Gente de aquí y allá: Alejandra Olaya Ponzone, puntaumbrieña y marquesa de TorreCampo
Ha heredado de su padre la vocación de servicio público y su pasión por el cine
Francisco Leandro Leiva, Paco Pirfo
Huelva/Su abuelo, Combes Ponzone Stradella, fue un ciudadano italiano que llegó a Punta Umbría, se casó con Alejandrina Riera Toscano e impulsó el negocio de la “Chirla”. Fue una persona muy importante y querida en el pueblo. Tuvieron varios hijos: Antonietta, Marietta, Julietta y Tiberio, todos muy queridos. Sobre Combes ya escribí hace tiempo y conté que mucha gente ganó dinero con su iniciativa. Su hija Antonietta, magnífica pintora, se casó con Antonio Olaya López, de quien también escribí una breve semblanza porque fue también una persona que trabajó y luchó mucho por Punta Umbría. El matrimonio formado por Antonietta y Antonio tuvo varios hijos: Antonio, el mayor; y sus hermanas Cornelia, Liliana y Alejandra y Victoria, que son mellizas.
Alejandra vino al mundo en Punta Umbría, en pleno verano del año 1975, y yo llevaba ya un año trabajando como técnico municipal en el ayuntamiento. Conocí a su padre a los pocos días de llegar, porque Antonio Olaya era un caballero y, al enterarse de mi incorporación, vino a verme para presentarse y ofrecerse a ayudar en lo que necesitara. Él era así y desde entonces nos hicimos grandes amigos.
Alejandra empezó a conocer sus primeras letras en el Colegio Caracola de aquí del pueblo, donde había grandes maestros, entre ellos mi querido amigo y vecino Rafael Aliaño. Después sus padres la pusieron interna en el Colegio Santo Ángel de Huelva, porque era una niña muy pequeña para hacer todos los días el viaje desde Punta Umbría y viceversa. Más tarde estudió Turismo, que era lo que le gustaba, tal vez influenciada por su padre, a quien le apasionaba ese “mundillo” y que fue muchos años concejal y teniente alcalde delegado de Turismo.
Ella había conocido en el Real Club Marítimo y Tenis al que más tarde sería su marido, Alfonso de Cossío y Pérez de Mendoza, marqués de TorreCampo y abogado del bufete que había fundado su abuelo Alfonso de Cossío Corral, pariente del célebre autor de la famosa enciclopedia sobre la tauromaquia. En 2007 se casaron en la Catedral de Sevilla y tienen dos hijos mellizos: Alfonso y Combes, que aún son pequeños y están en 1º de ESO.
A Alejandra la conocí en el Ayuntamiento de Punta Umbría, donde ella estuvo trabajando un tiempo. Yo ya conocía a toda su familia, tanto materna como paterna, incluso a su abuelo y a su abuela Victoria, que era una gran señora nacida en Moguer y que conocía a toda mi familia porque mi madre también era moguereña. Doña Victoria, que era como todo el mundo la conocía, era siempre muy cariñosa conmigo porque me contaba que mi bisabuelo Federico Molina fue maestro suyo y que se parecía mucho a mí y que cada vez que me veía, le recordaba tanto a él, que se emocionaba.
Alejandra trabajó siempre en distintas funciones relacionadas con el Turismo, como por ejemplo, de directora de un Hotel en Sevilla. Pero nunca ha dejado de venir a Punta Umbría cada vez que puede y casi siempre nos vemos, acompañada de su marido Alfonso y de sus hijos, a los que les trasmite sus raíces. Su madre y sus tías ponen mucho empeño en reunir a sus hijos para que vengan mucho con cualquier excusa.
Alejandra heredó de su padre la vocación de servicio público que tenía y también su pasión por el cine. Él era el propietario de varias salas en Punta Umbría, entre otros, el famoso Cine Pescadores, que trajo, además, a las grandes figuras del momento; y en Huelva, el superconocido Cine Oriente. Además, también dirigió y produjo algunas películas. Recuerdo una que rodó aquí en Punta Umbría con María Salerno como promoción de nuestra playa y que tanto éxito y repercusión tuvo. Y digo que ella también heredó su afición al cine porque, aparte de gustarle, a menudo cede su casa de Sevilla, de estilo regionalista andaluz, para el rodaje de muchas películas. Y lo hacen de forma altruista para contribuir al Séptimo Arte y como recuerdo a la gran afición de su padre. Algunas películas que se rodaron en su casa fueron, entre otras, Solas, Ocho apellidos catalanes, Un franco, 14 pesetas.
Y para terminar esta breve semblanza que estoy escribiendo sobre una persona muy querida, tengo que decir que me ha venido muy bien recordar a tantas personas a las que le he tenido mucho afecto y que me siento muy contento de tener en Punta Umbría a una gran amiga y que es toda una señora Marquesa.
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