Estrategias diarias para aumentar tu tolerancia a la frustración y sufrir menos
Gente Inteligente
Es imposible de evitar, pero sí que puedes prepararte para que no te domine la frustración, que no te reste energía y que te sirva de motor hacia lo que quieres conseguir
Tres ejercicios de inteligencia emocional que transforman tu comunicación personal
Todas las personas se frustran. Nadie puede evitar encontrarse frente a situaciones que no resultan como imaginaron. Así que, la frustración es un sentimiento universal. Esta es la primera toma de conciencia necesaria para dejar de darle tanta importancia, aceptarlo y reconocer que es humano y hasta necesario frustrarse. Después, la habilidad inteligente es aprender a gestionarla, e incluso saber cómo usarla a favor, que es lo que te sugiero con las estrategias de hoy.
En esencia, la frustración se produce cuando hay un desequilibrio entre las expectativas que tenemos y la realidad. O sea, cuando habíamos esperado algo distinto, a veces muy muy distinto. Y ya sabemos que nunca se desarrollan las cosas, o se conducen las personas, justo como esperamos. En esos momentos, se desencadena en nuestro interior una respuesta emocional desagradable porque percibimos que nuestros esfuerzos no nos están llevando a los resultados que deseamos. Así surgen reacciones naturales de resistencia, enfado, desmotivación o tristeza.
Nuestra capacidad para manejar y superar esas reacciones, sin perder el equilibrio emocional, se llama tolerancia a la frustración y, como casi todas nuestras habilidades emocionales, se puede entrenar. Así enfrentarás cada vez mejor y de forma más efectiva todo los desafíos y obstáculos que te encuentras en la vida a la vez que disminuyes el estrés, aumentas tu creatividad y capacidad de adaptación, y reduces tu sufrimiento.
Estrategias diarias para fortalecer la tolerancia a la frustración
No te des todos los caprichos así sin más, practica la paciencia condicionándolos un poco. Esto se hace cultivando el hábito de decir ‘si pasa tal cosa, consigo tal otra’. Por ejemplo: cuando acabe de ordenar los cajones, me voy a tomar ese pastel que me gustan tanto, o, cuando termine de escribir este artículo, me voy a dar un paseo con mi perra… Pueden ser más o menos motivadores o tener menor o mayor alcance, tú decides, lo importante es darle valor a tus logros.
Identifica el comienzo de tu frustración y practica el minuto de luz. Esto se hace desarrollando primero un buen nivel de autoconocimiento a partir de la auto observación, para ser muy eficiente identificando cuándo y cómo empiezas a frustrarte. En ese momento paras un minuto, respiras, y te repites alguna frase que hayas preparado previamente con el objetivo de frenar toda la fisiología asociada a las emociones que empiezan a surgir. ‘Todo va a acabar bien’, ‘Lo importante soy yo’, ‘Paso a paso’… Encuentra tu frase y respira.
Si aprovechas bien el minuto de luz, podrás también habituarte más rápido a reevaluar los problemas de forma compasiva, esto es enfocándote en aquellos aspectos que sí puedes controlar y no en los que se escapan de tu área de influencia. Es muy útil aquí la técnica de las 5 alternativas, que consiste en pensar justo eso, cinco alternativas válidas al objetivo que no estás consiguiendo y que también son importantes para ti. Hacerlo te ayuda a flexibilizar tus logros, marcando quizás metas más pequeñas que te dirigen al mismo objetivo, o definiendo plazos más coherentes y asequibles que no te frustren tanto.
Normaliza palabras como fracaso o error. Estas palabras suelen tener connotaciones negativas, pero en realidad, el error y el fracaso son parte esencial del proceso de aprendizaje, y muy necesarias para avanzar. Al cambiar nuestra percepción sobre estas palabras y verlas como oportunidades de crecimiento, seguro que reducimos la frustración asociada con ellas.
Comparte tus sentimientos. No te los guardes sólo para ti. Así, además de reflexionar mejor sobre cómo y por qué te frustras, conseguirás el apoyo de amistades y familiares, pero sobre todo te darás cuenta de que no eres la única persona del mundo que se frustra. Esto tranquiliza bastante y ayuda a relativizar.
Recuerda que aumentar tu tolerancia a la frustración no significa que nunca volverás a frustrarte. Lo que sí va a pasar, si la fortaleces, es que podrás abordar las situaciones difíciles con una perspectiva más positiva y resiliente, evitando que la desmotivación, la procrastinación o el enfado te ganen la partida. Y, por cierto, ve apuntando todos los tus logros en algún sitio que releas de vez en cuando, esta es otra estrategia, el bonus track de hoy, que también te ayudará a ganar perspectiva en los momentos más frustrantes.
También te puede interesar