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Si nos ponemos a desear, que es lo que toca, ¿por qué no desear un mundo más comprensivo lleno de gente emocionalmente inteligente? No es tan difícil. Sólo necesitaríamos que todas las personas decidiéramos, de forma muy racional, desarrollar nuestra inteligencia emocional. Si además lo hacemos de manera práctica en nuestro día a día, pues ya sólo sería cuestión de tiempo… Sí, ya lo sé, no es poca cosa, pero es mi deseo…
Nos ha tocado vivir una realidad en la que las relaciones son cada vez más complejas, en todos los sentidos. Por eso, la inteligencia emocional es una habilidad esencial para la vida cotidiana. Porque no solo influye en cómo interactuamos con las demás personas, también lo hace –y mucho– en cómo nos entendemos y tratamos a nosotros o nosotras mismas.
Cada vez está más claro que el bienestar personal y profesional pasa por desarrollar esa habilidad para navegar con éxito las complejidades emocionales que nos plantea la vida actual, llena de retos, urgencias, canales de comunicación e inteligencia artificial. Así que, en un tiempo en el que la salud metal es una preocupación creciente, lo que me propongo hoy es sugerirte algunas acciones muy prácticas con las que empezar a atender tu inteligencia emocional ya desde estas Navidades. ¿Te unes al reto?
Para el autoconocimiento emocional, te propongo una bonita estrategia aprovechando la predisposición social de estos días. Construye una lista con siete personas, y queda con cada una en distintos momentos sólo con el objetivo de compartir historias personales, sentimientos y deseos. No te lo pongas demasiado fácil, y elige gente de diferentes contextos, con distintos grados de conexión. Si, además, con esto recuperas alguna relación o remiendas alguna que estaba algo dañada… ¡Feliz Navidad!
Para la empatía emocional, ¿te atreves a intercambiar tu realidad por la de otra persona durante doce o catorce horas? Debe ser con el acuerdo de esa otra persona, claro está, porque también quiera experimentar como tú otros desafíos, tengo-que y experiencias emocionales. No aproveches para escaquearte de algo concreto, cuanto más normal y rutinario sea el día que intercambiáis, mucho mejor. Nada como vivir la rutina ajena para tomar perspectiva.
Para la comunicación emocional, te sugiero que hables más contigo, pero por escrito y en formato de conversación. Escribe, por ejemplo, un diario emocional contando cómo te sientes al menos hasta Reyes, y haz que el diario te conteste y te dé consejos. A ver qué te dices… Puede sorprenderte el diálogo, y si no, como mínimo, mejorarás tu lenguaje emocional y tu forma de expresar tus sentimientos.
Y para la autorregulación emocional, me voy a repetir, porque es una estrategia que te recomiendo cada poco tiempo, pero que es tan potente que no me puedo resistir: da las gracias. Dedica unos minutos cada día a reflexionar, y anotar, las cosas por las que estás agradecido o agradecida. Quizás en Navidad te resulta un poco más fácil, y con suerte se te queda como un hábito muy sanador para la cuesta de enero.
La inteligencia emocional no es un destino, es un camino, un viaje. Ojalá te apetezca empezar la travesía en estos días en los que las emociones parecen fluir con más facilidad. Un mundo más empático y compresivo está a la vuelta de la esquina… Si tú quieres.
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