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Un día con Elena Oliveros, profesora en Bollullos
“Puedo estar una mañana entera respondiendo dudas”. Son palabras de Elena Oliveros, docente de Lengua y Literatura del IES Delgado Hernández de Bollullos Par del Condado, a quien el coronavirus también le ha cambiado su manera de vivir y ejercer su profesión. Ahora asegura que la carga de trabajo “es mayor” entre clases, actividades y dudas de sus casi 150 alumnos. La docente reconoce que el confinamiento le cogió un poco por sorpresa y más cuando la semana posterior al ya famoso 14 de marzo tenía programados los exámenes finales del segundo trimestre. Algo que descuadró toda la programación, no sólo de ella, si no de más profesores en las vísperas a las vacaciones de Semana Santa.
“Esos exámenes se quedaron sin hacer. La nota se puso con las que teníamos y ya está. No tenía otra”, además que eran las directrices con las que contaba, explica la docente de estudiantes de dos grupos de 3º de la ESO y de tres grupos de 1º de Bachillerato. Aunque hubo una parte de la materia que no se puedo examinar debido a las circunstancias, Oliveros explica que los días de sus clases son como minievaluaciones “porque hago muchas actividades, se corrigen en clase y llevo un control”.
A partir de la primera semana de confinamiento, Elena Oliveros, a la espera de las instrucciones del Ministerio de Educación y de la Junta de Andalucía, dio clase a través de una plataforma digital que ya utilizaba al comienzo del curso, donde deja a los alumnos mucho material. “La conocen muy bien y es muy útil. Y ese era mi canal de comunicación directo, además lo tienen en el mismo móvil y les llegan las notificaciones de mis mensajes”.
Así, Elena Oliveros comenzó a impartir la materia de la tercera evaluación a través de un programa de viodeconferencias grupal, que contiene un chat interno y la posibilidad de utilizar el micrófono por parte de los alumnos. Además, el programa permite dividir la pantalla en dos: por un lado su imagen, y por la otra diapositivas o material preparado previamente.
De esta manera, desde su casa, Elena Oliveros ha impartido clases, grupo por grupo durante un mes hasta que el “Ministerio dijo que el tercer trimestre debía servir para la gente suspensa para aprobar y recuperar, y para la gente que no había suspendido nada para refuerzo o continuar. Pero que la nota del tercer no servía para una nueva nota”.
A raíz de estas instrucciones, la docente ha dividido sus clases en cuatro grupos: los alumnos que tienen todo aprobado, los que tienen suspenso el primer trimestre, los que tienen suspenso el segundo, y los que tienen por recuperar los dos.
Para cada grupo pone actividades diferentes, siempre prácticas, que antes se corregían en clase y ahora lo tienen que hacer una por una. Casi 150 cada semana. También, “grabo clases los domingos”, donde explica la materia a sus alumnos para la semana que entra, y aparte los miércoles realiza clases en directo de dudas. Aunque éstas se extienden –también a petición de Oliveros– durante la semana a través de la plataforma digital. “Puedo estar la mañana entera respondiendo dudas”.
Toda esta situación del confinamiento que ha provocado una nueva forma de trabajar ha sido para Elena Oliveros “una auténtica locura”, aunque le consta que es un sentir general. Sobre todo por la incertidumbre que se generó para organizar un trabajo esencial.
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