Historia y fracaso de la pionera fábrica de cerveza Mahou en Huelva hace 120 años
El grupo cervecero construyó en Gibraleón su segunda fábrica por su interés en expandir su marca
Sustituiría a otra cerveza, La Girafa, que tampoco tuvo un periplo fructífero en suelo onubense
Hubo un tiempo en el que Gibraleón presumía de ser capital de la cerveza en la provincia de Huelva. Y no lo era porque sus habitantes consumieran esta bebida alcohólica fermentada en ingentes cantidades, sino porque llegó a contar con dos fábricas en apenas una década, si bien no llegaron a coexistir. La reconocida marca Mahou tomó el testigo de La Girafa allá por los comienzos del siglo XX en una localidad que, pese a no reunir si quiera a 5.500 habitantes, despertó un gran atractivo entre los maestros cerveceros.
Antes del desembarco de Mahou en Gibraleón, el maestro de obras y contratista en una cantera vecina Filomeno Puissant registró la marca La Girafa (el uso de la g en lugar de la j pudo deberse a un lapsus por su lengua natal), la cual se inauguró en 1896, aunque hay datos del proyecto un año antes, según precisa a este diario el profesor de universidad, Luis Javier Calvo Angulo, también secretario del Club de Coleccionismo Cervecero de España, quien se sumergió en un estudio en estos vestigios cerveceros de Gibraleón. Poco duraría la referida fábrica, pues terminaría desapareciendo en 1899.
Este corto periplo, pese a no ser satisfactorio, no pasó desapercibido para Mahou, que apostó por la localidad onubense, en colaboración con una empresa local llamada José Aragón y Hermanos, según un anuncio que se publicó en 1905 en la Guía de Huelva y su Provincia. Así, según recoge Calvo Angulo en un artículo, a finales de 1902 comenzaron las gestiones para, a inicios del siguiente año, comprar las instalaciones de molinería e impulsar la construcción de la fábrica en Gibraleón, la cual contó con maquinaria de origen alemán y suizo.
Fue en febrero de 1903, cuenta el profesor universitario, cuando Mahou remitió un vagón de cerveza a sus socios onubenses para dar a conocer la marca. Meses más tarde, en agosto, un joven Casimiro Mahou García (sobrino de Luis Mahou Solana) toma las riendas de la fábrica en Gibraleón ocupando el cargo de director. Al carecer de maltería, se abastecía de esta materia prima desde Barcelona.
Preguntado acerca de este interés de Mahou en una localidad tan pequeña, el profesor Calvo Angulo considera que ayudó el hecho de que había conocimiento y experiencia en la fabricación de esta bebida en suelo onubense tras la experiencia de La Girafa, así como también tuvo que ver la existencia de unas importantes minas de calcopiritas junto al municipio, pues "los mineros eran buenos bebedores de cerveza", sostiene.
En aquel momento Mahou era una fábrica eminentemente madrileña, por detrás de El Águila, pero con buen cartel entre la comunidad madrileña y con buenos estándares de calidad, cuyo fin era buscar una expansión que no terminaría siendo fructífera a comienzos de siglo.
Tal y como explica Xavier García Barber, autor de La Cerveza en España. Orígenes e implantación de la industria cervecera, la capacidad de producción de las calderas era de 2.800 litros en 1904, cantidad nada desdeñable por ser un mercado secundario. "Por ejemplo, Zaragoza, con un mercado consolidado, tenía una capacidad de producción de 5.000 litros", añade.
La contabilidad de la fábrica, expone Luis Javier Calvo, "nos indica que funcionó muy bien en los dos primeros años". La producción comenzó en abril de 1904 con 1.042 hectolitros, cifra que se vio incrementada en los dos años siguientes hasta alcanzar los 1.772 hectolitros. Después de lograr este tope, la producción fue decayendo hasta los 1.372 hectolitros de 1911, recuperándose un año después hasta alcanzar los 1.621 litros. Un 10% de la cerveza que producía Mahou se quedaba en Gibraleón, mientras que el resto abastecía a 45 municipios onubenses y 26 de Badajoz, además de a alguna localidad más andaluza y de un único distribuidor en La Coruña.
La liquidación de las existencias acumuladas se produjo en 1912, último año de vida de Mahou en Gibraleón. El fracaso pudo obedecer a un compendio de circunstancias relacionadas con el dinero. Por un lado, el salario de los mineros de la zona era bajo y, de hecho, "existían retrasos en los cobros de algunas nóminas, incluso en el caso de grandes firmas como Río Tinto", explica Calvo Angulo en base a la consideración de José Luis García y Constanza Laguna, que publicaron en 1999 Cervezas Mahou. 1890-1998. Un siglo de tradición e innovación; y, por otro, el precio era excesivo para el mercado local, en tanto que el poder adquisitivo no era el mismo que el de Madrid, habiendo un desconocimiento de este mercado onubense. Todo ello unido a que la popularidad de la cerveza avanzaba despacio -era una bebida más propia de la burguesía que de clase obrera, que prefería el vino-, llevó a la desaparición de Mahou en Gibraleón y, por ende, a un recelo de la empresa a expandirse. De hecho, no crearon más fábricas fuera de Madrid durante varios años, como sí lo hiciera El Águila.
Mahou, además, tuvo competencia en Huelva, pues La Gaditana, de Maier, y la santanderina La Cruz Blanca contaron con depósito en la provincia onubense, mientras que Mahou instaló un depósito en Córdoba en 1904, según publicase Xabier García Barber.
El municipio onubense de Gibraleón, situado a escasos 15 kilómetros de Huelva capital, pasa así a ser parte de la historia cervecera de la provincia de Huelva, con un papel destacado para la marca Mahou, que, pese a no tener éxito, vio un filón en esta localidad para expandirse. La experiencia en suelo onubense le sirvió a la compañía para aprender y no lanzarse a la ligera a por otro destino.
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