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La suerte sonríe a Huelva con un segundo premio en Isla Cristina

Huelva fue de las más afectadas en la Gripe del 18 con 25 muertos al día

La precariedad económica llevó a los médicos a prescribir caldos y comidas gratuitas

La Virgen de la Cinta fue trasladada a la parroquia de San Pedro en procesión de rogativas

En la plaza de la Merced se celebró en septiembre de 1918 las feria, que eran lugares de aglomeración que provocaba la expansión del virus.
Eduardo Sugrañes

18 de abril 2020 - 05:05

El verano de 1918 discurría dentro de la mayor normalidad, después de una primavera en la que se destacaron en España los primeros brotes de la gripe, la que pasó a llamarse como Gripe Española.

A mediados de septiembre llegan las primeras noticias que aparecen en el periódico La Provincia, aunque se da la paradoja de que el Gobierno anuncia en ese momento que el estado sanitario de la península “parece tiende a mejorar”. Lo cierto es que a los mozos que en Madrid tienen que hacerle el relevo del reemplazo se les suspende la libranza para evitar la propagación del virus.

La situación de la higiene y el hacinamiento facilitó la propagación

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Todo se sucede de manera vertiginosa, y el día 20 la prensa señala que la epidemia “se extiende con rapidez” por España. Al día siguiente en el Ayuntamiento se plantea esa preocupación, al menos por uno de sus concejales, Silván, “que solicita se adopten las medidas oportunas para el caso desgraciado de que la epidemia reinante en varias provincias de España hiciese su aparición en Huelva”.

Poco se hace en un principio, más lo que se escucha y se lee en la prensa es la suciedad y los focos de falta de higiene en la ciudad.

La clase sanitaria se reúne en el Ayuntamiento “ante la epidemia de gripe que nos amenaza”, que reconoce se les viene encima. Lo más difícil es que las características que reviste la epidemia “es de extraordinaria dificultad llevar a la práctica medidas concretas de aplicación inmediata que puedan ofrecer garantías de éxitos en profilaxis de la gripe”. Ante esta situación plantean la necesidad de cuidar la higiene y limpieza de las calles, así como de los alimentos y hacer un seguimiento en tabernas y posadas.

Los jornaleros de la vendimia francesa fueron los que trajeron la enfermedad

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Coincide en estos días la llegada de un barco con tres enfermos de gripe lo que desata la alarma al fallecer uno de ellos.

En la crónica de la prensa sobre La Guerra europea se elude el tema sanitario, aunque hay un momento en el que el ejército americano sale al paso diciendo que el estado de la tropa “es magnífico teniendo constantemente a la disminución de la mortalidad”.

Lo cierto es que la mal llamada Gripe Española se inició en EE UU y toma ese nombre porque en nuestro país que no está en guerra es el que empieza hablar de la epidemia, que le llega a través de los jornaleros que regresan de la vendimia francesa; son medio millón de españoles más los portugueses que también venían trabajando en Francia.

El Gobierno controla las fronteras e instala “barracones hospitales” en los que permanecen los afectados hasta conseguir el alta.

Una huelga en la ciudad en contra de levantar las medidas preventivas

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A nivel nacional, el inspector general de Sanidad corrobora esta afirmación y “opina que la epidemia ha sido importada a España habiéndose seguramente iniciado en las Estados Unidos y de ello ya hablaron en el pasado mes de marzo todos los periódicos neoyorkinos”.

Todo se está preparando para la gran oleada mientras la prensa denuncia la falta de información del Gobierno y este la acusa de campaña alarmista.

En Huelva el primer muerto se registra el día 2 de octubre en la calle Garcí-Diaz. Es el momento de tranquilizar a la población y en La Provincia se puede leer “que a pesar de que el estado sanitario en toda la península, deja bastante que desear, en Huelva, es excelente hasta el extremo de que pocas veces se ha registrado menos mortalidad”. Nada más lejos de lo que ocurrirá posteriormente, por lo que se tomarán medidas de cierre de las escuelas y es que se registra un nuevo fallecido por la gripe.

