"En aquella Huelva hubiese firmado poner el Polo en la plaza de las Monjas"

Antes entrábamos en el partido sin esperar nada a cambio · En el Congreso fui extraordinariamente feliz porque estaba en el grupo de los diputados que trabajaban

Jenaro García-Arreciado ha vuelto de su etapa como delegado en Ceuta, "una escuela para tener un sexto sentido", y ahora descansa a la espera de su reincorporación.

15 de junio 2008 - 01:00

La Huelva de la infancia de Jenaro García-Arreciado Batanero se acababa en los pabellones militares y en la plaza de toros, más lejos estaba Las Colonias, un barrio separado de la ciudad, y la Isla Chica con los campos de labranza. "Una Huelva entrañable, sería una exageración decir que todos nos conocíamos en una ciudad de unos 60.000 habitantes, pero en el micro cosmos en el que nos movíamos cada uno y el mío era el de la plaza de las Monjas -nací en una casa de la calle Puerto- donde iban los chiquillos con las tatas, somos gente que hemos mantenido la amistad hasta ahora. Una Huelva muy diferente, mucho más humilde, más pobre, con más necesidades. Una Huelva, por resumir, en la que si yo soy alcalde y me dicen que el Polo había que ponerlo en la plaza de las Monjas, firmo, porque había mucha hambre, necesidad, desespero, falta de expectativas". Hoy, dice, es una Huelva que se está perdiendo en la lejanía pero que de ninguna manera justifica el discurso del pasado mejor. "La Huelva de hoy, con sus dificultades, tiene muchas más posibilidades y expectativas, acoge mejor a sus hijos, nada tiene que ver con la de los cincuenta para la gente, salvo los que tuvimos la oportunidad por nuestras familias de salir fuera a estudiar".

Alumno en los Salesianos de Utrera, como su padre, porque su abuelo con el marqués de la Cuadra fue uno de los que trajo a los Salesianos a España; así que estudiaba en el internado. "Hoy le dices a un niño que vaya a estudiar a un internado y se fuga de casa". Allí hizo todo el bachiller, salvo un año en Huelva que estuvo en el colegio menor, después vino la carrera de Ingeniero Industrial que empezó en Madrid y terminó en Sevilla, años en los que a la vez que estudiaba trabajaba en una fundición. "Gente recia, gente buena, además era la cuna y el nido del incipiente Partido Socialista en Andalucía y de la UGT". La primera huelga realizada por el sindicato en Sevilla se hizo en Siderúrgica Sevillana, "donde defendía a los trabajadores 'un tal' Felipe González". De ahí viene la vinculación de Jenaro García-Arreciado con el Partido Socialista. Aquí se encuentra con el partido y con la realidad de la vida, "sin haber nacido ni haber vivido entre algodones tenía una visión de la vida que saltó por los aires, sin ningún dramatismo, había entrado en contacto con gente que llegaba conmigo a las seis de la mañana con su fiambrerita, pasábamos horas y horas en un trabajo duro, la mayoría hijos o descendientes de viejos militantes socialistas". Una experiencia que asegura ha marcado su vida, "sino paso por esa fábrica, sin duda que mi vida hubiese sido distinta, desde la cosas que vi, por las ideas e ilusiones y objetivos que se pusieron en marcha".

Son los primeros contactos con el Partido Socialista pero se incorpora de pleno en Huelva, cuando aun estaba en la Mili. Le tocó ir al Sahara y le coge la Marcha Verde. Gracias al padre de un compañero de carrera, coronel de Ingenieros, lo mandan a Sevilla y de ahí a Huelva. Así que estando aun formalmente en la mili se incorpora al Partido Socialista en el año 76.

