Experiencia VdD: la extraña visita nocturna a una familia de Huelva
Huelva Paranormal
Las “parálisis del sueño” o los “terrores nocturnos” son experiencias intensas e irreales que pertenecen a lo onírico, aunque a veces son más lúcidas y provocan serias dudas...
Son muchas las personas que durante el sueño pueden experimental lo que se denomina como “parálisis del sueño” o “terrores nocturnos”, una experiencia intensa e irreal que pertenece a lo onírico pero parece real. Sin embargo, hay otras que son más lúcidas y provocan la duda, sobre todo cuando hay constancia de que lo vivido no ha sido un sueño...
Es lo que le ocurrió a nuestra testigo, a Paloma C. que quiso ponerse en contacto conmigo para ver si había respuestas a lo que le había ocurrido. La parálisis del sueño suele ser definida como: “un trastorno en el cual la persona que lo sufre vive un despertar incompleto. Este fenómeno aparece entre la transición del sueño y la vigilia, ya sea cuando aquella se adormece o bien en el despertar”. Aunque tiene muchos matices y el caso que nos ocupa no se podría decir que encaje en su definición.
Ella nos contaba: “Estaba en el campo que tenemos en las afueras de Huelva. Hemos pasado buena parte del verano aquí porque está cerca de la playa, tiene piscina y se está muy bien. Mi marido, cuando ha tenido vacaciones, ha estado aquí y, por la noche, estando ya en el trabajo, se iba y regresaba por la mañana. Fue una de esas noches cuando me pasó lo que te voy a contar”, comenzaba Paloma. “Serían las doce y cinco o y diez. Mi marido ya se había ido, pues entraba a las once a trabajar. Estuve viendo un rato la televisión y luego puse la radio, que es la forma en la que suelo coger el sueño. No me había dormido aún y me puse los cascos (lo hago siempre y así me aíslo de todo), y fue entonces cuando sonó un pitido muy fuerte, tanto que me dolió el oído. Entonces vi una gran luz en la ventana. Pensé que podría ser un helicóptero o algo similar, porque aquí es difícil que entre un coche salvo que sea nuestro, y si hubiera sido Paco [el marido], me hubiera avisado antes. La cosa es que me llamó la atención y fui a la ventana del dormitorio a ver qué era aquello, pero no vi nada. Me volví a acostar y me quité los cascos, no fuera a ser que sintiera algún ruido. La casa tiene alarmas en puertas y ventanas y hubiera saltado. Me di una vuelta por la casa pero no había nada anormal. Volví a acostarme, y entonces pasó lo peor”, decía que una cara que evidenciaba el nerviosismo del recuerdo.
“Estaba acostada y viendo qué poner en la televisión cuando entró una luz muy grande en el dormitorio y vi como unas formas, unas siluetas, casi humanas, que se acercaban a mí. Me entró mucho sueño en ese momento y medio adormilada vi cómo se acercaban dos formas a donde yo estaba. Eran dos seres con los brazos largos y que apenas podía ver, porque me molestaba la luz, aunque los brazos sí me llamaron la atención, y los rasgos de la cara, que eran mínimos: una abertura, que supongo que sería la boca, y los ojos grandes. Se acercaron, me tomaron el brazo y me pincharon con algo. No me molestó, pero sí lo noté. Entonces uno de ellos se alejó y el otro me puso algo en la frente y, tras unos minutos, me dejó y se fue aquello. Simplemente es como si se apagara y ya no hubiera nada. Entonces, me recuperé y me senté en la cama. Lo primero que hice fue tocarme la sien, que era donde me puso ese aparato. Luego me miré el brazo y tenía como la picadura de un mosquito, pero sin ser picadura. Vamos, que se veía perfectamente. Me miré en el espejo y en la sien sí tenía como un doble aro, muy raro. Llamé a Paco para contarle lo que me había pasado y me dijo que habría sido un sueño pero que lo miraría en las cámaras de la casa a ver si se había grabado algo. Me llamó al rato y me dijo que la cámara del dormitorio estaba en negro desde hacía dos horas. Miré al reloj y vi que no eran las doce y algo sino que ya eran las dos de la mañana, pero no tengo el recuerdo de haber dormido o que hubieran pasado dos horas”, finalizaba la testigo.
En ocasiones sucede que este tipo de experiencias puede ser confundida con la de “parálisis del sueño” y con eso se justifican esas visiones casi quiméricas. En el caso de Paloma podría ser una de ellas, pero eso no justifica el anormal funcionamiento de la cámara de seguridad del dormitorio, de la aparente pérdida de tiempo sufrida por la testigo-víctima y por las marcas que tenía en brazo y frente. ¿Qué fue lo que le sucedió a Paloma? Puede que se ajuste a lo que se llama experiencia con VdD, más relacionado con las abducciones y el fenómeno ufológico -por las descripciones hechas- que con otra cosa. No obstante, en opinión de los más escépticos no se trataría más que de las proyecciones mentales propias, de temores, de reacciones en cambios en nuestro organismo o en las condiciones de la habitación y que pueden ser confundidas con “algo real”.
En el caso de Paloma las marcas, así como una terapia de hipnosis regresiva, dieron como resultado que su experiencia fue real y, por datos facilitados, con más alcance del que se le puede suponer. Quizás lo imposible, en esta ocasión, sea lo que más se ajusta a la realidad.
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