Por qué es fácil enfadarse en WhatsApp

Gente Inteligente

El lenguaje no verbal y el paraverbal, donde está toda la carga emocional de los mensajes, se pierde en los canales telemáticos, con evidentes problemas para la interrelación humana

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Gente Inteligente: Por qué es fácil enfadarse en WhatsApp
Lola Pelayo

05 de diciembre 2021 - 06:04

Huelva/Tecleamos casi más que hablamos, ¿se ha dado cuenta? Hay veces que da un poco de miedo ver a las personas en un autobús o en la terraza de una bar aisladas con sus smartphones moviendo los dedos y con la cabeza gacha. Usamos ya tanto las redes sociales y los canales telemáticos, que en ocasiones nos sorprendemos escribiéndonos con otras personas en situaciones que se resolverían más rápido y mejor hablando. No me diga que no le ha pasado nunca. Así que, al problema del deterioro cervical, añadamos otro perjuicio de nuestros teléfonos inteligentes: el deterioro de la comunicación, y con ella, posiblemente, de nuestras habilidades comunicativas.

Está claro que la comunicación interpersonal ya no es igual que hace treinta años. Y eso no tiene que ser malo. El problema está en no ser conscientes de todo lo que perdemos en los chats de las redes sociales, en las mensajerías instantáneas o incluso en el ya longevo -quién lo diría- correo electrónico. Nos perdemos, ni más ni menos, la carga emocional de los mensajes, la parte más importante para entendernos.

Lo emocional gana a lo racional

A finales de los años setenta, el profesor, psicólogo y antropólogo Albert Mehrabian, definió que el 93% de cada mensaje que nos dan lo percibimos a través del lenguaje no verbal y el lenguaje paraverbal, o sea, a través de los gestos y los microgestos del cuerpo y el rostro de la persona que nos habla, y a través de la entonación, el ritmo, el timbre, la proyección o el volumen de su voz. De hecho, es con este último, el lenguaje paraverbal, con el que transmitimos de forma más clara nuestro estado de ánimo. Eso es así, quizás no con la contundencia de los porcentajes de Mehrabian, ya que también influyen el contexto en el que se da la comunicación y la implicación del yo de la persona que se comunica, pero pizca más o menos.

La comunicación telemática ha cambiado nuestra manera de concebir nuestra propia reallidad.

Podríamos decir, por tanto, que en un mensaje de WhatsApp corremos el riesgo de percibir sólo un 7% de lo que nos quieren transmitir. Pero no ocurre sólo eso, ocurre también algo bastante peor en mi opinión.

Pasa que, como vemos ni oímos, nos lo inventamos. Así que la entonación del mensaje la termina poniendo quien lo lee, y de esa forma toda la carga emocional la aporta la persona que lo recibe. Esa es la principal razón de que haya tantos malos entendidos en las redes sociales y sean tan habituales las broncas entre buenas amistades. Y tampoco me diga que no se ha visto alguna vez en una de estas...

El canal tiene vida propia

Por si esto fuera poco, la comunicación telemática plantea otro inconveniente: el canal tiene vida propia. A veces es el corrector, que en menudos líos nos mete de vez en cuando, y otras es la conexión que impide enviar los mensajes cuando se necesita, los retarda o les cambia el orden. También puede pasar que un mensaje llegue, simplemente, en un mal momento. Y a ver cómo podemos saber, cuando lo enviamos, cómo está el mundo emocional de la persona que lo recibe, ese que le va a poner la entonación a nuestras palabras.

Sin embargo, como la vida, la comunicación se abre camino, porque es parte de nuestra esencia, el caldo de cultivo de nuestras relaciones. Así que nos habituamos, y desarrollamos estrategias para suplir, a duras penas, la información emocional que le falta a nuestros mensajes en un chat.

Las personas más expresivas se afanan en construir mensajes llenos de emoticonos, intentando transmitir un mínimo del estado de ánimo con el que escribe. Así usan las caritas, los gifs animados, se inventan palabras, escriben muchas vocales o consonantes juntas, o repiten los signos de puntuación hasta la extenuación. Es justo como transgredimos cualquier norma gramatical o sintáctica, para dolor de cabeza de quienes cuidan nuestro idioma.

Vivimos toda una revolución comunicacional en las redes, y estamos aprendiendo a base de prueba-error, asumiendo víctimas colaterales como es la comunicación completa, el uso adecuado de las interrogaciones y las exclamaciones, o las faltas de ortografía en aras de la economía de la escritura. Una pena, porque cada vez es más difícil encontrar quien escriba bien aquello de ahí hay un hombre que dice ay.

La comunicación en las redes sociales ha terminado por influir en la manera de expresar nuestras emociones.

Qué hacer para comunicarnos bien en un chat

Sea como sea que intente usted suplir la carencia emocional de la comunicación telemática, le va a venir bien hacer gala de su inteligencia emocional también en estos canales, y así tener, incluso en WhatsApp, una comunicación efectiva y afectiva.

Para eso, no dé nada por hecho o por sabido. Procure escribir frases completas, lo más explícitas posible. Hágalo de forma empática, o sea, poniéndose en la piel de quien lo recibe. Recuerde que es quien le va a poner la entonación a sus palabras.

Aproveche la expresividad de los signos de puntuación, y úselo correctamente, sobre todo las comas y los puntos, que a veces todo depende de eso. Porque no es lo mismo ‘no, me gustas’ que ‘no me gustas’. Y si está preguntando, ponga al menos la interrogación final, que ni a eso nos paramos ya muchas veces.

No tenga vergüenza de usar los emoticonos. Hágalo. Mucho. Incluso en conversaciones más ‘serias’. Es la única forma de transmitir un poco de su propio estado de ánimo, con todo lo que eso implica para que le entiendan bien.

Cuando note que el ambiente se caldea o su intuición le diga que algo va mal, marque el número y hable, o envíe un audio. No permita que el malentendido por escrito fagocite su intención.

Y, como siempre, pero en la comunicación telemática escrita más que nunca, no haga demasiadas suposiciones. Pregunte abiertamente cuando tenga sensaciones feas o no entienda algo. Recuerde que es usted también, cuando lee, quien le está poniendo la entonación al mensaje que recibe.

¡Ah! Y no se salga del grupo justo después de un berrinche, espere a estar emocionalmente en calma. Seguro que lo verá mucho más claro.

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