Conchi Lillo: "No vemos los colores, sino la luz"
Voces de Huelva
La neurocientífica de Riotinto pone de manifiesto en su libro 'Abre los ojos' la importancia de ponerse en la mirada de los demás, dado que ninguno "vemos lo mismo"
Huelva/El sentido de la vista es solo nuestro. Son las particularidades de la persona que mira las que marcan la interpretación que hace el cerebro de las señales luminosas que el ojo procesa. Y la misma difiere de una persona a otra, una diferencia que es más notoria aún si la comparativa se hace con los animales. La neurocientífica nacida en Riotinto, Conchi Lillo, atisba cierta dificultad en la capacidad del ser humano de ponerse en los ojos de los demás y, de esta percepción, nace el libro ¡Abre los ojos! (editorial Next Door Publishers). La onubense se sirve de ilusiones ópticas, música y, sobre todo, rigor científico, para ahondar en uno de los sentidos más primordiales. Todo ello bajo la premisa de que "el mundo no lo vemos como es, sino como somos".
- ¿Qué le lleva a escribir y publicar 'Abre los ojos'?
- 'Abre los ojos' no es un libro académico, ni tampoco versa sobre la teoría de la visión. Es una obra de divulgación científica. En él hablo de visión humana, de patologías visuales o de curiosidades de la visión del animal. Todo sigue un hilo conductor que consiste en ponernos en los ojos de otras personas porque, cuando vemos el mundo, pensamos que todo el mundo lo ve como nosotros y nos cuesta ponernos en los ojos de los demás. Abordo así la ciencia desde un punto de vista que todo el mundo pueda entenderlo y, además, incluyo música y algunos guiños para que el libro sea ameno y divertido en algunos puntos.
- Se deduce de su afirmación que cada persona ve de forma diferente.
- La evolución ha hecho que todos tengamos un sistema visual muy similar, pero tenemos nuestras particularidades. Por ejemplo, hay mucha gente que es daltónica, es decir, que no ve los colores como el resto; y pensamos que es un porcentaje ínfimo, si bien en los hombres alcanza el 11% de afectados. Tenemos que entender que los colores que yo veo no son exactamente iguales que los que ve la persona de mi lado, pues la visión es una percepción sensorial, como pudiera serlo el oído o el olfato, en la que hay muchas anomalías y no somos conscientes de ello. En este sentido, considero que tenemos que ser más inclusivos con nuestro mundo visual, pues está muy centrado en las personas que ven correctamente y tenemos dificultades para llegar a quienes no ven bien.
- ¿Sabemos el origen de la visión?
- Tenemos muchas pistas. No sabemos todo porque el ojo es un órgano blando y hay pocos registros fósiles, pero sí que podemos intuir, por el desarrollo de otros animales, cómo se originó el ojo. Durante el desarrollo evolutivo, el animal desarrolló alguna célula fotosensible que respondía a estímulos luminosos y ello le daba ventaja, como huir de depredadores o cazar mejor. Esto fue perfeccionándose con el tiempo y, aunque todos los ojos se parecen en cuanto a la percepción, los hay muy dispares. De hecho, se dice que el sistema visual es el órgano que más se ha reinventado. Captamos una luz y la transformamos en un impulso nervioso que nuestro cerebro entiende y, por ende, puede reaccionar al mismo.
- ¿Es el ojo un órgano perfecto o presenta deficiencias?
- Todos los ojos tienen ventajas e inconvenientes, no hay un ojo perfecto. Los ojos se adaptan al ambiente del ser vivo en cuestión. Por ejemplo, nosotros somos seres diurnos y nuestro ojo no se adapta al hábito nocturno de otros animales, o viceversa. Cada uno adquiere ventajas que le ayudan a vivir mejor en su ambiente; y todos los ojos tienen defectos. Por ejemplo, el punto ciego. En cada uno de nuestros ojos hay una zona donde no hay fotorreceptores y se genera un punto ciego, que no vemos, pero que nuestro cerebro rellena con información visual de alrededor.
- Presentamos diferencias notales con el ojo animal.
- Los colores que vemos no son los que ven otros animales porque no tienen los mismos fotorreceptores. Los perros o gatos son nuestros daltónicos, pues los colores que ven son muy diferentes a los que vemos nosotros.
- Entonces no existen los colores.
- Los colores no existen. Lo que vemos es la luz y las distintas longitudes de ondas estimulan nuestras células fotorreceptoras, siendo el cerebro el que decide de qué color es cada una de esas longitudes de onda. Es por ello que no existen los colores y sí la luz. Y, como decíamos antes, otros seres vivos como perros, gatos o mariposas tienen células distintas que responden de forma diferente a la luz y, por ende, ven otros colores.
- Al hilo de esta afirmación, ¿quedan entonces explicadas las imágenes que se viralizan porque cada persona la ve de un modo diferente? Por ejemplo, la del vestido que para unos era negro y azul y, para otros, blanco y dorado.
