Fertiberia invertirá 1.200 millones en una nueva planta de amoniaco verde en Palos
En el año 2023 será la mayor instalación del mundo de este tipo y servirá para impulsar sus planes con el hidrógeno
Huelva/Fertiberia va a invertir 1.200 millones de euros en la que se convertirá en la primera planta de producción de amoniaco verde del mundo. La inversión se enmarca en el acuerdo que suscribió con Iberdrola de cara a generar hidrógeno verde, del que el amoniaco es un transportador. De los 1.800 millones de euros globales, dos tercios se destinarán a la planta de Palos y los 600 restantes irán para Puertollano, porque en la primera de ellas se concentran dos tercios de la capacidad de producción de amoniaco de Fertiberia.
Así lo adelantó a Huelva Información el director industrial de la empresa, David Herrero, quien señaló que “a finales de este año vamos a tener en marcha la primera planta a escala mundial de producción de amoniaco verde en todo el mundo, que estará localizada en Puertollano. En 2023 está prevista otra nueva planta de producción de este producto, aunque a mucha mayor escala, pero ya en Palos”. “Ese año, se crearán más de 2.000 empleos tanto directos como indirectos asociados con ese desarrollo tecnológico que será de origen español y que será exportable posteriormente”.
El responsable de la empresa, quiso aclarar que “esas inversiones no están supeditadas a la concesión de fondos europeos, especialmente los conocidos como Next Generation de la Unión Europea, puestos en marcha para acelerar la salida de la crisis económica producida por la pandemia y que tienen al sector energético como uno de sus destinatarios, en especial a aquellos proyectos llevados a cabo en el entorno de la descarbonización y la utilización de combustibles procedentes de energías renovables”.
Para Herrero “la sostenibilidad que supone la generación tanto de hidrógeno como de amoniaco verde, está lejos de ser competitiva respecto a otras formas de generación energética, pero confiamos en que poco a poco esa diferencia vaya disminuyendo fruto de la industrialización de los procesos productivos y también porque la energía procedente de fuentes renovables, será mucho más asequible de lo que es ahora. También confiamos en que los reguladores ayuden a aquellas empresas que están dando pasos antes que el resto”.
Desde 2008 hasta el 2020 “se han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2, casi un 50%, a través de proyectos de eficiencia energética, desarrollo de nuevas tecnologías por ejemplo de catalizadores en la producción de ácido nítrico. Fertiberia está muy por encima de los objetivos marcados por la legislación. En la raíz de esta transformación, está la propia supervivencia de la empresa, que es una fuerte consumidora de energía; está claro que si se consume menos, el gasto es menor”.
Lo que Fertibera plantea “supone acelerar la consecución de los objetivos de reducción tres años antes de lo previsto por las autoridades europeas, en concreto para el año 2027. Esta parte significa entre otras cosas, cambiar la materia prima que se utiliza en la actualidad, por el hidrógeno verde que implica el desarrollo de electrolizadores y plantas específicas de producción. Además, está el estudio del propio abastecimiento, algo que, por ejemplo, la energía solar no cubre por completo, ya que únicamente suministra energía en las horas diurnas y se trata de industrias que necesitan el mismo a todas horas”.
Durante varios años, Fetiberia produjo urea agrícola, que reconoce que “no era el fertilizante más eficiente y se pusieron en marcha mecanismos para desarrollar el AdBlue, es un aditivo que ayuda a reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno en los carburantes. Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica, gracias a este producto se redujeron las emisiones nacionales en un 10%, ya que se utiliza de manera generalizada”. “Después trabajamos en ureas técnicas que se emplean en alimentación animal, muebles y construcción. Hoy en día no hacemos casi urea agrícola y la poca que se hace es de un modo mucho más sostenible que el que se hacía hace unos años. Todo el mundo va a tener que adaptarse a esa nueva realidad”, reconoce Herrero.
Por ejemplo, “el hidrógeno verde plantea problemas a la hora de almacenamiento, porque necesita presiones muy altas y bajas temperaturas. El amoniaco verde supone la producción de una molécula que almacena ese hidrógeno, a 30 grados bajo cero, en lugar de los más de 200 requeridos para hacerlo hasta ahora y a presión atmosférica. El amoniaco verde podemos plantearlo a futuro como un transporte de energía”.
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