Huelva, aduana de graneles

Son los notarios en la sombra de cada movimiento que se produce en los casi 18 kilómetros que separan el kilómetro cero del Puerto de Huelva hasta el último rincón en el Muelle Sur. El cuerpo de directivos, inspectores y guardias del departamento de Aduanas en Huelva maneja cifras con tanto dígitos que dan idea no sólo del volumen de productos sino también de las dimensiones de la labor de control fiscal en un Puerto que tiene la consideración de frontera exterior.

Sólo el pasado año, Aduanas ha estado detrás de los más de 22,6 millones de toneladas de mercancías (redondeando la macrocifra) que han entrado o salido del Puerto onubense en operaciones de comercio exterior (fueron un total de 8.832).

Aunque en términos numéricos, las partidas de importación son inferiores a las de exportación, 1.404 operaciones de entrada frente a 7.428 de salida, el tráfico de entrada supera casi en diez veces el de salida. En el primero de los casos, el peso bruto de este movimiento superó los 20,4 millones de toneladas de mercancías, con un valor de 8.062 millones de euros.

De esta cifra, Aduana ingresó 60 millones (recaudación fundamentalmente procedente del IVA) , lo que supone sólo el 0,74% del valor total de las mercancías.

Este desfase de cifras se explica por el hecho de que la gran mayoría de las importaciones son materias primas, que van directamente a las industrias del Polo Químico de Huelva. "No es lo mismo un producto elaborado, que normalmente es competitivo con otro que sea de aquí y tenga varios aranceles, que una materia prima que no tenemos y necesitamos para fabricar", aclara el jefe de Aduanas e Impuestos Especiales en Huelva, Ricardo de Miguel.

Las partidas de exportaciones suponen cifra menos abultadas: 2,2 millones de toneladas de productos, con un valor total de 1.316 millones de euros.

La aduana de Huelva se caracteriza precisamente por ser una aduana a granel, en la que no hay ningún movimiento de contenedores, ausencia que se considera como una ventaja porque, señala De Miguel, simplifica el trabajo. Una zona que califica de "sencilla y cómoda" que ha permanecido al margen de tráficos extraños o no deseados, como ocurre en otras fronteras marítimas. "El control disuasorio que se realiza es positivo y desde el punto de vista fiscal, es sinónimo de eficacia", remarca.

En el topten de los productos que más se importan figuran el gas, los hidrocarburos, el concentrado de cobre, la antracita, metanol, astillas de madera, o los fosfatos (hasta el pasado año). Son mercancías minoritarias, los cereales (mayoritariamente dirigidos al consumo animal) o el pescado y el marisco.

A lo largo de la zona portuaria en la que Aduanas tiene bajo su control, existen sólo tres puntos habilitados (y vallados) en los que se llevan a cabo las operaciones de carga y descarga. Los recintos aduaneros se ubican en el Muelle de Levante (ahora con menor actividad), el del Muelle Ingeniero Juan Gonzalo (donde se concentran la mayor parte de las operaciones) y el Muelle Sur, desde donde está previsto que parta el nuevo servicio de viajeros y mercancías con dirección a Canarias.

En el Juan Gonzalo, una línea invisible separa la que se denomina mercancía sucia (como es el caso del concentrado de cobre o la hulla energética) de los productos limpios, que no presentan riesgo alguno. En pocos metros, se pasa de montañas de concentrado de cobre a casi pisar una manta de gaviotas que se apiñan en la zona en la que acaba de ser retirada una partida de cereales.

A parte de estos tres espacios, cada industria tiene su terminal (pantalán con la consideración de recinto aduanero), que Aduanas examina puntualmente, incluso con analíticas, para comprobar las partidas que reciben las terminales.