siendo el corazón de la ciudad, marcado por la actividad de los bares en la zona que llenan sus veladores de onubenses.

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