- Todas esas imágenes se hacen virales porque, precisamente, las ves de forma diferente a otra persona. No vemos con los ojos, sino con el cerebro. Cuando tenemos una imagen delante que tiene cierta ambigüedad para el cerebro, éste rellena con información que conoce antes. En el caso del famoso vestido, si nuestro cerebro interpreta que la imagen está sacada con un gran flash de luz, lo que hace es oscurecerla y lo ve negro y azul; y si pensamos que tiene poca luz, aclaramos el vestido. Si tú le das la información que tu cerebro necesita, la interpretación será siempre correcta.
- Sucede así con las ilusiones ópticas.
- Las ilusiones ópticas se generan porque a nuestro cerebro les falta la información rigurosa para entender bien lo que está viviendo. Nuestro cerebro lo que hace es rellenar con cosas preconcebidas y lo hace de forma automática, algo que es positivo evolutivamente hablando.
- Sobre el ojo, uno de los aspectos que no se conoce tanto es que el color azul del ojo no existe.
- Efectivamente. No hay animales con pigmento azul, el azul que vemos es por un efecto óptico. Tenemos dos pigmentos en nuestro iris, el negro y el marrón anaranjado y el color de los ojos se debe a la proporción de ambos pigmentos, algo que depende de la genética o de la incidencia de la luz en el iris. Vemos ojos azules porque esa persona tiene poco pigmento en su iris y, como tiene poca melanina, vemos un efecto óptico.
- El color azul en el ojo tiende a verse como un atractivo de la persona. ¿Cómo valora que se haya 'normalizado' en algunas personas la operación para tener el ojo de un color determinado?
- Con la operación pigmentas la córnea, no el iris. Arriesgas mucho tu córnea para algo que es puramente estético y tienes posibilidades de sufrir fisuras o daños que lleve a males mayores. Por tanto, no recomiendo esta práctica lúdica y estética, si bien en algunos casos esta operación sí que tiene que ver con brindarle más protección a un ojo que le han extirpado el iris.
- ¿Qué hay del concepto de salud ocular? ¿Cómo podemos cuidar el ojo?
- Hay mucha pseudociencia en redes sociales de lo que hay que hacer para ello. Un tema que trato en el libro es la salud frente a las pantallas, pues se ha demonizado mucho la luz azul que nos llega de los dispositivos electrónicos, una luz azul que se dispersa mucho y puede producir algún deslumbramiento. Es algo que podemos solucionar reduciendo el brillo de la pantalla. Sí que es cierto que las pantallas generan fatiga ocular, lo que se conoce como síndrome del informático, cuando estamos mucho tiempo frente a la pantalla, mirando un punto fijo sin parpadear. Para ello está la regla del 20-20-20, es decir, cada 20 minutos descansar 20 segundos y mirar a 20 pies de distancia un punto fijo -seis metros-.
- La miopía es, probablemente, la afección que más conocemos. ¿Hay cada vez más miopes?
- Siempre se ha achacado la miopía a las actividades a las que estamos a una corta distancia de algo, como la lectura, coser o el ordenador. Sin embargo, no son el culpable directo, sino indirecto. Es más la ausencia de luz natural mientras hacemos estas tareas, pues es la luz del día la que permite que el ojo se desarrolle normalmente. La miopía se produce porque el ojo del miope es un poco más largo de lo normal, pero es la luz natural, sobre todo violeta, la que hace que nuestro ojo no crezca tanto o no haya tanta incidencia de la miopía. De hecho, ya existen tratamientos con luz natural para frenar o corregir la miopía en los pequeños.
- Con este libro ya en las calles, ¿qué reto se pone ahora?
- El de seguir aprendiendo sobre la ciencia básica de la visión, así como continuar el desarrollo de proyectos y disfrutar del mundo de la visión y de las curiosidades de los ojos humanos y de los animales, con la idea de compartir mis conocimientos con el resto.
El estudio de los secretos del ojo
Conchi Lillo, natural de Riotinto, es licenciada en Biología por la Universidad de Salamanca (1996) y doctora en Neurociencias por la misma Universidad en 2001 (Premio Extraordinario de Doctorado). A lo largo de este periodo predoctoral realizó estancias en varios centros de investigación en el extranjero, véase en la Universidad de Lund (Suecia), en la Universidad de Tübingen (Alemania) y en el Kelloggs Eye Center, de Michigan (USA). Su formación post-doctoral la desarrolló en The Scripps Research Institute en La Jolla, California (USA) desde 2002 hasta 2006. Ya en e julio de 2006 se reincorporó a la Universidad de Salamanca, en el departamento de Biología Celular y Patología con un contrato Ramón y Cajal y desde el año 2011 es profesora titular del área de Biología Celular en la Facultad de Biología. Imparte así docencia de Grado en la Facultad de Biología y de Farmacia y en el Máster de Trastornos de la Comunicación. Asimismo, desarrolla su labor investigadora en el área de la neurobiología de la visión en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL), donde dirige su propia línea de investigación.
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