La Cinta que ata a Huelva y su provincia

Huelva de ayer a hoy

Este año se conmemora los cien años del nombramiento de hermano mayor honorario de la Hermandad de la Cinta del Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Huelva

Los escudos del Ayuntamiento y la Diputación de Huelva en el zócalo de azulejos de la iglesia.
Los escudos del Ayuntamiento y la Diputación de Huelva en el zócalo de azulejos de la iglesia. / Eduardo Sugrañes

"No nos explicamos a Huelva sin la Cinta ni a La Cinta sin Huelva”. Esto lo escribía el periodista y escritor valverdeño José Nogales en el El Liberal, en sus ediciones de Madrid y Sevilla, en la antesala de las fiestas de la Virgen de la Cinta en el verano de 1902. Por qué esa penetración tan íntima se preguntaba, y decía el mismo que: “Los siglos dejaron allí en la cumbre de aquella sagrada colina el intangible producto de los humanos amores, delatada, extendidos en la onda del tiempo como en la onda infinita del espacio se dilata y extienden las vibraciones de la luz y las armonías del sonido”.

Extramuros de la villa estaba la ermita de la Cinta, aunque muy cerca, como decía Juan Agustín de Mora, en su ‘Huelva Ilustrada’ de 1762, y siempre fue de gran devoción de todos los pueblos del entorno: “más al Norte, y media legua corta de la Villa, está uno de los santuarios de mayor devoción de la Villa y de toda la Comarca. Este es la capaz iglesia de Ntra. Sra. de la Cinta”.

La Virgen de la Cinta por la avenida Manuel Siurot en su último traslado al centro de la ciudad.
La Virgen de la Cinta por la avenida Manuel Siurot en su último traslado al centro de la ciudad. / alberto dominguez

José María Segovia hila muy bien ese cordón umbilical del santuario con la ciudad en sus relatos ‘A la orilla del Odiel’, en 1986: “Aquella ermita de nuestra infancia era como un punto y final al Conquero. Algo así como coronar un camino en el cielo de Huelva”.

Sabemos de esa devoción de los marineros de toda la costa onubense, que cuenta Juan Agustín de Mora como recoge el diario de 'A bordo' de Cristóbal Colón, cuando el 3 de marzo de 1493 la invocan a Ella y los libró de una fuerte tempestad que les rompió las velas y los dejó a árbol seco.

Volvemos a José Nogales para recuperar esa exclamación que hace en su relato: ¡Cantad, marineros, la salve candorosa, que es como la voz de los siglos que la piedad endulza!

Los piropos a la Virgen de la Cinta siempre fueron como un ramillete de jazmines de poetas como los de Fermín Requena, de Higuera de la Sierra, que le dedica en 1968 en ‘Provincianas’:

Bonita Virgen huelvana

que alumbra, desde el Conquero,

el más florido sendero

que el Sol andaluz desgrana…

Ese vínculo tan especial de la Virgen de la Cinta con Huelva se ha visto a lo largo del tiempo representado en diferentes formas.

Un amor que nace de lo más íntimo, así lo dice historiador y escritor Diego Díaz Hierro en su Historia de la Cinta de 1967, quien recuerda que la proclamación de Patrona o de Alcaldesa Perpetua es una: “asombrosa acentuación del amor cintero por parte del pueblo sano, siempre protagonista de la oración más piadosa y sincera que de seguro recibiera la Virgen”.

El interior de la iglesia con los azulejos del Ayuntamiento y la Diputación de Huelva.
El interior de la iglesia con los azulejos del Ayuntamiento y la Diputación de Huelva. / Eduardo Sugrañes

Muestra de filial cercanía que vemos por muy diversas manifestaciones hacia la Virgen quedan unidas por gestos, por expresiones de no solo onubenses de la capital sino por huelvanos de toda la provincia, como aquí vemos en sus escritos, que llevaron un día a la Hermandad de la Cinta a reconocer ese vínculo con el Ayuntamiento de Huelva y la Diputación Provincial nombrándolas hace ahora cien años con el título de hermano mayor honorario de la hermandad patronal. Este afecto se renovará el próximo día 7 de septiembre en la procesión triunfal de la Virgen de la Cinta por la ciudad tras finalizar su novena en la parroquia de la Concepción cuando visite a estas dos instituciones.

Nos quedamos para este final con las palabras de un palmerino, tan onubense como el que más, las de Manuel Siurot que fuera hermano mayor cintero en aquel año del nombramiento referido: “Como devoción, es la Cinta un sueño místico; como arte, una joya; como historia, una crónica de luz y amores”.

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