La pesca en Huelva, una historia marcada por la reconversión del sector
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Huelva y la pesca. La pesca y Huelva. Una provincia y una actividad estrechamente vinculadas en el pasado, unidas en la actualidad y condenadas a entenderse en el futuro. Por su situación geográfica, la provincia de Huelva, especialmente sus municipios costeros, han tenido en la pesca uno de sus principales motores económicos, configurando en muchos casos hasta la idiosincrasia y la personalidad de sus gentes, sobre todo en aquellos puntos donde, aún hoy, es una actividad de la que siguen viviendo centenares de familias.
El ejemplo más claro es Isla Cristina, uno de los municipios más jóvenes de la provincia onubense, cuyos orígenes se remontan a la llegada a la zona durante los siglos XVII y XVIII de pescadores levantinos –sobre todo catalanes y valencianos– que inicialmente se asentaban solo en verano, pero que terminarían habitando de forma estable este enclave a partir del terremoto de Lisboa (1755). Con el paso del tiempo y gracias a la pujanza económica derivada de la pesca, el municipio obtuvo su propio ayuntamiento en 1833.
En la actualidad, la lonja de Isla Cristina, con 11,49 millones de kilos de pescado comercializados y 37,27 millones de euros facturados en 2022, es la más importante de Andalucía tanto por el volumen de capturas como por el valor de los productos de pesca fresca comercializados.
Otros puntos del litoral onubense donde la pesca es una de las principales actividades económicas son Punta Umbría, cuya lonja también una de las más importantes a nivel autonómico, Ayamonte y el puerto de Punta del Moral, uno de los más relevantes en la modalidad de arrastre, o la propia capital provincial. En los enclaves de El Rompido (Cartaya) y El Terrón (Lepe) la actividad pesquera también ha peso histórico, aunque menos en la actualidad.
Como el resto de sectores económicos de la provincia, la pesca también ha evolucionado notablemente en las últimas décadas, en las que ha sido objeto de importantes cambios. El más importante fue la reconversión de que fue objeto con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (actual Unión Europea) en 1986.
Para Antonio Aguilera, secretario general de la fundación Savia y conocedor y estudioso del sector pesquero onubense, dicha reconversión supuso un cambio en materia normativa, así como la adaptación del sector, por primera vez en su historia, a una política única. Ello se entendió como una cesión de poder a Bruselas, motivando numerosas protestas a pesar de que el sector recibió importantes fondos económicos para la adaptación.
Entre los avances del sector en las últimas décadas, Aguilera destaca el reconocimiento de los marineros con el Régimen Especial del Mar, que algunas ventajas sociales trajo para dichos profesionales. A ello se añade su mejor formación, lo cual ha incidido en el aumento de la profesionalización del sector y en el consecuente descenso de accidentes laborales. En este sentido destaca la presencia en Isla Cristina de la Casa del Mar, donde acuden desde hace décadas a formarse centenares de marineros (tanto dedicados a la pesca como a la marina mercante); y de uno de los más avanzados simuladores para la realización de prácticas de rescate y supervivencia en el mar.
Para el secretario general de Savia otro de los avances ha estado en la incorporación de nuevas tecnologías a los buques de pesca, actualmente dotados con modernos equipos para realizar un trabajo más preciso, aumentar la seguridad a bordo y mejorar los sistemas de comunicación y las técnicas de manejo y conservación de las capturas. Destaca aquí la “revolución” que supuso la incorporación del ‘richi’ o ‘chupona’ para la captura de la chirla, que supuso un nuevo aprovechamiento y a la vez una amenaza para las técnicas de pesca artesanales por la “agresividad del sistema”.
Estos avances trajeron consigo –prosigue Aguilera– nuevas medidas, que progresivamente se han ido ampliando. Se trata de las cuotas de pesca y las vedas o paradas biológicas, destinadas básicamente a garantizar la sostenibilidad del caladero. Inicialmente fueron muy rechazadas por el sector, que incluso se movilizó, aunque con el tiempo ha acabado entendiendo sus efectos positivos a medio y largo plazo.
Sobre la actividad salazonera, la aprobación en 2014 de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mojama de Isla Cristina fue una de las principales causas de la supervivencia -e incluso revitalización- de dicho subsector, haciendo que este producto elaborado en Huelva por distintas empresas resulte ganador en los más prestigiosos concursos de calidad. Algunas de ellas siguen innovando en este sentido y elaboran ya productos de cuarta y quinta gama, además de colocar sus productos en todos los supermercados españoles y en más de 20 países.
A juicio de Aguilera también hay asignaturas pendientes, siendo una de las más importantes la de las infraestructuras portuarias. Pese a que en las últimas décadas han sido objeto de mejoras puertos como los de Ayamonte, Punta del Moral o Punta Umbría, considerando que Huelva cuenta con una de las flotas pesqueras más importantes de España, su dimensión y necesidades no se corresponden con estas instalaciones y, a veces, las ampliaciones acometidas han quedado pequeñas incluso antes de concluir la actuación, siendo ejemplos de ello los puertos de El Terrón e Isla Cristina.
La relación de Huelva con la pesca también se refleja en los hábitos alimentarios y en la gastronomía, ya que la provincia ha sido tradicionalmente una gran consumidora –y lo sigue siendo- del pescado capturado en sus costas. En este sentido los onubenses reconocen lo que tienen, pero buena parte de las capturas son exportadas perdiéndose la trazabilidad, por lo que no logramos que se reconozca la marca Pescado de Huelva a pesar de que va a parar, en la mayoría de casos, a los mercados más exigentes. Además, los productos del mar están actualmente impulsando un emergente turismo gastronómico, susceptible de seguir creciendo en los próximos años.
Otra asignatura pendiente es la recuperación de la actividad almadrabera en la costa onubense, una pesquería que se perdió en 1984 a pesar de haber sido uno de los lugares del mundo donde se inició, y que no se ha recuperado por el momento pese al interés mostrado en algunos círculos de la provincia.
Los acuerdos de pesca con el vecino Marruecos también han marcado, y mucho, el devenir de la actividad pesquera en estas décadas. Unos acuerdos cada vez más exigentes y restrictivos cuya principal consecuencia ha sido que muchos buques españoles hayan dejado de faenar en los caladeros del Reino Alauita, fomentándose, además, la creación de empresas pesqueras marroquíes que capturan allí y que venden sus productos aquí.
Sobre el puerto pesquero de la capital provincial destaca en las últimas décadas el traslado de la base de la flota de bajura y la cesión de licencias a otros puertos como por ejemplo el de Punta Umbría, donde es más práctico atracar. En relación a la importante entrada en el puerto capitalino de pescado y marisco congelado procedente de caladeros africanos, en las últimas décadas se ha producido cierto descenso, a pesar de que Huelva sigue contando con grandes empresas distribuidoras. El problema radica en que la mercancía cada vez llega en menor medida congelada en barco al haber cambiado las tradicionales vías de distribución.
Y como no hay historia pesquera sin su página negra, Huelva no es una excepción, siendo el episodio más trágico no solo de esta provincia, sino de la historia más reciente de España, el del Islamar III, el buque sardinero de 30 metros de eslora y con base en el puerto de Isla Cristina que se hundió en 1984 con 28 tripulantes a bordo, de los que solo sobrevivieron dos.
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