Expertos de la UHU niegan la eficacia de los espigones en peine contra la erosión
Los científicos sostienen que estos sistemas acumulan la arena en la parte oeste y trasladan la erosión a la parte este Tildan la medida de "obsoleta" e "ineficaz" El Cedex también la rechaza
Mientras los ingleses tienen tres palabras, en España sólo hay una para referirse a los distintos tipos de espigones que existen: los situados en las desembocaduras portuarias (a un lado y otro) para estabilizar la posición del canal, los que se ubican en peine en las playas y los que se instalan de forma paralela a las mismas.
El fuerte temporal que en los últimos días ha azotado el litoral onubense, y en especial a los establecimientos hosteleros, ha llevado al colectivo que representa a los propietarios de los chiringuitos de playa -los más afectados por la situación generada- a exigir la implementación de este último tipo de elementos: una serie de alineamientos de piedra perpendiculares a la playa.
No en vano, el presidente del Consejo Empresarial de Chiringuitos de la Federación Onubense de Empresarios, Esteban Navarro, manifestó que los aportes de arena son una solución temporal, pero no definitiva, defendiendo que el sistema de microespigones establecido en Miami, donde protegen la costa a cada kilómetro, o en Albufeira, son "muy efectivos".
Sin embargo, los expertos de la Universidad de Huelva (UHU) se oponen a esta medida, una solución "obsoleta" (de los años 70) que el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) ya no considera idónea tras comprobar que no ha sido eficiente: no aporta soluciones, sino que crea un problema hacia donde circula la deriva litoral. Es más, los científicos sostienen que son los propios espigones los que han creado la situación actual en playas como La Antilla.
Así lo asegura Juan Antonio Morales, responsable del Grupo de Geología Costera del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Onubense. El experto explica que en la costa de Huelva el oleaje viene del suroeste. Esto quiere decir que las olas, cuando rompen en las playas, lo hacen de una manera oblicua a la línea de costa. Este movimiento genera en la arena un movimiento en zig zag de las partículas que se van desplazando desde el oeste al este (desde el Guadiana hacia el Odiel), mientras que en la zona de la playa de Castilla se desplazan desde el Odiel hacia la desembocadura del Guadalquivir.
Morales precisa que, además de este movimiento longitudinal de arena que circula por la costa desde el oeste hacia al este, hay otro componente en los movimientos de arena en las playas. Es la componente trasversal: la arena moviéndose hacia la playa o erosionándose de la playa y depositándose en áreas más profundas (que es lo que está ocurriendo ahora).
Teniendo en cuenta estos dos factores, el científico aduce que los espigones sólo rompen el tránsito de oeste a este porque impiden que la arena pase, cortando su entrada. De esta forma, si se establece un espigón paralelo a la playa, lo que este hace es acumular arena en la parte oeste, mientras que en la parte este siempre habrá erosión, lo que conlleva la ubicación de otro espigón, y después otro, y otro, para que todos los espigones vayan acumulando arena en su parte oeste. Por eso se instalan peines de espigones.
"En el Cruce antes había espigones y no solucionaron ningún problema, igual que ha ocurrido en Matalascañas. Lo único que se hace es trasladar un problema a la parte del al lado. Y, por ejemplo, la parte situada junto a La Antilla es la Flecha de El Rompido -la playa de Nueva Umbría-. Así, para evitar la erosión en La Antilla "se trasladaría la erosión a un espacio protegido", asegura.
Por otra parte, Morales señala que los espigones no evitan la erosión de la playa, ya que no aportan arena, sino que simplemente impiden el tránsito longitudinal y no transversal, de modo que lo que el potente oleaje erosiona de la parte alta de la playa se lo lleva a la parte baja -esté o no el espigón-, tal y como ocurre en Matalascañas.
Llegados a este punto, ¿hay soluciones para la costa onubense? El experto deja claro que no. Y menos, definitivas. Para empezar, apunta que no hay una erosión continua en la costa de Huelva, sino que lo ocurrido en los últimos días forma parte del propio ciclo de la naturaleza: los temporales en invierno erosionan la costa y en verano "las olas de buen tiempo" te devuelven la arena. El problema pasa por que los ciclos humanos y turísticos van "a contrapie" del ciclo natural.
"Justo después de que acaban los temporales empieza el buen tiempo y la gente quiere ir a la playa. Y justo cuando tienes la playa en una situación más erosionada es cuando los ayuntamientos necesitan una playa en perfecto estado y quieren que se la regeneren artificialmente. Pero durante todo el verano el oleaje va construyendo la playa y en septiembre tienes una playa estupenda, pero ya no la quieres", valora. De esta forma, mantiene que realmente no es que te falte arena en la playa, sino que "falta arena en la playa cuando tú quieres, pero la playa se regenera sola".
Por otra parte, Morales señala que en poblaciones costeras como La Antilla o Matalascañas, la construcción de paseos marítimos ha destruido el cordón de dunas de los sistemas naturales, de forma que, "cuando el oleaje tiene hambre" en los temporales, no dispone de un "almacén de arena para comer", sino que ataca al paseo marítimo y la primera línea. Esa barrera natural, si existiera, haría que el sistema no se resintiese como lo hace en la actualidad.
A su juicio, una posible solución en La Antilla o Matalascañas es la creación de una duna artificial frente al Paseo Marítimo. "Te entorpece la vista y es más feo, pero es tu garantía contra la erosión. Sería una posible solución, pero tampoco es algo definitivo si hay una erosión continuada y una playa en regresión", afirma. De este modo, la única opción viable, bajo su punto de vista, es que la Dirección General de Costas alimente la playa periódicamente.
No hay otra alternativa. O sí. "Coger las casas y llevártelas a otra parte", vía que a largo plazo resultaría "más económica" que es estar alimentando la playa. Pero desde el punto de vista político, ¿quién asume la reubicación de las viviendas? "Nadie, porque quita votos, mientras que regenerar la playa los da", asegura.
Una opinión similar a la de Morales sostiene Antonio Rodríguez, profesor titular de Geomorfología de la Universidad de Huelva. El experto tampoco cree que la solución pase por establecer espigones en todo el litoral porque las consecuencias pueden ser incluso más negativas aún. Así, en Matalascañas, a pesar de la presencia de estos elementos, los procesos erosivos continúan y el espigón Juan Carlos I está afectando a la erosión en Mazagón. "¿Llenar la costa de escolleras y espigones para mantener retazos de playa? No soluciona el problema", argumenta.
Partiendo de la base de que cada zona de la costa tiene sus peculiaridades (por lo que en este asunto no caben las generalizaciones), Rodríguez advierte de que los procesos erosivos son naturales y más aún en la dinámica actual del cambio climático y el ascenso del nivel del mar. Bajo su punto de vista, la única solución factible pasa por "adaptarse a los procesos erosivos, dejar de construir en primera línea de playa y respetar la servidumbre de demarcación de costas".
La eliminación de la primera línea de dunas ha resultado muy negativa en su opinión. "En Isla Canela construyeron en primera línea cuando se sabía que era una zona que estaba sometida a procesos de erosión y a una dinámica conflictiva con la desembocadura del Guadiana y con los espigones que hay hechos", afirma.
Por ello, mantiene que la única solución razonable son los aportes de arena cuando acaban los temporales en las zonas que hayan sufrido una mayor erosión, así como adaptarse a los ciclos de la naturaleza. "No queda otra" en un contexto de ascenso del nivel del mar que se desconoce hasta qué punto llegará. Incluso puede que en el futuro la erosión vaya "a más".
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