García Palacios, historia y futuro de Huelva
Durante varios años, en la década de los 70, coincidí todas las semanas en Madrid con José Luis García Palacios, que presidía una asociación nacional que avalaba los préstamos agrarios, de la que yo era vocal designado por los agricultores de Almería, entonces en pleno bum de instalación de invernaderos. En varias ocasiones me dijo que, en lo que se refiere al cultivo hortícola intensivo, la Huelva de los años 80 sería lo que estaba siendo la Almería de los 70. Yo le contestaba que el crecimiento agrario de Almería no tenía precedentes y no era imaginable una repetición del fenómeno. Años después me llamó para organizar los Servicios Agrarios de la Caja Rural en la que he sido testigo de primera línea del cumplimiento de su pronóstico. Su lema de "regar las cabezas antes que las tierras" y una política de puesta a disposición de los pequeños agricultores, desde la Caja Rural, de fondos para realizar las elevadas inversiones precisas en sus explotaciones han sido elementos clave para que la fresa primero, la naranja y los otros berries se hayan convertido en el motor económico de la provincia. Hoy García Palacios es reconocido como la persona que propició en Huelva de forma magistral la incorporación de las modernas tecnologías de cultivo, el asociacionismo del sector agrario en las Cooperativas y Freshuelva y la labor de una entidad financiera fiable y sólida, a prueba de los vaivenes de las crisis. Por otra parte, a nivel nacional, el presidente de la Caja Rural del Sur se convertía en el líder indiscutido del cooperativismo de crédito, contribuyendo decisivamente a que el sector haya sorteado con dignidad una crisis que ha fulminado a más de la mitad de las entidades crediticias de nuestro país.
Más allá del dolor por la pérdida personal, que acompaña al de su familia, Huelva ha perdido a un gran hombre. Recién dejada su alta responsabilidad en una Caja que, desde Huelva, a través de una acertada política de fusiones e incorporaciones, había extendido sus actividades a Sevilla, Cádiz, Córdoba y Málaga, en el último año centró sus actividades en una tarea que le complacía especialmente: la presidencia de la Fundación que él creó y que se ha convertido en una entidad imprescindible en los asuntos solidarios y culturales de su ámbito de influencia.
García Palacios, sin perjuicio de su proyección nacional e internacional, tuvo siempre a la provincia de Huelva como foco y referencia de su labor. Ahora no solo forma parte de la historia de Huelva. Lo es también, y fundamental, de su futuro. Sobre todo, porque su legado inmaterial permanecerá como estímulo para los que asuman el difícil reto de continuar ensanchando los caminos que él abrió. Como ejemplo reciente, ahí están sus declaraciones en la inauguración de la gran exposición de Vázquez Díaz que los onubenses han admirado en la Casa Colón, anunciando las conversaciones en curso con el propietario de las obras para su adquisición y pidiendo al alcalde de la ciudad la asociación a este ambicioso proyecto, vital para la configuración cultural de una ciudad enormemente deficitaria en este aspecto.
Quiero dedicar unas palabras finales a la esposa, los hijos, los nietos, la familia de José Luis. Ojalá el sentimiento de vacío y dolor por la pérdida obtenga consuelo en los recuerdos personales hermosos que permanecerán vivos, en el orgullo por su ejemplar trayectoria personal y en la esperanza de que, desde la paz de su descanso, permanezca en alguna forma a vuestro lado.
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