El Hospital Infanta Elena, la escuela de la vida real para los futuros profesionales de la Sanidad en Huelva
Más de 300 alumnos de los grados de Enfermería y Trabajo Social, así como de numerosos ciclos formativos, aprenden casa año su profesión a través de la vivencia directa
Los tutores transmiten su sabiduría y experiencia a las generaciones que vienen pisando fuerte
Los nuevos sanitarios piden paso en Huelva
El pupitre pasa a ser una camilla, el bolígrafo es ahora un tensiómetro y el cuaderno que aúna los conocimientos deja de ser algo tangible para transformarse en la vivencia directa. A la realidad laboral se acercan cada año más de 300 alumnos del grado de Enfermería -200- y de Ciclos Formativos -120- en el hospital Infanta Elena, un centro hospitalario acogedor y familiar que les da su lugar y les hace asumir las competencias correspondientes al curso en el que están.
Los más de tres centenares de estudiantes que, año tras año, desfilan por los pasillos del hospital Infanta Elena llegan como "nuestros hijos, a los que tienes que marcar el camino que han de andar, la dirección y la forma de hacerlo", explica a este diario la coordinadora de prácticas de Enfermería y supervisora de la Unidad de Cuidados Intensivos, Ana Gómez, quien subraya la importancia de enseñarles a "prestar cuidados de calidad, humanizados y de forma segura". Todo ello se aprende gracias a un programa de prácticas que se encuentra operativo en el Infanta Elena desde el curso académico 1986-1987.
Los enfermeros también son docentes y entienden que compartir sus conocimientos con los nuevos alumnos es "una obligación si queremos contar con profesionales bien formados", apunta Gómez. Ellos son lo que son por quienes, con anterioridad, supieron transmitirles su sabiduría y su experiencia, por lo que formar parte de este cadena de aprendizaje es para los profesionales un compromiso.
Lucía Batanero, de cuarto de Enfermería, agradece así la ilusión, la actitud y la seguridad de los tutores que "me respaldan, me ayudan y me animan. Te sientes protegida, como si fuéramos compañeros suyos como cualquier otro trabajador", explica a esta redacción. Pese a que lo que más le apasiona es desarrollarse en un centro de salud, la UCI "me ha encantado porque tienes la capacidad de ayudar a pacientes tan críticos". Espera así "ejercer pronto porque lo que más me ha gustado del Grado son las prácticas".
Lo que para Lucía es un regalo, para Juan Carlos Osuna, enfermero de UCI, es "un beneficio mutuo por todo lo que aprendemos de ellos". En este sentido, "vienen de la Universidad con muchas preguntas que te hacen plantearte cosas que no hacías por estar tan metido en rutina, y ves que hay muchas cosas de tu trabajo diario que, quizá no te cuestionas, y aprendes de los más jóvenes". Ejemplo de ello "son técnicas que pueden sufrir modificaciones y que en el taller, en la Universidad, se las enseñan de un modo y ellos mismos te dicen cómo las hacen, retroalimentándonos en los conocimientos".
Además de ser un "beneficio mutuo", la docencia es también una recompensa porque "ves que un estudiante llega a una UCI sin saber por dónde empezar y en seis semanas es casi autónomo. Parte de ese aprendizaje es gracias a ti y te reconforta", añade.
La evolución de Juan Miguel Porras así lo atestigua, pues "llegó un Juanmi y sale otro, después de haber cogido soltura y seguridad a medida que pasaban los días", relata este estudiante de 4º de Enfermería. Es, precisamente, ese bagaje el que le ha permitido, "una vez dominadas las técnicas, entablar más relación con los pacientes, dado que ya no estás tan tenso". Eso sí, no esconde que en sus primeras prácticas "lo pasas peor porque te sientes un poco un estorbo para el resto de profesionales", si bien, "ahora, tanto en el hospital, como en Urgencias, como en el 061, eres el primero que está ahí, eres uno más".
