Cuenta atrás para las elecciones municipales
War Room
Cuando faltan menos de 500 días para los comicios en los que se elegirán ayuntamientos y diputaciones, las estrategias pasan por mantener una comunicación política sin fin
Huelva/El 28 de mayo de 2023 se celebrarán las próximas elecciones municipales, y ayuntamientos y diputaciones están, o deberían estar, calentando motores. El tiempo es lo más valioso en la estrategia electoral, casi lo único que no se puede comprar. De cómo se administre el tiempo dependerá en gran medida el éxito o el fracaso en las elecciones. Quedan menos de 500 días. Lo que no se haya hecho ya no se puede recuperar, pero todavía queda tiempo para realizar otras cosas, algunas de ellas muy necesarias para afrontar este proceso con garantías.
Las campañas de quince días con sus pegadas de carteles, mítines multitudinarios y el esperado spot electoral de cada partido, han pasado a la historia. Ahora las campañas políticas son permanentes. Empiezan el día siguiente de celebrarse las elecciones y no tienen fin. A diferencia de la campaña permanente, la campaña electoral es un acontecimiento concreto marcado por la jornada electoral. Debe ser entendido como un proceso de planificación estratégico para intentar reducir al máximo la influencia del azar, anticipando todo aquello que sea posible.
Si bien el concepto de campaña permanente implica una comunicación sin fin, la administración del tiempo va marcando la intensidad y el contenido durante el periodo porque no todo el electorado se interesa al mismo tiempo. Los más politizados e informados, aquellos que ya tienen su voto decidido, son los que se interesan al principio, mientras que hacia el final se van interesando los menos politizados e informados, a quienes hay que intentar persuadir con una comunicación más cercana y emocional.
Por tanto, una campaña electoral no puede definirse en el último tramo del mandato. Ahora las campañas permanecen activas todo el tiempo, con más o menos intensidad, y es en la recta final cuando los políticos rentabilizan el esfuerzo de posicionamiento que han venido realizando durante todo el periodo.
Por su experiencia y por la observación de campañas exitosas como las de Obama, “las mejores campañas en las que he participado comenzaron a prepararse entre un año y medio y dos años antes”, admite el veterano consultor político Daniel Eskibel. Según la división que él mismo realiza del ciclo electoral, en estos momentos nos encontraríamos de lleno en la tercera fase, aquella que comprende desde los 18 meses de la elección anterior hasta el 80% del mandato.
En esta fase es cuando se realiza la preparación activa de la campaña para llegar a la última fase con la maquinaria a punto: nombrar al jefe de campaña y al consultor político, realizar la investigación de la opinión pública y de los rivales políticos, elaborar un presupuesto, armar el equipo, diseñar el plan estratégico y reorganizar la vida del candidato. Para cuando llegue el momento definitivo, 10 meses antes de la cita electoral, todo debe estar organizado porque en esta última fase se trata de hacer, de poner en práctica todo lo preparado y de cosechar electoralmente todo lo sembrado en los años anteriores.
Una campaña electoral es, sobre todo, un fenómeno de comunicación de grandes proporciones donde hay que combinar la aparición en los medios de comunicación, la presencia en las redes sociales y el contacto directo del candidato con los ciudadanos. Requiere mucho trabajo y máxima concentración, porque las distracciones pueden resultar fatales.
500 días aún es tiempo suficiente
¿Qué puede hacer un alcalde y su equipo para en este momento para afrontar las elecciones municipales con ciertas garantías? La consultora Ideograma asegura que “menos de 500 días son aún tiempo suficiente para diseñar, idear y planificar una buena campaña electoral. Eso sí, con prisa y sin pausa”. Dado que el cronómetro ya “juega en nuestra contra”, la consultora ofrece algunas ideas de lo que sí se puede hacer en estos menos de 500 días:
-Organizarse y formarse: los equipos hay que organizarlos con tiempo para que puedan estudiar, aprender y probar. Luego ya no habrá margen.
-Calendarizar reuniones: diseñar un exhaustivo mapa de reuniones permitirá planificar una agenda estratégica. El frenesí de la campaña no deja tiempo para pensar, coordinar, preparar y llevar a cabo esos encuentros.
-Tener vínculos profundos con entidades: una agenda de reuniones estratégica posibilita dar continuidad a las relaciones y fortalecer vínculos con algunas entidades que nos interese.
-Recorrer las calles: significa estar constantemente en ellas y pasar horas paseando por los barrios para generar percepción de cercanía. Cada conversación marca un antes y un después, sobre todo en un público indeciso, y esas acciones requieren dedicación, planificación y, sobre todo, tiempo.
-Estudiar, pensar y planificar: de ahí saldrá nuestra propuesta política, los mensajes y las acciones que se llevarán a cabo en los primeros meses. Es imprescindible tenerlo todo estudiado y hacerlo nuestro.
-Desarrollar propuestas en los plenos municipales: los últimos 500 días se llevan a los plenos una cascada de proyectos y planes para el municipio. Es necesario generar contenidos en torno a ellos.
-Tener redes sociales: la fortaleza de estas plataformas es que permiten crear vínculos, y para ello se necesita tiempo. 500 días no son muchos, pero aún se pueden impulsar buenos contenidos y buenas relaciones.
Las campañas se planean y comienzan con muchos meses de antelación, de tal manera que lo que normalmente vemos es sólo la fase final.
Y aún por mucha planificación y anticipación, los errores llegarán, porque los equipos de campaña están compuestos por personas. En este punto cabe recordar la sentencia número 56 del considerado padre de la consultoría política, Joseph Napolitan, en su magistral obra 100 cosas que he aprendido en 30 años de trabajo como asesor de campañas electorales: “No tengáis pánico de los errores. Ocurrirán. Nunca he estado en una campaña perfecta, y dudo que alguien la haya conocido. Los errores sucederán. Normalmente no son serios; a veces lo son. Lo importante es no malgastar mucho tiempo llorando por ello o criticando a la persona responsable, sino dedicarlo a pensar cómo abordarlo. En muchos casos, lo mejor es sencillamente ignorarlo y olvidarlo.
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