Lo cierto es que se reciben datos del resto de España y en Barcelona mueren al día más de doscientas personas; el día 14, se contabilizan 258 personas y al siguiente 224.

Se pide una atención ante lo que queda por venir y se acuerda la apertura permanente de la Farmacia Municipal. Mientras se toman medidas para controlar el cierre del cementerio, que se encontraba al final de la calle San Sebastián, porque acuden curiosos.

Se desinfectaba todo lo que entraba por la carreta y en el ferrocarril

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A mediados de octubre La Provincia es contundente en su información y asegura que “la situación es grave y que lo será aún más si las autoridades no adoptan enérgicas medidas de previsión, que hasta ahora, aunque se dicen que las han adoptado, no se ven por parte alguna”.

Se habla de la falta de camas, solo seis en el Lazareto, mientras que en el cementerio donde hay once sepultureros faltan manos y hasta el capellán tiene que coger la pala para los entierros.

Lo cierto es que a finales de octubre, según los datos publicados en la prensa el día 25, en Huelva se detectan 2.641 casos y hay 71 defunciones.

El director de Sanidad de Huelva, José Roig Roig, insiste en la higiene a la vez que alerta de que no hay nada tan favorable para el desarrollo de epidemias “como el hacinamiento y poco aseo de locales, sea cual fuere el objeto que se les destine”. El doctor Mackay habla de regar las calles con agua salada para evitar cualquier tipo de epidemia. El Ayuntamiento pide a los vecinos que limpien las puertas de sus casas sin levantar el polvo.

Sin embargo, la mejor receta es la de autorizar a los médicos prescribir caldo y comida en el Restaurant Municipal; tan grave es la situación a finales de octubre que se pondrá en marcha una campaña popular de ayuda con captación de fondos.

El número de fallecidos diarios en Huelva es más de veinte personas, lo que es una cifra verdaderamente alarmante si se tiene en cuenta que los fallecidos diarios en épocas normal podían rondar en unos cuatro.

Esta es la cifra que se conoce públicamente y que no se puede ocultar pues la realidad es que la situación del cementerio se va desbordando y se habla de habilitar los terrenos adquiridos para el nuevo camposanto.

En el santuario de la Cinta se celebró un triduo de rogativas.

Esta situación tan desesperante lleva a un triduo de rogativas en el santuario de la Virgen de la Cinta, que culmina en la tarde del jueves 31 de octubre con el traslado de la Virgen Chqiuita a la parroquia de San Pedro. La población busca la protección por la epidemia en los rezos ante la Patrona.

El notario Juan Cádiz Serrano, miembro de la Hermandad de la Cinta, recordará años más tarde aquellos momentos: “¡Qué temporada tan terrible la que sucedió! En el mes de octubre una epidemia diezmó por completo nuestra ciudad y la juventud lozana pagó un grandísimo tributo. Treinta y más personas todas ellas llenas de vida y de vigor, bajaban al sepulcro diariamente”.

Llega noviembre y la situación no mejora, se piden esfuerzos. Así es como lo ve M. Lazo Real: “En estos días luctuosos para Huelva es preciso una gran suma de sacrificios individuales en aras del bien común”. En esa situación dice que “es precioso que las autoridades exijan del Gobierno recursos cuantiosos para solucionar la crisis de hambre mayor que la epidemia”.

El Ayuntamiento acuerda eliminar las cuevas de la cuesta del Carnicero por insalubres.

La prensa señala que hay un problema añadido en esta situación y es que “un buen número de las víctimas de estos días ha sucumbido, más que por la enfermedad, por falta de medios para combatirla”.

La ciudad cuenta con 40.000 habitantes y para protegerse se establecen puestos de desinfección en las carreteras de Sevilla y Gibraleón, donde se someten a este control peatones y vehículos. Lo mismo ocurre con los trenes a su llegada, donde son desinfectados viajeros y vagones.

El doctor Rogelio Buendía describe la situación alarmante que se vive, en la que atiende solo en el sector que tiene encomendado de un barrio a más de 400 pacientes y lamenta cómo la gente les llega a acosar para quitarle literalmente los vales de comida.