La llegada de alumnos puede parecer, inicialmente, "un poco incordio a la hora de desarrollar nuestra actividad, pero tener que explicarles técnicas o cómo aplicar cuidados, hace que seamos conscientes de lo que hacemos, incluso que nos planteemos ponernos más al día en algunos avances científicos o tecnológicos para poder resolver sus dudas", pone de manifiesto la coordinadora, Ana Gómez, quien añade que, "además, nos ayudan en los cuidados de los pacientes, registros y actividades rutinarias".
Marta Fernández, también de 4º de Enfermería, coincide con su compañero Juan Miguel en "la evolución tan positiva cuando comparas tus últimas prácticas con las primeras". De hecho, tal ha sido su pasión por estas últimas, en Urgencias, que ansía "trabajar siempre en un servicio como este".
Este proceso que viven los estudiantes no se entiende sin "un profesional que esté a su lado, apoyándoles y poco a poco quitándoles el miedo. Una vez pasan por ello, le van cogiendo el gusto a un trabajo que no se terminaban de imaginar del todo", cuenta Manoli Pérez, enfermera de Urgencias, que destaca "la satisfacción que nos da verlos crecer". Un crecimiento que no es solo profesional, "sino también humano", coinciden Juan Carlos Osuna y Manoli Pérez, quienes ven muy importantes también "los momentos en los que ven a pacientes solos, con sus problemas...en definitiva, la vida real".
Pese a que más de la mitad del alumnado que pasa por el hospital Infanta Elena es del grado de Enfermería -también del grado de Trabajo Social hay estudiantes-, otro alto porcentaje proviene de grados formativos. Existe, por tanto, un acuerdo con las autoridades docentes para facilitar la realización de prácticas en ámbitos tan diferentes como Electricidad y Electrónica, Dietética, Dirección de Cocina, Electromedicina Clínica, Documentación Sanitaria, técnicos de Anatomía Patológica, Laboratorio Clínico y Biomédico, Farmacia y Parafarmacia o en Cuidados de Enfermería, entre muchos otros.
Es el caso de José María Garrido, uno de los alumnos de mayor edad a sus 52 años. Todo un ejemplo de esfuerzo y superación. Actualmente está terminando sus prácticas como TCAE -técnico en cuidados auxiliares de enfermería-, una formación que comenzó a los 49 años. "He estado 25 años cuidando a mi madre y quise hacer de mi pasión mi profesión porque siempre me he dedicado a cuidar", explica, no sin reconocer que "al principio veía imposible estudiar a una edad tan tardía". Miedos que se disiparon una vez comenzó a demostrarse que "era posible".
A Ana Rodríguez, de 2º de Anatomía Patológica le están "encantando" sus prácticas porque "nos dejan hacer de todo desde el primer día". "La teoría es la base, pero hasta que no llegas aquí no aprendes realmente de unos profesionales que están dispuestos a enseñar".
Este servicio "les cambia mucho la visión porque vienen con otra idea diferente de nuestro trabajo", señala Domi Ibáñez, técnico superior Anatomía Patológica, quien explica que "aquí no tenemos trato directo con el paciente ni con sus familiares, sino que preparamos las muestras para el patólogo". En este sentido, "lo mejor de la docencia es ver cómo se forman en una realidad que les acaba encantando", sostiene.
En otro Área se forma Elena Díaz, del Grado Medio de Informática. Tras un inicio "algo complicado" por el desconocimiento de los programas informáticos que se emplean en un centro hospitalario, "ahora me está gustando mucho y me sorprende la tan alta dependencia que tiene un hospital de la Informática.
"Ven el día a día", resumen Manuel Bellido Odriozola, técnico especialista en Informática y tutor, quien pone de manifiesto que llegan "como libros sin páginas escritas y se van siendo un gran tomo de letras"; y lo mejor de todo ello "es la satisfacción de saber que su crecimiento es una obra nuestra", finaliza.
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