Acude en la calle Gines Martín al despacho laboral de Carlos Navarrete. "Un buen día, a las seis de la tarde, llamo al timbre y me abre Josele Amores. Buenas tarde. Qué desea. Vengo a apuntarme al Partido Socialista. Se le cambió la cara, pensando en que podía estar en problemas, le di referencias de gente de Sevilla que me mandaban, se tranquilizaron. Entré en el despacho y tuve la primera entrevista con Carlos Navarrete y solicité el ingreso en el Partido Socialista y en UGT, que se hacía por estatutos". En UGT le dieron el carné de inmediato, pero en el PSOE tardó casi un año, "porque como que no era muy normal que un burgués -en la terminología un poco más radical de entonces-, que un ingeniero, pidiera la entrada en el partido. Éramos diecinueve, tengo este número porque los cinco primeros carnés se dejaron para los históricos. Estábamos Carlos Navarrete, cuatro más y el de la guitarra y en el congreso en el que Carlos dejó de ser secretario general éramos diez mil, diez mil de verdad, como se vino demostrando en las elecciones años tras años". Considera que pocos ciudadanos del mundo tienen la oportunidad de vivir una época como esa de sujeto activo de la transformación del país, un tiempo que califica de esplendoroso en la sociedad española, "mucho más compresiva, menos exigente".

Considera claves en este éxito socialista en Huelva a Carlos Navarrete, José Antonio Marín y Jaime Montaner. "Carlos urdió el espinazo de la organización del partido, los elementos básicos del discurso socialista, el tremendo esfuerzo de acercamiento a la gente explicándole, enseñándoles, a través de la secretaría de formación, que ahora me parece que casi ni funciona".

José Antonio Marín dio un paso cualitativo importante, "nos enseñó a muchos a movernos también en la ética de la responsabilidad". Lo demuestra en el Ayuntamiento de Huelva, desde la modestia, la prudencia, "con una formación envidiable, administrando la ciudad sin asesores ni palmeros alrededor. Carlos nos formó, José Antonio nos enseña a caminar y hacer gestión y el paradigma de esa gestión en el ejemplo más nítido es Jaime Montaner, que pega el salto y demuestra que se puede ser socialista y gestionar una Consejería, en su caso de Obras Públicas y Hacienda".

Son el exponente de una generación que supo entrar en los partidos políticos de manera distinta de cómo se hace ahora. "Cuando empezábamos ni estábamos en el Gobierno ni imaginábamos que íbamos a estarlo, entrábamos para trabajar, para luchar, para sacar adelante nuestras convicciones, hoy día me da la sensación de que la mayoría de la gente que entra en política lo hace con otros intereses. El mejor ejemplo es la cantidad de chicos jóvenes que sin haber trabajado nunca, sin formación académica, empiezan a ser cargos políticos importantes sin experiencia alguna de la vida. Cuando se les acaba la época de ser cargos públicos matan para seguir, porque se juegan la vida".

García-Arreciado sacó las oposiciones a la administración pública, es técnico superior de gestión de organismos autónomos. En la preautonomía, estuvo en la Consejería de Trabajo, el titular era Carlos Navarrete; secretario general, Francisco Javier Romero; y él de director general. Es en 1979, con José Antonio Marín de alcalde, cuando es nombrado gerente de Aguas de Huelva al darse "la feliz coincidencia de la jubilación del anterior, don Esteban Alluso, y de la jefa de la secretaría particular del alcalde y ahí vino Clotilde". No había agua en la barriada de la Navidad, la puso José Antonio Marín Rite; la banda de música estaba declarada a extinguir; Bomberos tenía un coche de las películas mudas que ahora está en un museo alemán; y la Policía tenía una moto y un coche.

Estuvo hasta 1982 cuando se presenta al Congreso y aquí hasta el 98, cuando se viene a la presidencia de la Autoridad Portuaria en Huelva. "En el congreso fui extraordinariamente feliz y activo porque estaba en el grupo de los diputados que trabajaban, teníamos siempre cosas importantes entre las manos, lo mismo que luego lo fuí en el Puerto de Huelva".

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