El Colón de Whitney y el de Vázquez Díaz
Huelva de ayer a hoy
El pintor nervense siempre quiso hacer junto a su esposa un monumento a Colón y a los Pinzones, cuyos bocetos acabarán en las paredes del monasterio de La Rábida en sus frescos
Tras mi estudio del Monumento a Colón, galardonada con el Premio Diego Díaz Hierro y pronunciada la conferencia 'Miss Whitney y Vázquez Díaz en La Rábida, dos caras que se encuentran’, dentro de las jornadas del Archivo Municipal de Palos de la Frontera, hallé en mis investigaciones habituales nuevos datos sobre Daniel Vázquez Díaz y La Rábida. Aparecen en la primera plana del periódico La Provincia del 23 de enero de 1926, cuando Palos y Huelva se encontraban en plena efervescencia colombina por el vuelo del Plus Ultra .
Vázquez Díaz envía una carta al director de La Provincia, Modesto Pineda, que se reproduce íntegramente y en la que el artista quiere retomar la idea de un monumento a Colón y los Pinzones que en su día dice propuso. Lo hace en el momento en el que como él indica se habla de un nuevo monumento a Colón, regalo de los americanos: “La Prensa de estos días me entera del bello propósito de llevar a cabo la idea de un monumento a Colón en La Rábida, gracias al generoso y nunca bastante ponderado amor a la madre España de los hijos de América”.
El monumento al que se refiere el pintor debe ser el Colón de la Punta del Sebo, que se inaugurará en 1929, deseo del que William H. Page ya venía hablando en Nueva York. Vázquez Díaz también podría referirse al del IV Centenario, que todas las voces pedían su sustitución. De cualquiera de las maneras la idea era la misma, un monumento con una escultura corpórea de Cristóbal Colón, algo más que una columna conmemorativa.
La carta de Vázquez Díaz venía a recordar lo que hacía unos años le había contado a Modesto Pineda “de un proyecto mío y de mi mujer”, del que indica se ocupó el periódico y también Rogelio Buendía, que “publicó un artículo describiendo la idea de ese monumento a Colón y los Pinzones”, pero además “proponiendo el nombre de mi mujer y el mío para realizar esta obra de arte, creyendo haríamos una obra fervorosa y de amor a la patria”.
Hay que destacar que la esposa de Vázquez Díaz, Eva Aggerholm, fue una reconocida escultora, con lo que daría fuerza artística a la idea propuesta.
Le pedía ahora a su amigo Pineda que “avives esas brasas que el tiempo habrá apagado”. Adelantaba que ya tenían realizado “una serie de estudios que han ido completándose en el transcurso de los días, las esculturas y el pedestal de granito con pinturas murales, glorificación de la gran epopeya”.
Pero, además, adelanta detalles de lo que pretendía para completar el monumento:
“Un panneau mural al fresco, colocado sobre la puerta del humilde monasterio donde Colón llamó pidiendo hospitalidad, completará el monumento al navegante inmortal que hizo de la Rábida la cuna del Nuevo Mundo”.
Quería que trasladara esas ideas a los onubenses a través del periódico y apuntaba directamente a la Sociedad Colombina y a la Juventud Artística Onubense, incluso se ofrecía a venir a Huelva a explicarlo todo, porque adelanta que “el proyecto está hecho”, apostillando que “sus autores son hijos de esos lugares santos y que solo con el amor puede hacerse una obra de amor como esta”.
Le preocupaba mucho hacia dónde se encaminaría la idea del monumento, sobre todo a quién se le encargaría:
“Y por Dios, evitad a todo trance que ese monumento caiga en manos de esos ‘picapedreros’ que han monopolizado el negocio de las ‘vanidades monumentales’, una vergüenza más para España y para nuestra provincia”.
Los deseos de Daniel Vázquez Díaz y su esposa no fueron correspondidos, aunque afortunadamente la persona a la que se lo encargan, Gertrude Vanderbilt Whitney, sí ofreció al monumento el nivel que el pintor reclamaba.
Esta carta aporta mucho, por un lado estos primeros deseos de Vázquez Díaz de un monumento a Colón y a los Pinzones, pero además lo quería completar con un fresco en la puerta del cenobio, que nos adelanta lo que ocurriría más tarde.
Sin hacer especulaciones, lo cierto es que esta idea es la inicial, su gestación, o los primeros pasos, que conducirían a la realización de los frescos colombinos que más tarde conseguiría llevar a las paredes del cenobio. De los que le habla al presidente del Gobierno Primo de Rivera para su ejecución en la recepción ofrecida en la víspera de la inauguración del Monumento a Colón de la Punta del Sebo, consiguiendo su apoyo.
Son las miradas de grandes artistas hacia la obra descubridora focalizada en Cristóbal Colón, evidentemente muy diferentes ambas pero mezclando junto a la modernidad del arte y la esencia de la epopeya colombina.
Nada tienen que ver ambos proyectos,Nada tienen que ver ambos proyectos vemos que se ejecutan en tiempos distintos. Vázquez Díaz ya tenía los bocetos para ese deseado monumento a Colón y los Pinzones que acabarán no en escultura, pero sí en los frescos de La Rábida, concluidos el 12 de octubre de 1930. Mientras, Gertrude Vandervilt Whitney consiguió hacer realidad el homenaje en piedra a Cristóbal Colón en la Punta del Sebo, inaugurado el 21 de abril de 1929.
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