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DESAPARICIÓN Y ASESINATO EN EL CAMPILLO
El Campillo/El principal investigado por la detención ilegal, la agresión sexual y el asesinato de Laura Luelmo, Bernardo Montoya, pretende alegar que padece un trastorno de personalidad. Su abogado, Miguel Rivera, avanza a Huelva Información que "hemos pedido a la juez que se le realice un examen forense habida cuenta de los antecedentes que le constan" desde la perspectiva psiquiátrica, y "nos lo ha concedido".
Así que ahora se encuentra a la espera de que el Instituto de Medicina Legal (IML) "nos cite, pero todavía no se nos ha notificado nada; yo estaré presente en esa diligencia", apunta el letrado.
La estrategia de defensa está clara: buscar posibles desórdenes mentales para tratar de amarrar circunstancias atenuantes que alejen a Montoya de la prisión permanente revisable, pena máxima que previsiblemente solicitarán las acusaciones.
En paralelo, el abogado de Bernardo busca demostrar que su cliente tiene problemas de erección, lo que según él le impidió violar a la víctima. En septiembre ya se le realizaron pruebas forenses y urológicas en el hospital Virgen del Rocío, "pero los resultados los desconozco por ahora".
"Bernardo por la noches pide a Dios, por este orden, por su madre, por Laura y por él, para que todo se esclarezca”
Una vez que pasen las fiestas navideñas, Rivera pretende solicitar a la juez del Instrucción 1 de Valverde del Camino que se lleven a efecto dos diligencias más, ambas dirigidas a incriminar con más contundencia a la expareja de Bernardo, Josefa Carmina, en el asesinato.
De un lado, el letrado pedirá "que vengan testificar al juzgado los trabajadores de la venta en la que los dos almorzaron" el día de autos (según la versión de Montoya), hace ahora un año en El Campillo. "El dueño de ese restaurante tiene que saber quiénes son o debe haber un cuadrante", recalca.
Por otra parte, reclamará por vía judicial a la Guardia Civil "que se recupere el teléfono móvil de Bernardo, que está en el cuartel de Valverde y que contiene audios y fotografías que demuestran su relación con Josefa".
Miguel Rivera subraya que desde que su cliente testificó el 4 de abril "no ha modificado un ápice de lo que dijo". En aquella última versión venía a ratificar lo que el 10 de enero transmitió a unos funcionarios de Sevilla II, que Josefa había acabado con la vida de la joven zamorana a martillazos.
Pero antes había ofrecido otras dos perspectivas bien distintas: ante la Guardia Civil dijo que Laura se golpeó accidentalmente con la puerta de su coche cuando trataba de raptarla; el 21 de diciembre declaró ante la juez que él mismo le había golpeado la cabeza contra el suelo de la casa de la calle Córdoba, que abusó de ella y que pedía perdón por todo lo que había hecho.
Es más, en aquella declaración judicial cuyo audio no llegó a grabarse por problemas técnicos "hizo la nefasta estupidez de decir que o lo metían en prisión o lo volvería a hacer", destaca el letrado. Luego se retractó de todo.
Bernardo Montoya ha solicitado el cambio de módulo en la prisión de Morón de la Frontera, donde "lleva ya casi un año en aislamiento". Pero el director del penal se lo ha denegado y "ha declinado reunirse conmigo", lo que ha motivado que el abogado haya "puesto una queja ante Instituciones Penitenciarias, que tiene ahora la patata caliente".
En el presidio, el investigado pasa los días "paseando durante cuatro horas y el resto de la jornada ve la televisión y lee la Biblia cristiana". Miguel Rivera añade que "ha llegado a contarme que por la noches pide a Dios, por este orden, por su madre, por Laura y por él, para que todo se esclarezca".
El letrado considera que en las condiciones en que su patrocinado se encuentra en Sevilla II "su salud se está resintiendo; está huidizo, tiene miedo, ya las cenas no las hace, está mal mentalmente".
La defensa duda que el juicio por el secuestro, la agresión sexual y el asesinato de Laura Luelmo vaya a celebrarse el año que viene. "Quedan pruebas por pedir y realizar, luego las conclusiones, ver si es o no con jurado y luego señalar la vista". Aboga más por 2021. A la familia de la víctima quiere decirle que, "independientemente de mi trabajo, lamento y siento profundamente lo ocurrido, soy un ser humano".
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