Dedales de plata y manos de oro
aracena l costureras y tradición
La localidad serrana rendirá homenaje a la costurera Amalia con una exposición en septiembrel perdurable Esta labor pretende que el arte de la costura no se pierda a lo largo de las generaciones venideras.
El verano de Aracena está repleto de actividades. El abanico estival ofrece una multitud de posibilidades, algunas lúdicas y otras más laborales, fruto de la necesidad, obligación o responsabilidad de los estudiantes.
Existen quiénes prefieren el balón o la raqueta, la piscina o la playa, un camping o la montaña, el descanso y siempre el divertimento asegurado. Por supuesto, también están los obligados a trabajar algo para pagarse el año de carrera o costearse algunos caprichos.
Y además existe unas treinta personas con una reseñable afición, la mayoría jóvenes y todas mujeres, que de lunes a jueves en horario de once a una del mediodía peregrinan a diario hacia la casa de Amalia Domínguez, ubicada en la Plaza Alta.
Desde hace muchos años Amalia, cebollera de pro, acoge durante los meses de julio, agosto y septiembre en el zaguán de la casa de sus padres a muchas niñas dispuestas a aprender distintas labores. Y algunas no tan jóvenes para ampliar sus conocimientos y experiencia con la aguja y el hilo, sin olvidarnos del dedal como mejor protección.
La afición de Amalia por el arte de la costura parte de pequeña y desde entonces ha enseñado a varias generaciones, incluyendo vínculos familiares. Por ejemplo, ahora enseña a Elvira y antes lo hizo con su madre. Incluso están en la actualidad Gertrudis, junto a su hija Dolores y su sobrina Fátima, o las primas Raquel y Noelia.
Todas ellas van por distintos motivos. Desde las obligadas por su madre, las que desean ampliar su ajuar personal, hacerse algún capricho bonito hasta quiénes con esmero preparan algún regalo especial donde la dedicación sumada a un gran número de horas no tiene precio.
Las clases se hacen cortas. El buen ambiente reina en el fresco zaguán de la casa antigua como centro de costura cebollera. La maestra no descansa en ningún momento. Su hija Cristina, también alumna, ayuda a su madre con las más pequeñas en tareas como hilvanar o el comienzo del trabajo en el bastidor. Sorprende ver niñas desde los cuatro años, como Teresa; hasta mujeres ya mayores como Esperanza, Regina o Angelines, que no dejan de aprender y se adentran en las bromas de las menores para difuminar las calurosas mañanas de la Sierra con bastidor y aguja en mano. En el caso de Angelines, acude a la cita con varias de sus nietas para no perder la tradición.
El arte estrella entre las mujeres presentes en el taller sigue siendo el bordado, sin olvidarnos del viejo punto de cruz. Y este año muchas han elegido el arte de la vainica, es decir, el bordado que se hace especialmente en los dobladillos tras sacar algunas hebras del tejido. Las nuevas tecnologías ofrecen muchas posibilidades ya que a través de imágenes algunas tiendas especializadas sacan los parámetros de colores y cuadros exactos para hacer el punto de cruz a la perfección. Entre ellas existen alumnas que están realizando imágenes sacras de la localidad como el Cautivo de Fátima y Nuestro Padre Jesús Nazareno junto a María Santísima de la Amargura, de Noelia.
En su vida diaria, Amalia, además del trabajo de ama de casa y recibe numerosas peticiones de las vecinas de Aracena. Asimismo, colabora con festividades como la Cabalgata de Reyes Magos, Semana Santa y Romerías.
Los veranos continuarán viendo pasar a muchas niñas y a varias generaciones por las manos de Amalia Domínguez. Ahora el pueblo rendirá homenaje a un trabajo silencioso, y hasta cierto punto desconocido, con una exposición que recogerá parte de los trabajos realizados a lo largo de tantos años durante la primera quincena de septiembre. Los interesados podrán visitarla a partir del 1 de septiembre y hasta el día 11 del mismo mes en la ermita de San Pedro aracenense.
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