A mediados de noviembre todo va descendiendo, se habla en Huelva de una media de unos tres o cuatro nacidos y de unos cuatro fallecidos, prácticamente igual que en el mes de agosto antes de empezar la epidemia.

Junto a la noticia de que se va controlando la epidemia salta otra el 11 de noviembre, que acapara la satisfacción de los vecinos, como es el final de la Guerra europea que ganan los aliados; la ciudad lo festeja en la calle hasta altas horas de la noche.

La vuelta a la normalidad lleva a la denuncia que realiza el Doctor Onuba, firma del médico José Pablo Vázquez, contra “los caciquillos” de los pueblos que no pagan a sus médicos y boticarios y no han podido ofrecer en los pueblos una atención sanitaria durante la epidemia.

La realidad es que los médicos se llevan el aplauso de todos y al finalizar esta situación se lamenta en la reunión del Colegio de Médicos el fallecimiento de dos compañeros, por lo que se pone en marcha una campaña de ayuda a las familias de ambos. No sin antes acordar la creación de un montepío provincial que palie en el futuro estas lamentables situaciones.

Rogelio Buendía Abreu en su novela La Señorita, de 1928 y reeditada por la Diputación de Huelva en 2009, nos transfiere a aquellos momentos: “El mal iba invadiendo con gran rapidez todo el pueblo, y lo mismo asaltaba las casas de los ricos que las de los pobres”. Mientras los médicos cumplen “la heroica tarea de prestar auxilio a sus semejantes”, a pesar de la falta de sueño y el cansancio.

Es, igualmente, momento para criticar al Gobierno por la desatención a esta provincia durante la epidemia. Así lo manifiesta el diputado José Limón Caballero, diciendo que “la provincia de Huelva ha sido de las más castigadas no obstante lo cual el Gobierno no envió allí los auxilios que a otras partes”.

A final de noviembre, el día 25, la polémica salta ahora con el acuerdo de la Junta de Sanidad de la supresión de las restricciones que se habían dado referentes a la apertura de los centros escolares y la asistencia de cortejos a los entierros, se piensa que seguirán los contagios ahora controlados. Hay incluso manifestación en la calle que encabeza el alcalde y consigue que se paralice.

Todo seguirá su curso y lo más importante es que las cifras de fallecidos descienden considerablemente, los datos de primeros de diciembre hablan de tres nuevos casos, 13 altas y cuatro fallecidos en 24 horas, así lo recoge la prensa del día 3.

Para Navidades la situación se tranquiliza, la Virgen de la Cinta vuelve a su santuario en procesión de gracias el día 21, tras un Te deum en la iglesia de San Pedro; mientras que a mediados de enero se levanta el estado de epidemia por la Junta de Sanidad.

Huelva había sido la más castigada, junto con Granada y Almería, donde el número de muertos aumentó más de un 300% sobre la media mensual de los años anteriores, según un estudio de José Luis Beltrán de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Las víctimas en España en los trece meses se situaron en 182.865 personas y contando las causas indirectas 270.000.

Ideas peregrinas, desde teleras a publicitar una buena copa de coñac

La situación de la epidemia y cómo acabar con ella lleva a que se planteen ideas muy peregrinas como montar teleras de azufre a la entrada de la ciudad de Huelva para así evitar que entre a la población.

Mientras que a pesar de que en Toledo el Gobierno avisa de un médico que “va recetando buenos tragos de agua hervida con gotas de coñac o aguardiente, formula que si bien en algunos casos ‘curaba’ en otros maldito el efecto que surtía a los pacientes”, aquí a los tres días de concoerse este rocambolesco cuadro se inserta en la prensa de manera diaria un amplisimo anuncio en el que se publicita una famosa marca de coñac para prevenir y combatir la gripe.

Lo cierto es que desde el principio de todo se anunciaban las píldoras Pick para dar fuerzas ante la enfermedad y el ‘Jarabe bebé para la tos de la grippe’. Afortunadamente se distrubuyen unas tarjetas del doctor Gregorio Marañon en la que indica que “es útil recluirse en cama y procurar sudar con mucho abrigo y bebidas calientes, sin tomar aspirina, quinina ni análogos medicamentes, sin orden del médico”.

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